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Pov Narradora

Tal como Alicia en el país de las maravillas, así estaba viviendo Hyungwon su estancia en el hospital psiquiátrico.
No distinguía la realidad de los sueños, su comportamiento empeoró con los médicos. Jay y Daeil le advirtieron de no tomar ninguna pastilla.
“No dejéis que recuerde” Le recordaban esa frase cada vez que se llevaba las dos pastillas diarias a la boca. Hyungwon las escondía bajo el colchón y se bebía el agua del vaso.

Pero claro, un par de pastillas no eran su único medicamento. Le inyectaban todas las noches sedantes para que dejara de pedir ayuda. Las paredes blancas, ese cuarto pequeño compartido por otras tres personas se le hacía pequeño. Le agobiaba estar ahí dentro y no tener una ventana para tomar aire fresco.
Y si el espacio era reducido para
Hyungwon, lo era más cuando peleaba con Ayla. Esa chica era capaz de taladrar su cabeza con todas sus acusaciones. “Eres un niño mimado” “Estás solo, nunca vendrán a visitarte” “admite que no te quieren” Día tras día, noche tras noche. Hyungwon no entendía porqué tanto odio, a él tampoco le agradaba pero no por eso le decía cosas tan hirientes. Jay era el que se encargaba de separarles cuando llegaban a las manos.
“Os meterán en habitaciones aisladas si seguis con ese comportamiento” Hyungwon se echaba en su cama, se abrazaba a sus piernas y lloraba. Lloraba no por el tono serio de su amigo, sino porque cada vez que ve en su cuello aquel trozo de piedra blanca recordaba que nunca le dejaría solo. Guardaba las esperanzas de que algún día fuera llamado por un médico y que le recitara las mismas palabras que a otros internos: “tienes visita” .

Solo que ésta tardaba en llegar.

Hyungwon pegó un gran cambio, perdió peso, se le notaban las ojeras por no comer ni dormir, su piel era más pálida por no obtener luz solar y su cabello siempre peinado hacia atrás porque le cubría los ojos y le picaba. No hablaba con nadie, solo si era necesario con Jay o Daeil. Ignoraba a su compañera de habitación. Y empezó a echar de menos aquella vocecita bipolar llamada Aiden.
No desapareció de la noche a la mañana, pero a medida que pasaban los días Aiden dejó de hablar. Y por esa razón empezó a no distinguir lo real o lo ficticio.
Soñaba con una casa azul pastel y un jardín lleno de girasoles, allí siempre esperaba a Hoseok con un pastel en las manos. Listo para ser degustado y halagado. Soñaba con sus caricias y sus besos. Siempre con una sonrisa en su rostro, pero cuando la luz era apagada las sombras aparecían para llevarle. Aquel conejito grande que siempre le acompañaba mientras esperaba a Hoseok en la cama, se convertía en personas con batas azules y jeringuillas en las manos.

Un grito desgarrador salió de su garganta acompañado de lágrimas saladas. Se puso la mano donde su corazón le pedía calmarse. Jay corrió para sentarse a su lado y abrazarle. Hyungwon no tardó en acurrucarse en su pecho

-Hyungwon, estás aquí conmigo -le acarició el cabello- solo a sido una pesadilla -dejó un beso en su cabeza-
-Le echo de menos… -Hyungwon lloró como tantas veces lo había hecho desde que supo que no había salida- ¿porqué no viene?... -Jay abrió la sábana y se metió con Hyungwon entre ellas, tapando a los dos sin dejar de abrazarle-
-Seguro que viene cielo.. -Jay miró a Daeil, quien no dejó de observarles con una mirada llena de tristeza- y sino, nosotros te ayudaremos a reunirte con él

Hyungwon levantó la cabeza para mirarle, dejó de llorar, aunque de sus ojos siguieran saliendo lagrimas.

-¿Cómo que le ayudaremos? ¡Yo no pienso ir a ningún lado con este bebé llorón! -Ayla miró con desprecio a Hyungwon-
-¿Quién ha dicho que tú nos acompañaras? -intervino Dae- Antes de que tú salgas de esta habitación, te ato a la cama y te amordazo con la sábana ¿entiendes? -Ayla le sacó la lengua y volvió a dormir. Ignorando a los que antes se hacían llamar sus amigos-

Síndrome De Ti 2. [Hyungwonho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora