Capítulo 4. Resistencia.

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—¿Tengo que mirar algo en especial, Niklaus?—sonreí.

—A ver, me estas mirando a mi, a si que—dijo acomodándose en el sofá.

—Solo me fijaba en una cara que creo que veré mucho—dije rodando los ojos.

—Es una cara muy bonita, ¿no crees?—dijo con aire altanero sonriendo.

—¿Eres tan creído siempre?—dije mirándole.

—¿Y tu tan irritante?—dijo mirándome a los ojos—cambiemos de tema, antes de que agotes la poca paciencia que tengo, me imagino que querrás ir a ver la casa, te la enseño con encantado, pero solo si no me desafías—dice mirándome con advertencia en su voz y mirada.

—Me vas a enseñar la casa, pero, te voy a seguir desafiando todo lo que quiera—digo sonriendo y me pongo de pie.

El se ríe, y se pone seguidamente de pie para enseñarme la casa.
Todo esta perfectamente decorado e impoluto.
Una cocina totalmente equipada, tres baños individuales, dos salas de estar, otros tres despachos y siete habitaciones con baños incluidos en ellos.
Mi habitación se encuentra al lado de la de Rebekah y enfrente a la de Klaus. Al entrar en lo que seria mi habitación, veo una gran cama con dosel, que llama mucho mi atención. Todo parece sacado de una revista de casas lujosas, aun que, en verdad si lo sea. Me la quedo observando maravillada, hasta que Nick rompe el silencio.

—Espero que te guste y sea de tu agrado—dijo con una sonrisa que no había visto—el baño esta al entrar, y el vestidor esta en frente, esta todo lleno de ropa, escogida por Rebekah, hay de todo tipo, y de todos los años.

—Gracias Klaus, es maravilloso, y tiene una acústica increíble toda la casa—digo dirigiéndome hacia la cama y acostarme en ella, a los dos segundos lo tengo al lado mirándome.

—¿Sabes cantar?—pregunto incrédulo.

—Sí, ¿tan raro es que una chica sin ninguna preparación no sepa hacer lo que ella se proponga?—digo mirándole—y aparte de saber cantar, se tocar cuatro instrumentos, empecé a los seis años con el violín, a los ocho con el piano, a los doce con la guitarra y a los catorce con el saxofón—dije acomodándome en la cama apoyándome en el cabecero de esta.

—Es un poco impactante la verdad—dijo sorprendido, lo que me hizo reír—yo pinto, en mi habitación tengo mis últimos cuadros. Ven, que te los muestro—dijo y se levanto, para salir de la habitación y entrar en la suya.

Su habitación era la más grande de todas, con una cama parecida a la mía, y estaba decorada con distintos cuadros, magníficos todos, supongo que serán de el. Pero hay uno que me llama la atención, me acerco a donde esta situado es cuadro, encima de cama. Es un lobo aullándole a la luna.

—Es increíble lo bien que pintas—dije impresionada mirándole.

El sonrió, y sin yo esperarmelo se me lanzo a los labios para besarme ferozmente, a lo que yo le respondí de la misma manera. A los dos minutos estábamos desnudos en la cama haciendo sexo salvajemente. Todo fue intenso, salvaje y voraz, pero sin un ápice de sentimiento, solo morbo y pasión.

              Media hora después...

Los dos estamos acostados en la cama, tapados por una fina sabana blanca de seda.

—Te puedo asegurar, que ha sido uno de los mejores polvos de hace siglos—dijo mirándome pícaro—eres caliente en la cama lobita.

—Eso dicen—digo riendo mirándole—lo mismo te digo vampiro, pero ahora que no se te suba a la cabeza—río—y que sepas, que esto no ha cambiado nada—digo levantándome y poniéndome la ropa y antes de salir de la habitación le guiño un ojo con picardía.


Al salir de la habitación de Klaus, me voy hacia la mía, donde de una cómoda cojo un pijama rojo de seda y me lo pongo para meterme en cama, miro el reloj, y veo que son las 00:47 de la noche y me pongo a dormir, estaba agodata, ya que hoy ha sido un día muy intenso.

La Marca de la Media Luna [Los Originales] Finalizada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora