Todo el camino fue silencioso. Estaba en el asiento de atrás completamente cubierta de mantas. Sin decir palabra, con la mirada perdida en la ventana, viendo como el bosque se desvanecía y cambiaba todo por la ciudad. Todo cambiaba... tal como mi vida.
No dejaban de pasar por mi mente los rostros de todas las personas que habían estado hace unos minutos conmigo y ahora estaban muertas por mi culpa.
Luego de un hora llegamos a una casa que parecía un torre de color gris, que nunca había visto pero supuse que era de mis tíos. Abrieron la puerta y era totalmente diferente a lo que esperaba, había una pequeña cochera, y una sala con una decoración rustica pero con un toque moderno.
- Hemos preparado ropa y una habitación para ti, si quieres te puedes bañar, si no estás muy cansada – dijo mi tía muy cautelosamente mientras que me guiaba hacia la escalera, yo solo asentí con la cabeza sin convicción alguna – pues vamos al baño para que te duches con agua bien caliente.
Cuando estaba en el segundo piso me di cuenta que habían muchas habitaciones, todas con puertas blancas y con las paredes del mismo color. Al pasar junto a una, note que Ilde me estaba observando, sin embargo, cuando se dio cuenta que yo también la estaba mirando, me miro con cara de desprecio y cerró la puerta de un portazo. Yo ya sabía que no lo caía muy bien y aún menos ahora que estaba cubierta de sangre.
- Bueno aquí está el pijama, cualquier cosa nos avisas Dania – dijo mi tía mirándome directamente a mis ojos, sabía que se sentía perturbada porque seguían del color de un ardiente rojo.
Cerró la puerta y me dispuse a sacarme la ropa de una manera muy mecánica. Me metí en la ducha e intente quitarme todo el rastro de sangre que había en mí.
Al terminar me vi al espejo, estaba totalmente limpia, sin mancha alguna, pues porque me sentía todavía tan sucia. Empecé a ponerme el pijama nuevo y me fui lentamente hasta mi nuevo cuarto, el cual era muy monótono para mi gusto. Me eché en la cama mirando al techo y empiezo a transcurrir imágenes de todas las cosas que habían pasado. La mirada de mi padre al despedirse, el semblante de mi madre cerrando la puerta sollozando, las personas que me querían atacar y por ultimo a todos muertos alrededor mío.
No podía ser verdad todo esto, si esta mañana estábamos tan normal, mi mamá enseñándome trucos nuevos y mi padre riendo de cada cosa que no me salía bien. Todo era tan perfecto y ahora ya no están acá, conmigo. Sin embargo, no se me caía ni una sola lagrima.
Pase mucho tiempo en esta posición, hasta que quedarme dormida sin darme cuenta.
Estaba en el bosque de hace un rato atrás, justo en la parte donde habían caído todos muertos, pero ya no estaban. Solo estaba yo en medio de la oscuridad. Empecé a caminar sin saber porque estaba otra vez ahí... acaso mi subconsciente me quería hacer pasar mal hasta en mis sueños....
Mientras caminaba más, los árboles se veían más grandes y tormentosos. Ya estaba cansándome de andar a la deriva hasta que oí una dulce voz cantando.
Conocía esa canción, era la canción que tanto me cantaba mi madre cuando era pequeña.
A donde van a parar
las hojas secas,
de los árboles
cual pájaros al aire,
se van revoloteando
a donde van a parar
yo me pregunto,
las hojas muertas,
del árbol
que el otoño ha deshojado.Empecé a seguir la melodía con desesperación, pensé que por acá estaban mis padres, yo lo sé, los voy a poder ver otra vez.
Mientras más me aproximaba a la melodía, más claro se ponía la vista, los árboles se veían verdes y vivos a cada paso que daba. Al llegar al lugar de donde provenía aquella canción, había una gran laguna con agua cristalina, con un montón de flores alrededor y varios animales que actuaban como si no estuviera ahí.
