Let me in.

Capítulo Dos.

  "¿Crees en el destino?
¿Que hasta los poderes

 del tiempo pueden ser alterados por un propósito? 

¿Que el hombre con más suerte en este mundo

 es aquel que encuentra el amor verdadero?"  

Drácula.

Bram Stoker.

   Al salir de la estación caminó por un par de calles, hasta que corto por un camino que se quebraba un poco mas adelante. La botella y el gas sonaban uno contra otro; cargo la bolsa de modo que no sonara. Avanzo un poco hasta ubicarse detrás de unos espesos arbustos. Una niña de unos siete años de edad apareció por el camino cantando una vieja canción. Se sorprendió de que hoy en día aun se cantaban aquellas canciones, tal vez su profesora fuera mayor, se alegro de que el mundo aún fuera un lugar que pudiese albergar aquel tipo de belleza. La niña era muy joven y caminaba sola por el  sendero del bosque, seguramente vivía del otro lado. La niña era joven, demasiado joven; la espantó mentalmente y rogó por que apareciera alguien más, alguien adecuado. Dos jóvenes avanzaban por el camino, alcanzó a oír solo un poco de la conversación, un embarazo y un padre que no se quería hacer cargo. Eran dos y él no podría con dos. Siguió esperando. La tarde ya caía en el bosque y la nieve acumulada por los días de invierno no hacía mas que incrementar el frío en el lugar. Esperaría un poco más, y si no pasaba nadie adecuado se marcharía de aquel sitio, no quería llegar con las manos vacías pero pronto estaría oscuro.

   Izuku volvía a casa, se sentía realmente mal cuando evitaba el castigo haciendo de cerdo, el no era ni All Mygth ni Endevor, el era solo Izuku Midoriya, un niño de trece años, con incontinencia, le sangraba la nariz de miedo y gritaba como cerdo para salvarse; pero debía hacerlo de alguna forma, All Mygth tenía su fuerza y el su grito. Caminó con las calles con la cabeza gacha y la mochila fuertemente agarrada, se dirigió hacia una tienda y entro. Él no era ningún cobarde, después de todo un cobarde no haría lo que él va a hacer. Se pasea por la tienda mientras se guarda en el bolsillo interno del abrigo un paquete de chocolates pequeños. Toma una leche con chocolate de la estantería mientras se guarda otra bolsa de dulces entre el pantalón y la cintura. Con la adrenalina a mil se dirige hacia la caja registradora, paga por su leche y se marcha. Bien. No ha sido descubierto, y se aleja unas calles para guardar su botín en la mochila. Antes, una vez, lo descubrieron, el guardia le dijo que llamarían a su madre pero se salvó diciendo que no estaba en casa y que no sabía el numero de su trabajo. Estuvo días pendiente del teléfono pero finalmente llegó una carta en el correo perteneciente al juzgado de menores, él la leyó, firmó falsificando la firma de su madre y la devolvió. No había sido descubierto. Su madre nunca lo sabría, ni aquello  ni lo de la escuela, lo único que haría sería mirarlo con sus grandes ojos verdes y acariciarlo; odiaba la compasión de su madre, solo le recalcaba lo que ya de sobra sabía, que no era nadie, que no podía hacer nada.

   Al llegar al arco de la entrada se sintió mejor, nadie de sus enemigos vivía ahí, era seguro, nada malo de verdad le había pasado en ese patio; había tenido amigos allí,antes de empezar la escuela, antes de que se sintiera de verdad rechazado. Fue en quinto año cuando terminó transformándose en el saco de golpe de sus compañero y ese rechazo fue expandiéndose rápidamente hacia el resto, hasta que un día simplemente no lo llamaron más para salir a jugar; fue en esa época también cuando comenzó a hacer sus libretas de recortes.

   Una pequeña piedra paso silbando cerca de su oreja, Izuku asustado se volteo rápidamente, una cabeza se asomo detrás de uno de los arcos de la entrada dejando al descubierto a Eijirou. Suspiro pesado. Kirishima se acercó a Izuku con calma mientras este solo trataba de parecer relajado, no quería sentirse débil ante él también.