Jordana
La primera vez que me escondí en mi caja de cartón, solo tenía seis años. Mamá y su novio de ese entonces discutieron tanto, que mamá término llorando mientras lanzaba todo lo que podía. Intente detenerla pero tristemente solo me gane unos cuantos golpes.
A la edad de ocho años volví a mi caja, el suceso fue el más terrible de mi niñez. Papá regreso a nuestro hogar después de cuatro años de estar ausente. Mi emoción fue grande, quería abrazarlo y contarle tantas cosas, lo cual fue imposible. Nick y mamá rechazaron al hombre que estaba en nuestra puerta esperando un cálido abrazo por parte de su familia. La discusión fue intensa y no termino hasta que papá desapareció por donde vino.
Desgraciadamente el tiempo paso y por ende crecí. Ya no había espacio en mi caja, tuve que guardarla en un rincón de mi armario. En mis momentos de tristeza, solo bastaba mirar aquel cartón viejo y maltratado para sentirme mejor. Esa caja me dio fuerza y valentía.
Estuve sola cuando más necesitaba compañía, atravesé amargos sucesos sin una mano que me sostuviera. Únicamente la caja de cartón viéndome sufrir, acompañándome.
—¿Estas lista para tener una nueva amiga? —El tono juguetón y agradable de Tom es una suave canción que me regresa a mi presente. —Es Emily Dankwor.
Sonrío. Mi jefe me entrega el papel con toda la información sobre Emily, mi nueva amiga. Mi trabajo consiste en ir a las casas de las personas que vienen a buscar apoyo a nuestra fundación, somos como una casa de la risa que ayuda a personas tristes, solas y desesperadas.
Tal vez me gano el sentimiento cuando acepte el trabajo, pero ver que un grupo puede hacer actos tan bondadosos me dio felicidad.
El timbre de la familia Dankwor es un sonido muy lindo al igual que la casa, se puede sentir el ambiente hogareño y tranquilo. El vecindario también tiene su encanto, las viviendas son iguales, solo cambia el color de la construcción y por supuesto el número.
Mis ganas de vivir aquí se vuelven solidas cuando una ancianita muy alegre y amable abre la puerta. Se presenta como Mina Dankwor, la abuela de Emily. Me invita a entrar y probar las galletas que está horneando. Quiero vivir aquí.
—Son las galletas favoritas de Emi. —Me regala una sonrisa completa, habla mientras subimos hacía la habitación de la nombrada. La puerta está decorada con fotografías, todas con forma de corazón, se puede apreciar a una chica y un chico. Mina entra primero, deja la bandeja en una mesa que se encuentra junto a la cama. —Emi, llego Ana.
Se acerca a una chica que está sentada frente a la ventana. Su cabello castaño esta despeinado, también puedo ver la ropa que trae puesta, consiste en una sudadera gris y un pantalón negro, y esta descalza.
La abuela me sonríe forzadamente, me hace una seña para que me coloque del otro lado de Emily. Con pasos pequeños e inseguros hago lo que pide. Mi corazón sufre una sacudida, no puedo creer que existan ojos tan tristes y bonitos, ni que la chica frente a mí luzca tan bonita y rota al mismo tiempo.
—Soy Ana, tu nueva amiga.
—Emi no habla, dejo de hacerlo después de que su novio, Lucas, falleciera. —Mina acaricia la cabeza de Emily, la cual no parece consiente del cariño que le tiene su abuela. Mi corazón sufre otro movimiento cuando ambas comienzan a llorar. Tal vez necesitan que sea su caja de cartón.
El reloj ya casi marca las cuatro de la mañana, necesito que llegue pronto o me volveré loca. Tengo todo listo, solo tendría que salir corriendo en cuanto escuche el claxon del automóvil, no quiero perder tiempo.
Zarek debería ser puntual, así podríamos ir al departamento, después a su casa y finalmente terminar en su negocio. Si llega tarde no podremos hacer nada y perderé mi oportunidad de estar con Nick un rato. De solo pensar en él quiero echarme a llorar, necesito ver a mi hermano, hace tres meses fue la última vez que tuve la alegría de estar juntos.
A pesar de las peleas y los malentendidos que hemos tenido a lo largo de nuestras vidas no podría vivir sin mi hermano mayor. Nick es un pilar en mi vida, después de la muerte de mamá, él se hizo cargo de mí, se convirtió en aquello que necesitaba.
El teléfono comienza a sonar.
—Ana. —Ni siquiera me deja saludar, el tono ronco y amargo de Zarek me hace callar. —No hay planes hoy.
Solo queda el sonido que indica que la llamada finalizo. No sé cómo consigo llegar al sillón, pero lo hago. Dejo caer el aparato para abrazarme, justo ahí me rompo. Zarek me dejo atrás, no piensa en mi dolor, tampoco en mis lágrimas.
Necesito mi caja de cartón.
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Besos Violentos
Fiksi RemajaLa familia Dankwor tiene heridas. Por más esfuerzos que hagan jamás lograran cambiar la situación. Lucas Roberts fue la primera daga que perforo la tranquilidad de mi familia, su muerte nos dio un golpe bajo a todos, dejándonos desorientados y trist...