VII -Donde empieza, termina.

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Salí con grandes heridas, no físicamente, mi alma estaba lastimada, mi corazón tan simple y pequeño estaba más que abandonado y aplastado con una gran masa de piedras cayendo sobre un pequeño e inofensivo bicho. El huevo y la piedra, de eso se trataba siempre mi vida, yo era no más que un pequeño huevo de lagarto y la vida era una enorme esfera hecha de enormes rocas que aplastaban mi pequeño y arrugado corazón.

Correr y aferrarse a lo que más quieres, duele. Pensar en que algo regresará, o todo el esfuerzo y trabajo ejercido en cuyo elemento natural al final dará frutos buenos. Todo es mentira, la vida nunca fue tan fácil como solían contar mis padres, como desde niños nos enseñan o reflejan aquellas películas animadas, todo eso es más que basura. Toda la vida vives engañada de una enorme ilusión, de que algún día llegará alguien indicado y correrá hacía tus brazos diciéndote lo increíble que eres y lo tan importante que eres para esa persona.


−¿A dónde se dirige? −soltó de golpe las palabras del conductor haciéndome percatar de que habíamos estados rondando a un lugar inespecífico por las calles- Señorita, ¿se encuentra usted bien?
−Perfectamente bien señor
−¿A dónde se dirige? −vuelve a insistir mientras me pierdo en la naturaleza de la vida y le respondo.

Buscaba en cada rincón, Jack ayudaba con su especialidad al igual que Allen y toda su hermandad, me encontraba con Axell un gran y viejo amigo caminando por los grandes bosques del pueblo Middleton, Kaylee le temía aquellos lugares con tanta belleza, pero a la vez tan escalofriante para una noche tan brillante con el hermoso resplandor de la luna y con el cielo escarchado por las mejores estrellas jamás vista. Sentía una presencia molesta dentro de él, caminé firmemente con mi mirada puesta en cada rincón del bosque alertando cada mínimo poder que solía poseer.

−Baylee, me impresionas −una voz ronca conocida se hace notar entre los árboles
−Sal ya, James.
−Ve más despacio.
−No tengo tiempo para ti James, sal ya. Puedo olerte.
−Niña lista, ¿Acaso tú la ayudaste Axell?
−¿De qué hablas?
−No, nada.

Cae firmemente en el arenoso suelo del bosque y dirige sus ojos rojos en mí.

−¿Creías que después de todo Kaylee se iba a quedar? −ríe marcando sarcasmo−, se ha ido Baylee y todo es tu culpa. Y no creo que tengas tiempo para remediar lo que en unas horas pasará.
−Tú no sabes nada, James −a pesar de sentir mi corazón estrellarse fuertemente contra mi pecho, mis palabras aún seguían firme desde el inicio hasta el final.
−Aún tienes tiempo de impedir lo que ella hará, solo regresa el tiempo atrás y la encontrarás. Tal vez un beso de Allen te ayude a recordar −fueron las últimas palabras que escuché susurrar de James hasta desaparecer entre los árboles.
−¿Y ahora, que?
−¿Qué tiene que ver Allen con todo esto?
−Buena pregunta Axell...


Aprendí que un tropezón no es caída...que todo en la vida vuelve, que no hay mal que por bien no venga... que con voluntad y esfuerzo, todo resulta más fácil... que lo más valioso del mundo es la familia y los amigos de verdad. La mentira es algo que te empuja a mas caídas y bajas en la vida, inclusive a perder a alguien tan valioso para ti.

Lo irónico de esto es que quieres descubrir una y terminas descubriendo todas, hasta incluso estar dentro de éstas y lastimar a tu alrededor.


La luz se reflejaba tan oscura como la noche, tan amarilla como los dientes de una anciana envejecer. Mis labios estaban resecos y aún me encontraba en aquella habitación dónde mi vida empezó y pretendo terminar, donde juré vengarme y hacerme cargo de Baylee hasta que la muerte cubra o evite todas aquellas acciones prometidas en aquella sala de sucesos. Toqué la silla y ésta rechinaba más que un neumático o vejigas al frotar. Tomé la pequeña navaja y me acomodé en la polvorienta silla marrón. Recosté mi espalda y empecé con pequeñas cortadas en mis brazos lamentando todos los años que perdí y aun así no pude ser feliz. Temiendo en qué mundo saldrá Baylee y la cual tendrá que afrontar en manos de Deiby, pero estará en mejores manos vampíricas que unas inservibles manos humanas.

Mi conciencia gritaba que no me rindiera, mientras que el peso de mi vida y existencia se hacían cada vez más grande. Tomé firme la navaja y la clavé en mis muslos repetidas veces mientras la sangre recorría gran parte de ellos curtiendo así los jeans claros, que mantenía puesto, de un rojo espeso y oloriento.

Es momento de apagar la luz, es momento de darle un fin a ésta historia. Todo termina donde empezó y me dedico a morir en el lugar de los primeros hechos que marcaron mi vida y que una vez más lo marcará de por vida.


Kaylee... −un ruido despertó mis oídos y unas manos lo apagaron.

Es momento de descansar en paz y dejar que el mundo tome sus decisiones y marque un camino de perfección sin estorbo para Baylee. Cerrar los ojos me hace soñar, y espero quedarme en un sueño de maravillas por todo el resto e infinita vida con mis padres.

Mi Demonio Guardián ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora