Capítulo 4: Quedate quieto

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Ya arreglado, vistiendo un una camiseta negra con algunos toques blancos es el centro, una chaqueta de igual color; abrigadora y un pantalón negro ajustado, terminado con unas botas marrones y con solo el fin de provocar a Miguel, mirándose al espejo por ultima ves, Rubén decide por fin salir de su habitación para dirigirse a donde se suponía que hace media hora debía encontrarse con su chófer.

La razón por la que su padre le iba a permitir estar en esa fiesta era por que le beneficiaba, ya que se encontraría con los hijos de sus colegas.

Rubén no lo sabia pero aquel hombre dueño de su potestad le tenia ya el futuro escrito, lo quería comprometer con el hijo de Samuel de Luque, Ismael Prego de Luque. 

Ya bajando apresurado después de tardar más de lo normal pensando en como provocar a su Mangel, para hacerlo caer es su juego. Ya tenía todo planeado, nada se interpondría en el y su nueva "Droga".

Ya abajo, desvío su mirada hacia Miguel que vestida un traje muy formal. Le gustaba como el quedaba, pero su misión era que el morocho se fije en él no él en Mangel, que esperaba a Rubén en las afueras de la gran mansión con la limusina preparada para su viaje.

Miguel lo que mas detestaba era ese tipo de traje, sentía que se ahogaba en el, pero era una obligación la formalidad y educación en un trabajo como este, era un requisito.

Debía ir en limusina a todos lados y más ahora que nunca. Su padre jamás había estado tan fichado como en esos momentos, no sólo con la perseguidora de Raúl Álvarez si no que de la policía también, además es muy peligroso hacerla fiesta en Barcelona, las patrullas rondan por todos lados y hacer una reunión como aquella levantaría muchas sospechas, no querían arriesgarse.

Miguel: -¿Por que demoraste tanto?. Ya vamos media hora tarde.-Dice el morocho después de haberle abierto la puerta al rubio y haber entrado el también en el coche ya cansado por haber estado esperando a Rubén hace más de media hora. 

Rubén: -Pero dime si no valió la pena.-Susurra mientras se acerca a la oreja de Miguel por detrás. Ya ha comenzado a realizar su plan insinuándole que observara su aspecto, que a decir verdad se veía bastante bien.

Pero Miguel no debía ceder, no quería perder. Esto se había convertido en un juego; "El que primero caiga pierde" Miguel tenia mucho que arriesgar y además lo único que le atraía de Rubén era su aspecto así que optó por la defensiva aunque era muy difícil y más con Rubén.

Miguel: -Bueno, quedate quieto que ya vamos a salir.-Habló frío, ya harto de sus juegos.

Rubén hace un puchero que Miguel logró ver por el retrovisor, "Que lindo...". "Miguel deja de ser tan gilipollas. Concentración". Se reprende mentalmente.

Rubén dando por sentado que ya estaban bastante alejados de su casa se acerco una vez mas al oído de su chófer.

Rubén: -Mangel, ¿Ya te han dicho que te ves muy guapo con ese traje?.-Además de gustarle la sensación que su adicción le provocaba, le encantaba las reacciones del expendedor.

Miguel: -N-no, pero gracias.- "Miguel no caigas, por Dios tu y yo sabemos que sólo quiere jugar como el niño mimado que es, no le importa que sientas, te va a lastimar Miguel, reacciona". Le regaña su subconsciente, intentando que este entrara en razón antes de caer en la locura.

Rubén: -Me alegra ser el primero, por que si no, me hubiera opuesto celoso.-"Esta saliendo a la perfección...". No podía estar mas feliz y excitado. ¿Quien diría que con este hombre descubrirá emociones tan desconocidas para él?.

Miguel: -B-bueno, ¿Puedes ir a tu asiento por favor?, no quiero que te pase nada y si me distraes podemos chocar.-Dijo solo como una excusa, aunque también sabía que había cierta verdad en sus palabras. Pero no quiera mantener más esa cercanía con aquel que solo lo tentaba para que cayera, "No va hacer tan fácil.".

"Se preocupa por mí...". En ese momento un nuevo sentimiento que ya había experimentado antes se cuela dentro de el, la adrenalina fue reemplazada por una calidez en su pecho parecida a la de aquel abrazo que hace tanto había deseado por parte de alguien y que solo le ofreció Miguel, en el cual pudo recibir la tranquilidad que le susurraba de manera tenue haciéndole creer por un momento en su vida que todo estaba bien de nuevo. Pero tiene que reprimirse, no puede darse el lujo de sentir esa emoción que no busca, no es lo que estaba deseando, se supone que Miguel es un juego y solo eso "Un juego...". Y los juegos no dan calidez.

Rubén: -Pero no quiero, que vas a hacer.-Lo retó.

Miguel: -Nada por que ya hemos llegado.-Sentencia Miguel, para luego salí del coche y abrirle la puerta a Rubén.

Lo único que puede hacer el rubio es maldecir la veloz llegada a su destino, hasta que lo vio.

Un Amor ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora