— No quería asustarte. . .
– No, no. . . D-descuide.
Ambas estábamos recogiendo los pequeños fragmentos del florero.
— ¿Tendré que pagar eso?
– Probablemente. . .
Nunca me detuve a mirar su cara, pero el simple toque de su mano con la mía. . .
Me hizo verla.