—¿A qué le tienes miedo? —Preguntó la señora mientras anotaba cualquier cantidad de cosas en su libreta.
Me lo pensé por un momento, pero al fin y al cabo era mi mayor temor. De hecho, mi único temor.
—A la oscuridad. —Respondí.
Desde siempre le había tenido miedo a la oscuridad, pero no por el simple hecho de que unos tontos monstruos saliesen debajo de mi cama. Esos al fin y al cabo eran puras estupideces que la gente inventa para que los niños obedezcan a sus padres.
Yo, por mi parte, le tengo miedo a la verdadera oscuridad.
—Mira hacia el techo, pequeño Kevin. —Ordenó la señora.
Estaba recostado en un cómodo asiento reclinable, en el despacho de la psicóloga, la señora Freeman. Era una sesión a la que mis padres me habían obligado a venir para tratar mi fobia y timidez.
Dirijo mi vista hacia el aburrido techo gris.
—Ahora cierra los ojos. —Pide nuevamente la señora.
Ruedo los ojos. ¿Es en serio?
—Vamos, ciérralos. —Repite y yo la obedezco.— ¿Qué ves?
Vaya idiotez más grande.
—Nada. —Contesto seco.
Puedo escucharla suspirar. —Concéntrate, Kevin. —Acaricia un poco mi cabello.— ¿Qué ves?
¿Qué puedo ver?
•••
Doy otro fuerte golpe a la puerta buscando derribarla y como era de esperarse, no lo consigo.
—Déjenme salir. —Ruego con las lágrimas deslizándose por mis mejillas.— Tengo hambre.
No sabía cuanto tiempo llevaba encerrado en el cuarto del conserje, sólo era consciente de que ya la hora del recreo se había terminado y todos los alumnos estaban en los salones, pues ya no se escuchaba ni un alma por los pasillos.
El cuarto era pequeño y oscuro, casi no podía moverme y el calor comenzaba a azotarme el cuerpo.
—¡Quiero salir! —Gimoteo al mismo tiempo que doy unas patadas a la puerta.
Odio cada vez que me encierran aquí, es como un aviso. Siempre, cuando salgo de aquí, me dan una paliza.
No lo entiendo. Yo no les he hecho, nada. Ni siquiera hablo con nadie en mi salón. ¿Por qué me quitan la merienda que me prepara Mami? ¿Por qué me roban la tarea? ¿Por qué me tienen que golpear?
Mis manos duelen por golpear tanto la puerta, mis ojitos se empiezan a cerrar del cansancio y mi pancita ruge como un león.
Mi mami me había preparado mi sándwich favorito por mi cumpleaños y ellos no me dejaron si quiera probarlo; me lo arrebataron y se lo comieron entre ellos. Me agarraron de los brazos y me encerraron en el cuarto del conserje, dijeron que vendrían por mí a la salida.
Y claro, me darían mi regalo de cumpleaños. Yo no les dije nada, pero mi mamita me había dejado un recadito sobre el portacomidas y ellos escupieron sobre él, para luego pisotearlo.
Dijeron que ella lo hacía por lástima, que esas cosas eran para maricones, que un verdadero hombre no se andaba con cursilerías.
No supe el momento en que me dormí si no cuando un rayo de luz me iluminó al abrirse la puerta.
Ahí estaban ellos, cada uno con una sonrisa maliciosa en sus rostros. Los tres iban en un curso más alto que yo, eran grandes y fuertes. Mientras que yo, era como un pequeño chihuahua al lado de ellos.
Mike, el líder, me sujetó del cuello de la camisa para luego empujarme contra el piso.
Pude escuchar cómo se reían, el sonido de su burla resonaba en mi cabeza como un eco. Intento levantarme, pero las manos aún me arden y mis piernitas tiemblan.
—Levántate, imbécil. —Brama Mike y yo hago un esfuerzo pero vuelvo a caer.
—¡Que te levantes! —Grita Phil, uno de sus colegas al mismo tiempo que me agarra bruscamente del brazo poniéndome en frente de Mike.
—Cumpleaños feliz... —Canturrea entre dientes Mike y me da una fuerte patada en el abdomen.
Gimo del dolor y me intento doblar sobre mí mismo pero Fred me hala del cabello obligándome a levantarme, mientras Phil me sujeta de los brazos.
—Te deseamos a ti... —Sigue canturreando. Esta vez Fred me da un gran puñetazo en la nariz.
—¡AH! —Grito sintiendo un terrible ardor en la nariz. En seguida siento como algo se riega por encima de mis labios.
Sangre.
—Cumpleaños pequeño Kevin. —Recita con los dientes apretados, llenándome de puñetazos en la panza.— Cumpleaños a ti.
Phil me arroja al piso y Fred me pone un pie encima impidiéndome el movimiento.
—¿Te gustó la sorpresita? —Preguntó Mike fingiendo interés y sus amigos ríen a carcajadas.— ¡SORPRESA! —Exclama y finaliza dándome con fuerza un puñetazo en la cara.
Grito nuevamente del dolor y agacho mi cabeza haciéndome un ovillo en el piso.
Phil y Fred me sujetan de los brazos y las piernas, para luego arrojarme nuevamente dentro del cuarto del conserje. Gimo del dolor, sintiendo todo el cuerpo entumecido y mi nariz ardiendo como el infierno.
—Luces fuera. —Susurra Mike para luego azotar la puerta.
Nuevamente me he quedado solito, encerrado en el pequeño y oscuro cuarto del conserje. Otra vez las lágrimas salen de mis ojitos, intento limpiarme pero toda la cara me duele por el golpe en la nariz.
Tengo miedo, el tiempo pasa y yo sigo aquí encerrado.
Si tardaba en regresar a mi casa, mis padres iban a castigarme.
Ahora tendría que esperar a que viniera el conserje, mientras tanto quedarme con todo el cuerpo adolorido y llorando aunque nadie pudiese escucharme.
•••
—¿Por qué lloras, Kevin? —Preguntó la señora Freeman.
—Porque... Tengo miedo.
—¿Qué viste en la oscuridad?
—Los niños me encierran y luego... Me golpean. —Respondí con lágrimas en mis ojos.
—Eso no volverá a pasar porque te vayamos a ayudar. —Me animó sonriente acariciándome el cabello.
Pero yo negué con la cabeza.
—Nadie puede ayudarme.
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Hola, hola ❤️
Aquí el prólogo de la nueva historia.
Es la segunda obra de la bilogía instintos y espero que les guste.OJO: No es necesario haber leído el primer libro (La Burbuja de Melanie) para poder entender este. Algunos personajes son repetidos pero tanto la trama como los puntos de vista son diferentes. Sin embargo, algunas escenas pueden conllevar a spoiler de LBDM.
Si es la primera vez que lees una de mis historias, cuéntame tu opinión.
Si vienes desde el otro libro, ¿qué tal te pareció?
Leo TODOS los comentarios y hago lo posible por responderlos💖
Besos y abrazos,
Pam Darod ❤️
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Una Sonrisa En La Oscuridad
Teen FictionINSTINTOS (2/3) ¿Ves ese chico tímido que se sienta al fondo de la clase? Es Kevin Cruise, el mismo al que le arrojan bolitas de papel o empujan por los pasillos. Kevin siempre está solo, sumido en su propia tristeza, o lo que él mismo llama: Oscur...