Capítulo 3.

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Luego que tardar casi una hora para tomar el bus llegamos a casa, estaba sola, pues nuestros padres estaban trabajando.

Sí, ambos trabajan.

—¿Qué hay de comer? —preguntó mientras se cambiaba la camisa del uniforme.

Abrí la nevera y busqué nuestras comidas.

Perfecto.

—Puré de papas, ensalada rallada y cotufas de pollo. —respondí.

Él enseguida sonrió, nos encantaban las cotufas de pollo.

Eran unos trozos de pollo picados pequeños, empanizados, fritos y bañados en salsa agridulce.

Una delicia.

Calentamos la comida y almorzamos a gusto.

La tarde transcurrió normal, no fue más que hacer tareas, comer cualquier cosa dulce que hubiera por ahí y hablar con Camila.

(...)

Blackbear de nuevo, otro día comenzaba.

Hice exactamente lo mismo que los otros días, sólo que no sé por qué razón me había alistado más rápido de lo normal, por lo que me dió tiempo de maquillarme y peinarme con calma.

Comenzamos bien.

Salimos de casa y como siempre papá nos dejó en la estación de trenes.

Ésta vez no tardó tanto, y como era temprano no había tanta gente.

Y el día se vuelve cada vez mejor.

El transcurso se me hizo algo rápido, al llegar a la estación desperté a Jean como de costumbre y salimos del vagón.

Esperamos el tiempo de siempre y la escalera estaba completamente vacía así que subimos.

Apenas puse un pie en ella sentí lo mismo que había sentido el día anterior, alguien estaba observandome.

Giré mi vista a la derecha y mis ojos se encontraron con unos ojos cafés no muy oscuros, rodeados de lindas pestañas, no muy largas pero lindas, una barba apenas notoria acompañaba su rostro, mientras que su cabello estaba bien afeitado y algo despeinado.

Mantuvimos las miradas por unos segundos, él no hacía gesto alguno, mientras que yo no entendía lo que pasaba.

Las escaleras llegaron casi a su fin y lo perdí de vista.

—...Entonces, ¿crees que deba hacerlo? —finalizó.

—¿Hacer qué? —pregunté notoriamente perdida en cuanto a sus palabras.

—Inscribirme en el equipo de fútbol del instituto Mafer, parece que no me prestaras atención. —bufó.

No parece, no lo estaba haciendo pequeñín.

—No, lo siento, es que tengo examen a primera hora y estoy algo nerviosa. —excusé—. Y en cuanto a lo de fútbol, claro que creo que debes inscribirte, eres muy bueno, aparte me gustaría ir a ver tus partidos, a ver si algún chico lindo de la categoría mayor me coquetea. —bromeé.

—Ni lo sueñes. —entrecerró los ojos.

—Sólo bromeaba, tonto. —reí—. Ahora vamos, quiero llegar.

—Adiós Mafer. —despidió.

—Cuídate. —besé su mejilla y siguió.

Continué mi camino y al llegar habían llegado pocos alumnos, era temprano y se notaba.

Mientras esperaba que alguno de mi grupo llegara vino a mi mente lo antes ocurrido en el metro.

¿Será que tenía algo en la cara?

Es raro que un chico me vea así.

Le calculo unos 20 como mínimo, por su barba y cuerpo, quizás más, o quizás menos.

Pero sigo sin explicarme por qué.

—Hoola. —llegó Fabianna.

—Oh Dios, ¿Faby llegando temprano? ¿Será este el final del Hombre Araña? —bromeé.

—Calla. —rió—. No sé cómo puedes estar tan feliz sabiendo que tenemos examen a primera hora con Junior.

Ya va, ¿qué?

—¿Cómo que tenemos examen? —pregunté desorientada.

—Sí, de física. —respondió—. Lo dijeron la semana pasada, vale el 20% de la nota, no me digas que no sabías nada. —dijo preocupada.

Y creía que este día sería genial.

Entonces recordé que el profesor sí nos había informado del examen, pero lo había olvidado por completo.

María Fernanda, ¿en qué mundo vives mujer?

Después de todo lo que había usado como excusa cuando hablaba con Jean no fue del todo mentira.

—¡No recordaba! no puede ser, ni siquiera sé de qué tema es, Dios, Dios, Dios.

—Tranquila, es temprano si quieres te ayudo a estudiar. —se ofreció.

Díganle a ésta chica que la amo.

Dicho esto accedí y entramos de una vez al salón a estudiar.

Detrás De Su Mirada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora