Clave #8

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Llegué al Polo lo más rápido que pude y entré en la oficina de Norte sin detenerme a saludar a nadie.

-Norte, llama a los guardianes. Pitch ha regresado.

Al instante, él se quedó helado, y vi su expresión cambiar de una sonrisa relajada a distorsionarse en una mueca de seriedad.

- ¿Estás seguro, Jack?

Asentí.

-Fui a visitar a _____ hoy y Pitch casi la arrastra a ella y a...su amigo con él. Estuvo tan cerca, Norte, tan cerca -le dije y me acerqué-. No la puedo perder otra vez.

Las palabras, es humana ahora, quedaron implícitas.

La expresión de Norte se suavizó.

-Respira profundo, Jack. Ella estará bien, inmortal o no. Su espíritu es fuerte, es por eso que la Luna la eligió todos esos años atrás.

Tenía que mantener la compostura, no perder la razón, pues con eso solo lograría favorecer a Pitch. Mi nieve no necesitaba eso, me necesitaba a mí, no para salvarla, sino para luchar junto a ella con todos mis sentidos alertas.

Norte no perdió más tiempo y llamó a los Guardianes a una reunión de emergencia. Hace varios meses que no los veía, ni siquiera me había acercado a Conejo durante Pascua. No lo había soportado, a ninguno de ellos, sus miradas tristes, sus ojos de ciervo, cómo cada uno de ellos me trataba como si me fuera a romper en cualquier momento, pero solo me recordaba lo que había perdido, con cada gesto y movimiento. Era imposible que no terminara con un nudo en la garganta, no solo el Polo Norte me recordaba a _____, sino también mis amigos, no podía dejar de verla en ellos.

- ¡Jack! ¿Estás bien?

Hada acababa de llegar a la sala de reunión principal, frente al globo terráqueo, con las luces de todos los niños que aún creían, cuando me vio y en ese segundo, saltó hacia mí y su voz se elevó dos octavas más altas.

-Lo siento -dijo al instante en que vio que no la abrazaba de vuelta-. ¿Ella está bien?

Solo pude asentir en respuesta.

-Norte, más te vale que nos hayas llamado por algo importante, son casi las 5pm y el día se acaba -dijo Conejo detenerse junto a nosotros, al otro extremo de donde yo estaba.

Sandy hizo unas señas por sobre su cabeza indicado, lo que interpreté como que estaba ocupado con una niña y su hermano gemelo, quienes no tenías padres y necesitaban sus sueños para sobrevivir.

¿Por qué el mundo parece más desgraciado ahora que _____ ya no está?

-Tenemos que sacarla de ahí -sugirió Hada-. Ya no es seguro, Pitch sabe dónde está.

- ¿Cómo piensas hacerlo si somos invisibles? -intervino Conejo.

Sandy formó una flecha sobre su cabeza con una enorme sonrisa en su rostro y me señaló a mí.

- ¿Sandy? ¿A qué te refieres? -le pregunté.

Norte ahogó un grito victorioso.

- ¡Tiene razón! ¡Tú lo harás! Exclamó y me tomó por los hombros-. Debe de quedar aún una parte de ella que sabe que nosotros existimos, que nos recuerda. Hazla recordar. Hazla creer.

Norte me miraba con sus enormes ojos azules, llenos de emoción por la grandiosa idea que se le había ocurrido. Yo me quedé pasmado, parecía tan simple, tan fácil. No lo había intentado hasta ahora, porque, a decir verdad, quería que ____ tuviera la oportunidad que se le fue arrebatada: vivir una vida normal, crecer, sentir el calor del verano, reír sin preocupaciones, que fuera vista, reconocida. No quería quitarle eso, arruinarle su burbuja.

Y no lo hubiera hecho de no ser por culpa de Pitch.

Así que apenas todos acordamos que traería a _____ al Polo Norte una vez lograra que volviera a creer, partí hacia su escuela. Me quedaría con ella desde ese momento, para observarla, para hacerle recordar que el mundo es mucho más allá de lo que ven sus ojos.

La encontré en el patio trasero, sentada sola en las escalinatas de la escuela, mirando hacia el bosque. Sabía perfectamente lo que estaba pensando, y no necesitaba poder leerle la mente para ello.

Se había puesto un abrigo negro y botas para la nieve. Tenía frío, algo que antes nunca había sentido.

El resto de los estudiantes que estaban allí no pasaban de ser 7 y todos estaban viendo sus celulares o leyendo unos libros que supuse eran para una clase.

Me acerqué a ____ y me senté a su lado. Pude ver cómo un escalofrío el recorrió el cuerpo entero. Mi culpa, había provocado un viento frío al sentarme sin querer.

-Te extraño -murmuré.

No se movió ni un centímetro.

- ¿Te acuerdas de la primera vez que nos conocimos? -continué, sin apartar mi vista de ella-. Recuerdo lo asustada que estabas, lo enojada. No sabías por qué eras invisible, por qué la Luna te había elegido, ni por qué de pronto no recordabas ni siquiera a tu familia.

-Recuerdo que pasabas de la frustración, a la ansiedad, a la confusión y desesperación; tu ánimo fue así por al menos lo siguientes seis meses. Sí, peleábamos siempre que nos veíamos, durante más de 300 años era así, pero yo sabía que podía confiar en ti, en que me entenderías.

Diminutos copos de nieve comenzaron a caer en ese momento, como si fuera la única manera en la que yo pudiera tocarla.

Un brillo apareció en sus ojos, luego desapareció, tan rápido que como llegó.

Amor Congelado IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora