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Cuando el reloj marcaba las cuatro menos cuarto, a su paso marcado por un cielo tenue y un pasto recién bañado por la ligera llovizna de hace unas cuantas horas. Se encontraba Kim Tae-hyung contemplando desde su ventana aquel paisaje, tratando de comprender la situación, soltó una bocanada de aire que mantenía desde hace rato, la razón no daba para mucho en ese preciso momento, buscaba una solución pero no obtenía tal cosa. 

  ¿Dónde estoy? —meditaba.

Él no comprendía, los objetos que habían a su alrededor eran muy extraños, y desde la ventana descubre, según él una especie de transporte, pero ese transporte venía sin un animal, y mucho menos un jinete galopeando, descubre también que hay miles moviéndose bajo cuatro ruedas de izquierda a derecha, él estaba confundido. Da una mirada a su alrededor, ve una cama cubierta con una tela color turquesa, observa una pequeña mesa de madera en su lado derecho, se acerca e aquella mesa y nota sobre ella, una pintura en un estilo de marco, su mano izquierda lo agarra con confianza, y hay tres personas en esa pintura, una infante, una mujer de mayor  edad y un chico de cabello negro. Deja la pintura en su lugar y sigue explorando la habitación.

  — Esto es completamente distinto. —afirmó. 

La presión en su pecho aumentaba, estaba perdido, Kim Tae-hyung alborotó su cabello frustrado, sus ganas de llorar eran notorias, decidió salir de esa habitación, aunque en su interior moría de miedo dar el paso. Al salir de la habitación en silencio, encuentra un espejo en el pasillo.

Kim Tae-hyung en su momento, el hermano más valiente de la dinastía Silla, tenía miedo, se sentía impactado al observar su reflejo, era él, sus mismas facciones, en un tipo de ropa muy distinto al que usaba, pasó su mano por su cabello, estaba corto, muy corto.

Suspiró.

Sus ojos ardían, no contuvo más sus lagrimas y las dejó salir, al fin, estaba solo, en una era diferente. ¿Dónde estoy? ¿Dónde estoy? se preguntaba. 

Con su respiración alterada soltó una bocanada de aire, habló.—Deja de llorar, haz algo.—su mano pasó sobre sus ojos quitando las lagrimas y miró a su alrededor,  no había nadie en este lugar que lo pudiera ayudar. Volvió a la habitación de antes, recordando que había visto una pintura cerca de la cama, al llegar, la agarró, y ese chico de cabello oscuro, era él.

  — So-soy yo...—miraba la pintura.— O el dueño de este cuerpo. 

Decidió sentarse en la cama y tratar de recapitular lo que sucedía, miraba fijamente sus manos, y entonces recordó. Un recuerdo vivido de sus manos llenas de su propia sangre, al entrelazar ambas manos, rememora su muerte a manos de Soo Ho, recordaba la espada atravesar su cuerpo, recordaba el llanto de Sun Woo sobre él, tratando de salvarlo. Y por último recordaba como protegió a Sun Woo acabando con su propia vida.

  — Cumplí mi promesa, hyung. — sonrió con nostalgia, extrañaba a Sun Woo. Notó un reloj en su mano, pero no entendía como leer aquella hora, decidió ver la ventana, era de noche ya, habían pasado varias horas desde que despertó nuevamente. En el cuarto se empezó a escuchar una melodía, la cual alteró a Taehyung, inició una búsqueda, ¿qué era lo que escuchaba? Halló un artefacto de un tamaño medio, con una pantalla donde estaba un pequeño recuadro que decía; Mamá: Tae no te duermas, llevo comida. Taehyung no entendía otra cosa más, ¿cómo aprendió a leer? Luego recordó que Sun Woo le estuvo ayudando por años, y su corazón se tranquilizó.

  — Espero que hayas vivido una saludable vida, hyung. —susurró.

Sus pensamiento fueron interrumpidos por la misma melodía de aquel artefacto, era otro mensaje. Mamá: Kim, espero que hayas limpiado la cocina, no me hagas enojar.

  — ¿Cocina? Hmm, nunca hice tal cosa cuando estaba vivo. Sigo vivo ¿por qué hablo así? —la risa desde que llegó, había salido.

Desde la habitación, Taehyung escuchó un alboroto en la planta baja, y decidió ir a echar un vistazo, bajó las gradas y se encontró con la mujer de aquella pintura, en este momento, su madre. La mujer de no mas de cuarenta años y con su limpio uniforme de enfermería, miró a su hijo con ternura.

  — ¿Cómo estás, hijo? — la señora Kim se acerca a su hijo y acto seguido, lo abraza, y su hijo sin chistar lo acepta, necesitaba sentirse acompañado y el abrazo de su actual madre lo calmaba, Kim Tae-hyung no quería soltar su agarre, estaba refugiado en sus brazos. 

Su abrazó terminó y la señora Kim notó que su hijo se sentía diferente.— Tae, ¿pasó algo?

Suspiró,— Mamá, ¿que fecha es hoy?— su madre capta en su hijo algo distinto, y le pareció extraña la pregunta.

Sonríe.— Tae, hoy es lunes, quince de octubre.

Taehyung asintió,— Gracias mamá, lo había olvidado.— bajo su sonrisa trataba de ocultar lo asustado que estaba, afirmó una vez por todas, que estaba en el futuro y no sabía como reaccionar a ello. 

— Hijo, ven a cenar, traje pollo, tu favorito.— su madre tenía lista la mesa para cenar en todo el tiempo en el cual Taehyung estuvo pensando sobre lo que estaba sucediendo.

— Claro madre, ¿qué estuvo tu día?— tomaba su refresco.

Su madre también comía a gusto,— La sala de emergencias estuvo tranquila de milagro, mañana me toca en el turno de la noche, así que debes de cuidar a Ha-neul.

Taehyung supuso que hablaba de la infante que salía en la pintura.

— Claro, ¿dónde está ella? — preguntó.

— Ha-neul está en una pijamada con sus compañeras, debes de ir a recogerla mañana después que salgas de clases. — sentenció.

  —Bue-bueno. —su madre lo mira, sabe que esta nervioso y tiene miedo de algo.

  — Tae... ¿te noto un poco nervioso? ¿Qué ocurre? ¿Te pasó algo?— lo mira esperando respuesta.

Taehyung simplemente no podía contarle, primero porque nunca le creería, segundo sabría que no era realmente su hijo, en alma. Había reencarnado en él, después de sufrir una horrible muerte, por querer mantener a salvo a su amante, y ese amor le costó su antigua vida.

Sonríe y baja su cabeza,—estoy feliz de estar aquí.


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Ruined plan; taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora