- Mi princesa…. despierta… – escuchó que alguien decía, no había dormido absolutamente nada, se pasó toda la noche pensando en James, hace un mes que lo había conocido, era absolutamente perfecto. Su cabello castaño oscuro, sus penetrantes ojos verdes, su perfecta sonrisa, su manera de vestir, su camisa a cuadros y sus jeans desteñidos, su manera de hacerla sentir que lo conocía de toda la vida y último pero no menos importante, su personalidad. No era como los chicos del vecindario, huecos, enormes y para completar la imagen, son ignorantes, ni siquiera saben que países componen el Reino Unido, ¡Y eso que vivían en el! En cambio James, no era exageradamente alto como ellos, no era nada ignorante como ellos, y era agradable estar con él, aunque claro, a Emily le encantaba estar con sus amigos de toda la vida, Carl y Drew, eran sus vecinos desde que se mudaron a Londres, antes la familia Harrison vivía en Dublín, Irlanda, pero por asuntos del trabajo de Edward se mudamos a Londres. Carl trataba a Emily como su hermanita menor, ya que él se creía ya adulto porque estaba a punto de cumplir veintiún años y Drew que tenía diecisiete años, era como el cómplice de ella en todas las travesuras que hacía y seguía haciendo.
- Cinco minutos más por favor… – dijo Emily como una niña de seis años toda adormilada.
- Emily… princesa… despierta… tengo un regalo para ti… es un libro…– al escuchar eso, ella abrió sus ojos como platos, pero no se movió. Amaba que le regalaran cosas, especialmente libros. – Vamos Em… despierta… - Esperen, había solo una persona que la llamaba “Em” y esa persona obviamente era James.
- ¡AAAH! – se levantó de la cama rápidamente del susto ¿Qué diantres hacía aquí en su habitación a tan tempranas horas de la mañana?
Emily chocó con la cabeza de James. En un segundo el ya estaba dentro del placard y ella estaba en el piso por el golpe. – ¡Em! ¿Estás bien? – un segundo después ya estaba ayudándola a levantar. ¿Cómo pudo salir de ese enorme y desordenado placard tan rápido? Se preguntó Emily, no lo sabía, solo sabía que no se esperaba que el fuera a entrar a su habitación.
- ¡James! ¿Qué haces aquí? – le dijo.
Ya te dije… te traje un regalo Em – dijo y le dio un paquete, tenía una forma rectangular. Lo abrió y vio el mismo libro que había hecho pedazos hace un mes.
- Ay dios, James, no debiste, yo hubiera comprado uno… - le dijo Emily sorprendida.
- Em, si debía haberte comprado el libro, tómalo como un regalo de cumpleaños anticipado y no te quería decir esto pero debo hacerlo… no tengo otra alternativa… – dijo y Emily solo se quedó callada escuchándolo atentamente. – Mira Em, no sé cómo decirlo para no quedar mal pero… – hizo una larga pausa, más o menos unos diez segundos, sí, Emily los contó. – la patineta con la que tropezaste era mía…
Emily se quedó unos segundos en silencio, luego, sin darse cuenta soltó una carcajada monumental. Nunca en la vida se había reído tanto. ¿Quién se hubiera imaginado eso?
- ¡Emily! ¿Ya estás despierta? Ya son las doce del medio día. – dijo Brenda, su madre desde el comedor.
- ¡James! ¡Casi me matas! – dijo ella susurrando entre risas, el se veía tan avergonzado.
- Lo siento Em… – dijo con tanta pena que por poco no se ponía llorar.
- Bueno, fue cosa del destino, ¿No? – le dijo para intentar animarlo. – Oye, vamos, si no ocurría eso, no…
- No hubiera conocido a la chica mas buena, agradable y bonita de todo el universo… - la interrumpió – te quiero Em… – dijo y la abrazó, ella estaba helada, pero le respondió al abrazo.
- ¡Emily Marie Harrison! ¡Ya mandé al pobre de James a levantarte! ¡Mira si no se perdió o terminó en el piso de la nana Julieta!
- Eh, si mami, iré a buscarlo… – dijo con aún rastros de risa en su voz – ¿Vamos abajo? – le dije.
- Claro que si milady, adelante – hizo otra de sus extrañas reverencias otra vez, no podía ser más lindo, pensó Emily.
- Gracias milord – le dijo devolviendo la reverencia.
Bajaron al comedor y ahí estaban sus padres, los padres de James, la nana Julieta y como todos los sábados… ¡Carl y Drew con sus padres!
- ¡Emi! ¡Buen día! – dijeron Carl y Drew al unísono.
- ¡Hola chicos! – les dijo. – él es James, James, ellos son Carl – dijo señalando a Carl – y el es Drew – dijo haciendo lo mimo. Ellos se saludaron y fueron a la mesa para almorzar.
Luego de almorzar, fue a su cuarto a cepillarse los dientes, cuando salió, escuchó que alguien estaba tocando el piano – cosa que ella nunca pudo hacer ya que no tenía paciencia. – ese enorme y precioso piano blanco es de su madre, que siempre quiso que ella aprenda a tocarlo, pero nunca pudo. Emily fue a ver quién era y para su sorpresa, era James. Este chico nunca dejaba de sorprenderla.
- ¿Asi que tocas también el piano milord? – le dijo Emily entrando a la sala.
- Así es milady. – dijo esbozando una sonrisa.
- Esto de hablar así ya se nos está haciendo costumbre – le dijo y los dos rieron. – y… ¿desde cuándo tocas el piano?
- Prácticamente desde que tengo memoria Em. – le dijo Em otra vez, cada vez era más tierno, se dijo Emily.
- Yo jamás pude aprender a tocarlo, nunca tuve paciencia. – le dijo.
- Pues, ya te ganaste un profesor particular, las clases comienzan… ahora. – dijo y se hizo a un lado para que ella pudiera sentarse en la silla del piano.
- ¿En serio lo dices? – le dijo sorprendida. – nunca nadie me ha tenido paciencia para esto… y yo menos…
- Pues yo si la tendré Em, es mas ven aquí que te enseñaré las notas.
- Está bien – le dijo y fue a sentarme a su lado.
Se pasamos toda la tarde en el piano riendo.
Todo era muy agradable
Y como había dicho antes…
Al estar con él todo cambiaba.
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I'm here bitches.
RomanceEmily era una chica simple, vivía a la vuelta de la biblioteca Elizabeth 1, en Londres - Inglaterra. Su tradición, o mejor dicho, su costumbre era ir todas las tardes luego de la escuela a la biblioteca, ahí ella aprendió a leer y a escribir, allí i...