Capítulo Uno.

65 5 0
                                    





"Extraviado en la soledad de su inmenso poder,

empezó a perder el rumbo".

Cien años de soledad.

Gabriel García Márquez.



-¿ Y bien? ¿Saben lo que es?

El policía alzó la bolsa transparente con polvo blanco dentro de ella meneándola un poco haciendo que el interior de esta se removiera sutilmente. Nadie quería responder, nadie quería ser asociado a aquello que la mayoría sabía que era, menos aún los que tenían hermanos mayores y podían ser inculpados que de allí venía el conocimiento de aquel producto. Izuku levantó la mano para contestar, sabía que no debía hacerlo pero por una vez por lo menos quería que lo notaran; respondería y el policial tal vez le diría lo inteligente que era y luego lo invitaría a dar una vuelta en su patrulla y así ese día no sería tan malo como todos los días. Pero en el fondo sabía que estaba equivocado, que al hacer aquella pequeña acción él se había buscado el posterior castigo que ya sabía que recibiría. Izuku contesto. Shinso solo le dedico una mirada de desprecio y lo dejo continuar, después hablaría con él.

-Es cocaína.

El policía asintió lentamente con una sonrisa en los labios.

-¡Exacto!¿Y cómo lo has sabido?

-Es que leo mucho...

      Eso había sido todo, ahora podría volver a ser nadie. Shinso le clavó un dedo entre las costillas, Izuku sólo soltó un quejido débil.

     La clase termino y el alboroto causado por la visita del policía aúnseguía. Los chiquillos se arremolinaban en torno a él mientras este les enseñaba su arma, obviamente descargada, pero aun así impresionante, luego saldrían al patio donde se encontraba estacionada la patrulla y se pasarían todo el periodo de receso en aquello. Izuku salió disparado hacia los baños, seguramente Shinso y los otros estarían entre el gentío junto a la patrulla; sería un periodo de descanso tranquilo. A él le hubiese gustado estar allí, junto con todos, pero lo mas probable era que los amigos de Shinso se las arreglarían para bajarle los pantalones o algo así. El baño era mejor. El baño era seguro. Izuku se acerco hacia los urinales y se bajo los pantalones y la ropa interior. Se había meado un poco. Saco el trozo de esponja que ponía por seguridad en la punta de su pene. Se llamaba incontinencia, era una enfermedad de viejas. Lo había leído por allí en alguna farmacia, también había leído que habían unos productos para eso, pero él no iba a gastar su mesada en aquello, menos aún aguantar la vergüenza de que lo descubrieran comparando; el tenía su esponja y con ello estaba bien. Tomo el pequeño trozo y dirigiéndose a los lavamanos lo enjuagó. Unos fuertes ruidos se escucharon por el pasillo; Izuku corrió a uno de las casetas y cerró la puerta con pestillo, acomodó sus pantalones, bajó la tapa del escusado y se sentó encima subiendo las piernas. La puerta del baño se abrió de golpe dejando entra a Shinso junto con Monoma.

-¡¡Ceeeerrrdddooooo!! Shinso gritó haciendo eco en los baños

-Cerdito,cerdito, cerdito. Monoma canturreo secundando la voz de Shiso.

Tetsutetsu no se encontraba con ellos, él era el más cruel pero no solía acompañarlos cuando la cosas era golpear, era lo suficientemente inteligente como para no meterse en cosas así.

-Sé que estas allí cerdito. Shinso volvió a hablar mientras se acercaba a paso lento hacia la puerta cerrada.

-Te podemos oler cerdito, así que más vale que abras esa puerta.

Esta vez era Monoma quien en tono burlón le hablaba a Izuku mientras caminaba detrás de Shinso y golpeaba las paredes. Izuku no hacia más que temblar, lo único que agradecía era que no lo habían descubierto con su esponja de pis en la mano. Izuku temblaba mientras la puerta del baño era golpeada con fuerza y parsimonia. Les gustaba tener a su presa asustada, hacía que la cacería valga la pena. El pestillo comenzó a ceder. Izuku se preguntaba a si mismo por que se hacía esto, solo debía abrir la puerta y dejar que todo siguiera su curso normal; tal vez solo meterían su cabeza en el escusado y se marcharían. El pestillo cedió e Izuko se apretó mas contra sigo mismo. En momentos así le gustaría ser como alguno de sus super héroes favoritos, como All Mygth o Endevor, ellos siempre podían salir de cualquier situación.

-Grita como un cerdo, vamos chilla.

Izuku intentó gritar pero estaba demasiado nervioso para hacerlo, un sonido apagado salio de su garganta. Izuku cerró los ojos con fuerza mientras ambos se acercaban, apretó las manos con tanta fuerza que las uñas se le clavaron en la piel, intentó gritar una vez más y un desgarrado sonido se escapo forzando su garganta, gritó hasta que sitió un sabor metálico en la boca. Abrió los ojos, estaba solo y le sangraba la nariz, Shinso y Monoma se habían marchado hace un momento. La sangre se escurría tibia por su mentón. Le solía suceder eso, cuando estaba muy asustado la sangre salía de su nariz, entonces ellos lo dejaban en paz. Contempló como esta caía y manchaba el piso, dejo que escurriera un poco antes de tomar un trozo de papel higiénico y hacer tapón en su nariz. Dejaría las manchas ahí, como prueba, como si fuesen evidencias de un asesinato, de uno que se cometía a diario.

Aizawa Shota era un hombre de mediana edad, cabello negro y rostro demacrado. Se encontraba en el metro con dirección a lo que sería su nuevo hogar. Una voz femenina anunciaba la próxima parada por el altavoz, ahí es donde debía bajarse. Nadie lo miraba, la mayoría solo iba preocupado de sus periódicos. Mañana esos mismos periódicos hablarían de él. Levantó la cabeza sólo para encontrarse con un anuncio de lencería, una mujer modelando un brasier y unas bragas negras de encaje en una pose provocadora. Era espantoso, tanta piel desnuda, y estaba permitido ¿Cómo afectaba esto realmente a las personas, a el amor?. Estaba muy nervioso, puso sus manos sobre las rodillas solo para detener el movimiento involuntario de estas y suspiró pesado.

-¿De verdad no hay otra manera?

-¿Crees que te expondría a eso si es que hubiese otra?

-No, pero...

-No hay ninguna otra.

No había ninguna otra forma. Ninguna. Sin torpezas esta vez. Revisó el mapa y la guía telefónica, había encontrado un sitio con un bosque cerca, estaría bien, la nieve amortiguaría el sonido. Arreglo su bolsa y se marchó. Recortó la etiqueta de la bolsa, la vez pasada lo habían descubierto así, alguien lo había visto con la bolsa e hizo la asociación ya que sólo la había tirado al contenedor del edificio; esta vez se la traería de vuelta, la cortaría en trozos pequeños y los echaría a el retrete, así seguramente se hacía. La voz de la mujer anunció que el trayecto llegaba a su fin. Shota salió entre la gente y se detuvo en la plataforma. Sentía las piernas de plomo, quería quedarse allí por siempre, hasta que alguien lo encontrase y lo trasladaran a algún manicomio y pudiese terminar sus días en paz. ¿Qué pasaría si no movía las piernas? Cosas terribles ocurrirían, las más terribles. Pero sus piernas se movieron con paso seguro hacia la escalera. Le costó ubicarse un poco en la salida y encontrar la dirección correcta hacia el bosque. Debía haber otra forma pero no se le ocurría nada y además habían ciertos requisitos que debían ser cumplidos y esta era la única manera. Ya lo había hecho antes, dos veces, y ambas las había cagado. Esta vez no sería así, recibiría elogios, caricias tal vez. La bolsa a su costado le pesaba toneladas aunque lo único que pesaba era la mascarilla con el gas. Dos veces iban, que más daba otra si el castigo era el mismo, el castigo social no cambiaba, solo el peso de la conciencia se acrecentaba.







Let me in.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora