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La brisa húmeda termina de mojar mi cabello por completo, esta tarde he salido un poco más tarde de las clases de baile.

Al abrir la puerta de casa mi pequeño Herby corre hacia a mi dando ladridos y moviendo su pequeña colita al compás de un ritmo que me conquista. Su pequeña sudadera amarilla sigue un poco limpia, sin contar, las manchas de salsa que anoche hizo el mismo.

— ¿Tienes hambre, Her? — hablo con él consiguiendo un ladrido, nada potente. — Ahora cenamos, solo dejarme quitar esta ropa mojada.

Captando mis palabras el pequeño perro sale corriendo a su cama en mi habitación, sonrió mientras comienzo a bailar suavemente. Me gusta repasar los pasos que me enseñan cada vez en las clases.

Al llegar a mi habitación risas coquetas se escuchan cerca. Miro a la ventana y me doy cuenta que esta abierta. El aire húmedo se cuela con la compañía de las risas. No puedo evitar ver la escena que Matteo comparte con una chica de cabello negro corto.

La chica lo toma por el cuello dando la espalda a la ventana, él posa sus manos en su cintura.

Él no tiene ropa, ella solo lleva su playera, que seguramente, se a puesto hoy Matteo.

— Por lo menos hizo caso a lo que le dije, ¿no? — susurro para Herby, quien, me mira con ojos de "tú misma te haces esto".

Cierro la vetana sin hacer mucho ruido y dejo entre abierta la cortina. No quiero que piensen que los espío. Estaría loca para hacer aquello.

— Vamos a cenar, te parece pasta con salsa de tomate y un filete.— tomó a Herby en mis brazos y camino con él hacia la cocina. — Pero esta vez no ensucien esa sudadera, no he podido lavar las demás, ¿ok?.

Aún con la ropa mojada dejo a Her en el piso, miro como se sienta esperando a que algo se caiga o por lo menos esperar a que la comida este lista.

Suspiro al recordar la escena de Matteo, se le veía feliz. ¿Sera su novia?, nunca lo he visto con una sola chica, no puedo olvidar la ultima vez que mire como un zapato de tacón rojo casi le pegaba en la cabeza, y esa vez, era una castaña con la que estaba.

Es que él es un cabrón. Es de esos chicos que se la pasan buscando faldas con un ego altísimo que llega al cielo y aunque sean guapos no saben lo que sufrir por un no.

Es por eso que cada vez que me invita a salir le digo que no, no me gustaría enredarme con él. No soy de esas chicas, no soy tan fácil de convencer sólo por unos lindos ojos color marrón, una cebello largo y con rulos, y ese cuerpo. Ok, tal vez Matteo me atrae solo un poco.

Recuerdo la primera vez que hablamos por la ventana, estaba aún lado de ella y me proponía a hacer ejercicios de álgebra, no sabía la respuesta y al volver a decir el problema en voz alta, él me dio la respuesta.

Matteo Balsano es un chico guapo pero cualidades que dejan desear mas de lo que da. No sólo una noche, ¿porqué no un día?.

— Que dilema,¿cierto? — habló con Her y él solo mueve la cola al ver la salsa de tomate. — Si sigues así tendré que llevarte conmigo a las clases de baile y bajes esa panzita que comienza a crecer.

Y solo se dedica a pasar su pequeña lengua por su osico. Mi pequeño perro es un glotón, lo amo por ser como yo.

Término de hacer la cena, tomo el plato de comida de Her y echo una cantidad buena de pasta con salsa de tomate y pongo carne encima para que su plato este listo. Lo dejo en el suelo del comedor y comienza a devorarlo. ¿Comó es que un pequeño perrito puede comer tanto?.

Levanto mis hombros y me dispongo a comer.

Y como siempre Her es el que termina primero y viene hacia a mí a pedirme comida, con gusto le doy algunos trozos pequeños de caen con salsa. Terminando de cenar me levanto y llevo mi plato al lavavajillas.

— Parece que haz estado jugando con una perrita — Her me mira alzando solo sus ojos, esta lleno de salsa de tomate, hasta en las patas y claro su sudadera amarilla ahora es como naranja. — Vamos, te limpiaré.

Lo cargo entre mis brazos y lo llevo a mi habitación. El calor se encierra y decido abrir la ventana dejando entrar el aire frío de la noche. Herby esta sobre mi cama manchando, como ya es costumbre, mis sabanas. Miro como se revuelca haciendo que su osico se limpie en mi cama, río al verlo tan juguetón.

— Estoy segura que por aquí, había otra sudadera. — me acerco a mi armario y busco entre mi ropa, la ropa de él.

La encuentro, es una sudadera pequeña de color azul claro, sinceramente es por que se a descolorido. Tomo una toalla y me dispongo a limpiar a Her, él gustoso se deja y espera sin tantas ansías. Término poniéndole su sudadera limpia y encuanto lo dejo sale corriendo hacia afuera de la habitación.

Suspiro echo mi cabello hacia atrás y juego un poco con mis labios acariandolos con mis dedos. Es algo que hago cada vez que me pongo nerviosa. Es un tipo tic.

Me dispongo a quitarme la ropa sucia, tomo mis deportivas y las tiro hacia una esquina de la habitación, tomo el borde de mi blusa verde y la tiro hací arriba dejándome solo en sujetador.

Camino a mi closet y tomó un sujetador limpio de color negro, aún no termino mi noche, regreso de nuevo hacia el lugar de mi cama y me giro dándole la espalda a la ventana, quito los seguros del sujetador y hago que los tirantes se resbalen por mis brazos. Pongo el limpio haciendo que el sucio se quede en el piso, aborcho los seguros y desabotono mi jean.

— Que hermosa te vez esta noche. — me sobre salto al escuchar la voz de Matteo. Giro tan rápido que hago que mi cabello se alze.— bueno siempre estas hermosa.

— ¿Espiando? — le digo seria mientras el toma su labio con sus dedos y lo jala.

Maldito tentativo.

— Sí, yo aceptó lo que hago. Estaba observando el arte de la vida. — alzó mis cejas y me acerco mas a la ventana. Ya estoy acostumbrada a llevar solo sujetador cuando hablo con él.

— ¿Y tú chica? — frunce el ceño, haciéndose el que no sabe nada. — Oh, vamos. Era linda de cabello negro y corto.

— Ah, Mile. — Siento que me da un tirón en el estómago al escuchar pronunciar el nombre de la chica. — Se fue hace rato, ¿porqué preguntas?, ¿estas celosa?.

— ¿Porqué tendría que estarlo?, no tengo motivos, es muy tu vida. — Sus ojos dejan de ver a los mios y bajan hacia mis senos. Ruedo los ojos, solo él busca sexo. — Bueno, me voy. Tengo cosas más importantes que ser comida con la mirada por el vecino.

— Oh, vamos. No puedes relajarte, ¿vienes a cenar? — sus ojos brillan con una intensidad que muestra añoranza.

— No, ya cene. Pero gracias de todos modos. — le sonrió falsamente y me pongo seria para alejarme de la ventana y caminar hacia la puerta de mi habitación.

— ¡Algun día vas a querer pasar tiempo conmigo, Luna! — Grita Matteo y me giro a verlo, tiene una sonrisa que encanta a cualquiera.

Es momento de ponerlo loco con mis palabras.

— No lo necesito, paso mis noches contigo, en mis sueños.— abre la boca sin creer lo que le he dicho.

Le guiño el ojos y mando un beso para salir, esta vez, meneando más mís caderas y alborotando mi cabello.

— Como me gusta ser villana con él. — Herby ladra quedo y mueve su cola para seguirme hacia la sala.

Soy la villana.

Villana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora