Carta VII

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Durante el trayecto en la limusina Kaiba no dijo una palabra; se mantuvo callado para el bien de los oídos de Mana y el quicio de Seto, para Atem sin embargo era algo raro e incómodo: no sabía por qué Kaiba estaba tan callado, usualmente tenía más que hablar; hasta que se dió cuenta de que veía de reojo a Kisara. Su mirada se veía mezclada de duda, confusión, miedo y fragilidad. No podía describirlo pero si fuera uno de esos jóvenes cursis de la escuela de Yugi diría que le atraía de sobremanera:era lógico. Después de todo era su destino, pero ahora debía tener otro en su nueva vida; así como él y Mana, Yugi tendría uno diferente: Kaiba sería igual en ese aspecto. Después de media hora llegaron a corporación Kaiba. Las estatuas de Dragones blancos de ojos azúles se veían imponentes tan solo entrar a la zona; pero para Kisara era más un color rojo en sus mejillas. Dentro de la mansión pudieron notar un exceso en el color blanco en la pintura y los muebles o adornos tenían coliraciones de tonos fuertes y opacos. Tal como el estilo de ropa de Kaiba, su casa representaba todo de él. Camino a la oficina de Kaiba dos estatuas también custodiaban la entrada: un "Buey de batalla" y un "Centauro místico" eran las bestias.
-Aquí los dejo Atem. Tengo trabajo que hacer. Siéntase libres de recorrer los pasillos y las áreas de ocio. Pero no entren a ninguna habitación sin mi consentimiento. La cena se sirve en 2 horas así que los espero en la mesa a esa hora. Mi mayordomo los llevará a sus habitaciones. Kaiba se encerró sin decir algo más.
Bien, ahora los llevaré a sus habitaciones. El mayordomo llevó a un par de puertas junto al que parecía ser el cuarto de Kaiba por el tamaño de las puertas. -Estos son sus cuartos. Si necesitan algo no duden en pedirlo. -Gracias. Contestó Atem sécamente. -Pero Mana dormirá conmigo (decía abrazándola de la cintura). -Como usted desee, señor. Cuando se fue Maná habló: "Wow, pensé que sería más dificil. Después de todo eran órdenes de Kaiba". -Kaiba debió haberlo intuído. Tal vez lo hizo para estudiar mi carácter contigo. Siempre hizo eso cuando estaba con Yugi: siempre estudiaba todo aspecto de mi estilo de juego para derrotarme. Debe causarle curiosidad como soy contigo aunque no lo admita. -¿Cómo lo sabes? -Es igual a Seto. -Buen punto. -Señor, por favor no me compares con él. -refunruñó Seto-. -Lo digo en el buen sentido. -Claro, como diga. -Por cierto, a nuestros asuntos. Hablemos en privado. Entremos al cuarto. Dentro Atem le pidió a Maná que hiciera un hechizo ilusiorio para que pareciera que todos estaban haciendo algo nada más que cosas triviales: conociendo a Kaiba esa habitación tenía cámaras bien colocadas. Cuando quedó listo, Atem comenzó: "Deben saber quién es Marik. Él es en realidad la parte malvada del hermano de Ishizu. Eso surgió cuando su odio y rencor hacia mí por culpa de su familia creció y creció hasta tomar consciencia. Tal consciencia se hizo tan fuerte que llegó a tomar control de Marik y fue el principal causante de mi dificultad para obtener los Dioses egipcios. Cuando lo derrotamos se suponía que quedó sellado en el reino de las sombras, pero debí suponer que si Bakura sobrevivió y salió: también podía hacerlo Marik. Lo que deben saber es que su odio no es un impedimento para su cerebro: sabe dónde atacarme y lo primero que será: podría ser a cualquiera de ustedes. En especial Mana; si se enterara por medio de sus esbirros del tipo de relación que llevamos. Ella es lo más importante para mí así que este asunto queda en secreto en público, ¿Queda claro? -Pero faraón: si nosotros seríamos su primer objetivo, ¿Por qué me encargó cuidar a Yugi? -Él sabe que ustedes son mis amigos más cercanos, por lo que aprovechará cualquier oportunidad para atacarlos, pero conociéndolo tomará las oportunidades que tenga; así que Yugi y sus amigos también son un objetivo viable; pero ellos no pueden defenderse, así que por eso te confío su vida, primo. -No le fallaré, faraón. "Faraón" dijo Kisara titubeante, aún no acostumbrada a tratar a Atem con tanta informalidad. -Dime. -¿Por qué el jóven Kaiba posee estatuas del Dragón Blanco? -Eso es algo que les corresponde a ustedes preguntarle. -Pero.... -dijo viendo a Seto de reojo-. "No te preocupes" contestó Atem -Ambos son más parecidos de lon que creen. Lograrás calmarlos -dijo guiñándole un ojo discreramente-. -Bien, eso era todo. Disculpa que no te pida que te quedes a comer con nosotros Seto. Pero el bienestar de Yugi está en peligro desde el primer segundo que me separo de él. -No se preocupe faraón. De todas maneras no deseo compartir habitación con el "Señor" Kaiba por mucho tiempo más. "Cómo digas Seto" contestó Atem con una sonrisa. Una hora después, Seto y Kisara ya se habían ído. Tras unas palabras poco amistosas de ambos Setos, fueron llevados de vuelta con Yugi: para Seto esto sería una estancia larga. -Por fin se fueron. Espero que estén b-. Mana no pudo terminar pues los labios de Atem se comieron sus palabras. La abrazaba con tal ternura pero con tanto deseo que Mana no pudo más que caer deseada en su ataque; y verse presa de su boca. Unos minutos después, después de una Mana roja y un Atem el doble, dijo: "No sabes cuánto llevo queriendo beberte, Nilo mío". -No pensé que lo que dijera Seto era verdad -dijo Mana sonriendo pero aún roja. -Si quieres puedo decir que sí y hacerte para mí solo. Contestó tomándola de la mano y atrayéndola de la cintura; como bailando. -Mmmm, puede que tal vez. -Dicho sea tu mandato mi reína. Comenzó a besarla esta vez tiernamente, sus labios se movían lentamente en los suyos. Ella sólo se dejaba llevar por sus caricias cuando escucharon en la puerta: "Invitados del señor Kaiba: la cena está servida. El señor Kaiba los acompañará en breve". Los pasos ídos ambos salieron camino a la cocina. Parecía que su estancia en este mundo sería un poco más placentera de lo que creían.
Ya en la mesa Kaiba esperaba paciente pero tenso a ambos a que llegaran. -¿A quién esperamos Seto? -preguntó Mokuba una vez enterado de que sorprendentemente Kaiba alberga a álguien-. "Ya lo verás Mokuba" dijo sin abrir los ojos. -¿Mmm? -expresó Mokuba levantando una ceja. Cuando Mokuba vió que llegaban unas personas dijo: "¿Yugi?, ¿Qué haces aquí? ¿Él es tu invitado Seto? -cuestionó dirigiéndose a su hermano-. -No es Yugi, es el faraón -continúo Seto en la misma posición-. -¡No puede ser Seto! Él se fue ese día, tú lo viste. -Creelo o no Mokuba, está de regreso, y se estará quedando aquí hasta que tenga que irse. -Si tú lo dices. Al Atem ir llegando Mokuba le saludó con una sonrisa: "Hola, tanto tiempo...". -Atem, Mokuba. Llámame Arem. Sí, tanto tiempo. ¿Cómo has estado? -Bien, haha ayudando a mi hermano como siempre. -Bien, te presento a Mana, mi esposa. Mokuba quien se encontraba tomado agua la escupió de golpe con los ojos como platos: ¿Tu esposa?, ¿Cuándo pasó eso? -Después te cuento. -Mucho gusto, soy Mana. -Mucho gusto. Mi nombre es Mokuba, y soy el hermano de Seto. -Vaya, no creí que este gruñón tuviera parentesco contigo. -¡Qué dijiste! -Espera Kaiba, ha tenido un largo día. No te enojes. -Hmp como sea Atem.
La cena terminada y cada uno ya estaba en su habitación, Atem y Mana ya estaban bien instalados. Él revisaba el viejo deck que tantas veces usó: se dió cuenta de que todas las cartas que había usado estaban ahí: desde "Makiu" hasta Los caballeros Rey, Reina y Jack. También otras nuevas como Las mangas del Limón o el Chocolate; incluso otras raras como "Kuriboh alado", mientras que algo curioso notó su vista: el "Dragón blanco de ojos azúles estaba ahí". No le sorprendía que Yugi incluso le diera esa carta, pero no dejó de tomarlo desprevenido el gesto. Serio supo que con tal confianza de parte de  sus amigos no podía ni debía fallar.
-Sigue pareciéndome raro el color de mi piel y mi cabello. Me siento rara -dijo Maná sacando de sus pensamientos a Atem. Él se paró y la vió al espejo al que ella se estaba mirando titubeante. -Para mí te ves hermosa, no importa que color de cabello vea en mi cara cada mañana. -¿En serio? -Tanto como que tú eres mi vida Mana. Feliz dijo: "Te amo Atem". -Y yo a ti Mana.

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