Un par de días habían pasado desde lo ocurrido en la escuela con Jasmine. Estaba preocupado por lo que fuese a ocurrir con ella, y claramente en cómo se encontraría ella, ya que de golpe todos en el Instituto de repente sabían de su condición.
Y me sentía culpable, ya que si ella no hubiese intervenido, probablemente no la hubiesen empujado y sus medicamentos no habrían quedado a la vista de todos. Pero tampoco, por más que quisiera, podía ir a su casa para ver cómo estaba.
Por su bien.
Solo me quedaba esperar.
La puerta de mi habitación se abrió de golpe y yo cerré rápidamente la pantalla del portátil.
—Existe algo llamado privacidad. —Ironicé poniendo los ojos en blanco.
Mi madre me veía desde la entrada del cuarto, con los ojos entornados y cruzada de brazos. Parecía estar esperando algo por parte de mí, ¿pero cómo iba a saberlo? Si ella me buscó.
—¿Ocurre algo...? —Alargué sentándome en la cama.
—Eso quiero saber. —Respondió con desconfianza.— ¡Quiero saber ya mismo qué hacen ese montón de motociclistas en mi jardín!
—¿Motociclistas? —Pregunté incrédulo pero con un ápice de emoción en mi voz. ¿Y un montón? Wow. Pensé. Eso tenía que verlo.
—No. Payasos en monociclos. —Respondió sarcástica. Está bien, eso venía de familia.— Dicen que te están buscando. Bajas ya mismo y solucionas eso. No quiero tener a esos delincuentes en mi casa.
Y como si me hubiesen dado cuerda, salí corriendo de mi habitación y bajando de dos en dos las escaleras, estuve en un pispás en la entrada principal donde se encontraba mi padre charlando con dos sujetos vestidos con chaquetas de cuero, de aspecto bastante frívolo, pero que al verme suavizaron sus expresiones. Se trataba de Jeff y Darwin.
—Kev, —se dirigió mi padre a mí con una expresión bastante seria— ¿es verdad que reparaste la moto de estos dos hombres?
—Y-yo, bueno... —Me rasqué la nuca algo nervioso— En realidad no fue nada. Yo pasaba por ahí y...
—Sabes que eso no es un juguete ¿No? —Se palmeó la frente.— ¿No pensaste que pudiste haberle dañado algo más? No tenemos dinero para andar pagando cosas innecesarias.
—Señor, no lo regañe. —Intervino Jeff.— De verdad que el muchacho es muy bueno. ¿No es así Darwin?
—Bah. Suerte de principiante.
Jeff puso los ojos en blanco y prosiguió. —Se lo hemos comentado a nuestros colegas y ahora todos aquellos quienes creen que su moto tiene algo defectuoso, insistieron en venir hacia el chico prodigio de las motocicletas.Mis ojos se abrieron de par en par ante lo que había dicho Jeff. ¿Acaso un montón de motociclistas habían venido para buscarme? ¡¿A mí?! Ellos se apartaron para que yo pudiera ver el espectáculo. El cual se basaba en una larga hilera de por lo menos una docena de motocicletas estilo ninja de carreras, con sus dueños conversando entre ellos que luego se giraron hacia mí cuando Jeff y Darwin los llamaron para decirles que era yo a quien buscaban. De inmediato ya los tenía a todos frente a mí, contando las fallas que tenían sus motos para que yo les echara un vistazo.
Mi padre no lo podía creer. Había permanecido junto a mí, anonadado ante mis conocimientos y, según los tipos, mis habilidades con aquellos vehículos motorizados de dos ruedas. Tanto Jeff como Darwin habían permanecido toda la tarde en mi casa, encargándose de que los "zánganos" como llamaban a sus colegas, no se fueran sin pagar. Y la verdad es que me había ido muy bien, era la primera vez en tantos años que veía tanto dinero junto, ya que en mis condiciones no me era posible ahorrar pues siempre me terminaban arrebatando el dinero.
ESTÁS LEYENDO
Una Sonrisa En La Oscuridad
Teen FictionINSTINTOS (2/3) ¿Ves ese chico tímido que se sienta al fondo de la clase? Es Kevin Cruise, el mismo al que le arrojan bolitas de papel o empujan por los pasillos. Kevin siempre está solo, sumido en su propia tristeza, o lo que él mismo llama: Oscur...