Papá últimamente está muy paranoico conmigo, desde que lee el periódico cada mañana que el repartidor lo tira hacia su puerta, no ha faltado a leerlo ni una sola vez, ni siquiera cuando quién los entrega enferma, él mismo va y adquiere uno al súper mercado.
Tras la muerte de mamá a manos de un desconocido hace ya un par de años, me protege como si yo fuese lo más importante para él y... no estoy despreciando su constante preocupación por mi pero, creo que ya se está pasando de la raya. Siempre que intento ligar con algún chico que me parece atractivo del instituto, se limita a seguirnos a él y a mi porque sospecha que pasará como mamá; cuando lo traigo a casa le hace una eterna entrevista de varios minutos, preguntando acerca de su pasado: quién es, quién fue, quién quiere ser[...] y todo esto, a un jodido chico que me parece apuesto de tan solo 16 años; y sí, si te lo preguntas yo tengo 16 también. Su paranoia llega a niveles tan altos, que la casa está completamente rodeada por cámaras, que constantemente están grabando imagen y sonido de calidad, no como todas esas que tienen los cerdos de la policía que no son capaces de hacer bien su trabajo.
En fin, amo demasiado a papá pero, ya me estoy cansando de esta actitud tan sobreprotectora. Esta vez seré yo quien traiga el periódico junto a su desayuno favorito: un buen par de tostadas ni muy tostadas ni muy quemadas, jugo de naranja de la anciana que vive un par de casas bajo la calle, huevos batidos pero no revueltos y una taza de chocolate con medio malvavisco flotando encima, le encanta que yo lo muerda antes de colocarlo ahí, le recuerda a como lo hacía mamá, pero basta de estar pensando en ella, que no es la protagonista de esta historia.
-¡Buenos días padre! ¿cómo está el papá más protector del planeta? hoy no tienes que trabajar así que, déjame traerte lo que más te gusta a la cama ¿sí, sí, sí, sí, sí? porfa -mirando a los entre cerrados ojos de mi padre, rogaba por salir- te prometo que no pasará nada malo, anda.
-¿Qu... qué haces despierta a estas horas Evangelyne?¿a caso no tienes qué ir al instituto hoy? -preguntó mi padre, aturdido por el sueño que aún lo invadía por todo su cuerpo- si piensas salir, Evangelyne, llévala contigo -dirigía su mirada hacia su mesa de noche, de la cual sacó un arma; un revolver calibre 35-.
-Papá, es demasiado temprano para llevarla, te juro que no pasará nad.. -antes de terminar, interrumpió mi padre-.
¡Llévala contigo! nunca estás segura -con firmeza recató mi padre-.
-Está bien, está bien, la llevaré conmigo, solo para que no empieces tu día con el pie izquierdo, sigue durmiendo mientras yo voy por las cosas -sonreía, mientras salía de la habitación rumbo al súper mercado-.
Entonces salí de la casa. Hace muchos años papá había luchado en la guerra, así que gracias a ello, constantemente había estado entrenando mis capacidades para valerme por mi propia cuenta, cuando él no estuviese conmigo. Manejo de armas, llaves personales para la auto defensa, atacar o incapacitar, desarmar un objetivo armado, esconder tu arma, inclusive llegó a enseñarme a guardar información confidencial o sacarla a mi gusto, razón por la cual creo que he salido con tan pocos chicos en lo que llevo en el instituto; sí... eso creo. Guardé el arma en la funda de mi bota, porque si no te has dado cuenta, sí, donde vivimos hace bastante frío, aunque tu no sepas donde vivo yo, y tampoco pienses que te lo diré.
Pasé a recoger huevos frescos de la granja de Guls, él siempre tiene a sus mejores gallinas a disposición de todos aquí, y lo mejor es que jamás me ha cobrado por un huevo... ¡eso es tener los huevos de oro! [...] no tienes porqué reírte con mis chistes malos, con reírme yo es suficiente. La anciana Nicolson estaba siempre presente a la misma hora -6:50hrs- y en el mismo lugar -su viejo y podrido garaje- esperando que los corredores madrugadores se hicieran con las botellas de jugo natural que vendía, algo costosas por cierto, 4 dólares con 50 centavos por 500 mili litros, en cualquier lugar del mundo eso es un escándalo menos aquí, porque estamos todos pagándole cada centavo a esa anciana moribunda. Y bueno, tostadas habían en casa, solamente me faltaba el periódico, instrumento infalible de los desayunos de papá, creería que sino me matase algún extraño, lo haría él por no llevar el periódico a la mesa.
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Historias a manos de la oscuridad
Horror¿Te han dicho mil y una vez qué la oscuridad no puede ser tratada dignamente por qué en ella se esconden miles de millones de criaturas qué harán lo imposible para qué tu no concilies el sueño? déjame decirte que yo he estado en lo más profundo de s...