Capitulo 8. - Mundo paralelo.

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Capitulo 8. – Mundo paralelo.

                       

Escuche el sonido de la alarma resonar por toda la habitación. Antes el tercer pitido levante la mano y la pague con mal genio. Me quede quieto mirando al techo. Otro sueño, susurré en mi interior. Lo he tenido desde que era un niño. Un sueño. He olvidado algo. Algo muy importante que siempre busca de mí.

-         Ve Darién, ve y despierta a papá.

Sonreí al escuchar la voz de Mari y luego al pequeño Darién acorralándome en la cama. Lo levanté en brazos y le hice cosquillas.

-         ¿Qué pasa, enano? ¡Te piensas rendir!

-         Papá... Papi... Ya no puedo – se quejó entre risas.

-         Darién el grande, Darién el chico. ¡A desayunar! Que se hace tarde.

-         ¡Ya vamos, mami! – le gritamos ambos entre risas.

Deje que mi hijo saliera y entre al baño. En estos años he cambiado mucho, mi vida es perfecta.  Después de tantos años juntos, como amigos, creciendo y convirtiéndonos en adolescente, luego en adultos,  por fin le declare mi amor a María y luego de tres años más tarde nació el pequeño Darién Junior.

-         Mi corazón es feliz... Darién

Esa voz... Esa voz se coló por mis oídos. ¿Quién era? ¿Una niña? Deje la corbata a medio poner mirando mi reflejo en el espejo. Sólo estaba mi silueta. Yo, completamente solo.

-         Cariño, llegaras tarde.

-         Éste...

-         Estás muy despistado.

María se acercó besándome con ternura. Quito mis manos arreglándome la camisa.

-         Ahora estás mejor.

-         Gracias a ti, mi vida – dije tomándola de la cintura –. Sin ti no soy nada.

Me senté en la mesa con mi familia hablando del día. Me despedí de Mari y del pequeño Darién, el cual asistiría a su primer día de guardería.

Yo soy contable y María es dueña de una Floristería en el centro. Ambos ganamos bien y vivimos cómodos. Vivimos en el centro, en un  departamento duplex que compramos hace unos años y también contamos con una casa de campo que heredo Mari de sus abuelos. Mis padres están viajando por todo el mundo y mis abuelos viven en un pequeño pueblo llamado Aitor.

Llegue a mi mesa. Salude con cortesía a mis compañeros mientras me servía una taza de café. Revise las facturas del mes pasado de los nuevos proveedores y así hasta que llego la tarde.

Mi vida, se define de ese modo trabajo y familia, estar en casa con mi esposa e hijo. Podía hablar con Eleazar, mi compañero de trabajo e ir y tomar una copa, luego llegar a casa, hacer el amor con mi mujer, pasar  la tarde entera  jugando con Darién. Pero... faltaba algo.

Una sensación extraña, como si siempre hiciera lo mismo. Trabajo y familia, y ya está. En mi interior, siento que busco pero no encuentro. He olvidado algo. Algo muy importante. Necesita de mí, necesito ese algo para poder ser completamente feliz. Nunca se lo he dicho a mi esposa, realmente nunca se lo he dicho a nadie. Tengo un sueño. Un sueño extraño. Está oscuro y no puedo respirar siento como mis piernas pesan. He corrido mucho, estoy muy cansado. Me detengo hincando los pies en el suelo y una mano va a parar a mi pecho, intento respirar. Cuando abro los ojos todo cambia. Todo se aclara, una luz... Una sola luz en está terrible tiniebla, alumbra mis ojos. Jamás he visto cosa más hermosa. Un ángel aparece ante mí, un hermoso ángel  cubierto de puras y blancas alas.

El secreto de SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora