Capítulo 5: "Encuentro y reencuentro"

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Los miré a ambos con mis ojos completamente abiertos, sorprendido por la escena que se encontraba ante mí. Estaban completamente desnudos, mostrando sus miembros ante mis ojos. Mi rostro ardía, mi pecho latía rápidamente y mis ojos solo eran capaces de mirar a esas cosas.

-Allen, queremos que tú elijas quién de nosotros será el Rey.-dijeron ambos.-Nos encargaremos de hacerte sentir bien para que solo te centres en pensar un veredicto.

Poco a poco se acercaron a mí, acorralándome contra el montón de sábanas y cojines que habían colocado cuidadosamente en el suelo para simular un cómodo lecho donde dormir.

Caí sobre las suaves sábanas mientras ambos se colocaban a ambos lados. Mierda, otra vez pretendían hacerme todo lo que quisieran a su antojo, pero no podía permitirlo, debía encontrar a Xavier y rápido.

-¡S-Soltadme!-grité mientras intentaba liberarme de ellos.

-¿Por qué?-preguntaron ambos al unísono.-Debes elegir a uno.

-No puedo elegir a ninguno, yo... Yo solo quiero encontrar a Xavier.-dije mientras sentía la frustración que ahogaba mi pecho.

Ambos abrieron los ojos sorprendidos al oír aquel nombre y se separaron ligeramente de mí. Se lanzaron miradas de complicidad y en sus rostros vi formarse un fruncimiento de labios.

-Hermano, ¿no sé llama así...? - Empezó a decir el de cabellos blancos.

-No puede ser. Padre nos dijo que nunca vendrían a buscarlo.

-Pero... Él lo ha hecho, ha venido a buscarlo.

-¿S-Sabéis dónde está Xavier?-pregunté esperanzado.

Ambos me obligaron a levantarme, se vistieron y me arrastraron fuera de la tienda. Una vez fuera, me asestaron un golpe en la cabeza y todo se volvió negro.

Miles de recuerdos atravesaron en ese momento mi mente, como si mi cerebro quisiera avisarme de algo mientras todos los momentos que viví en aquel lugar se repetían una y otra vez.

Cuando abrí los ojos, apenas podía alcanzar a ver algo más que mis pies, sentía algo caliente y húmedo descender por mi rostro y un fuerte dolor de cabeza que me mantenía aturdido sin poder reaccionar. Al intentar llevar una mano hacia mi cabeza, me percaté de que no podía moverla, de que algo me lo impedía, algo que me mantenía sujeto por ambas muñecas.

Sentía la garganta seca y mi estómago reclamaba por algo de comida. ¿Cuánto tiempo había estado inconsciente? ¿Y, además, dónde estaba y cómo había llegado hasta allí?

En ese momento, una puerta se abrió y por ella entró una figura un poco más alta que yo, no sabía si se trataba de un hombre o de una mujer pero me desencadenó de la pared, cubrió nuevamente mis ojos y me llevó a rastras fuera de aquella habitación. No se oía nada más que el sonido de nuestras pisadas contra el suelo y el eco que producían.

Después de unos minutos que, a mí me parecieron horas caminando, el sonido de una puerta me hizo alertarme un poco. Sentí como alguien me empujaba, haciéndome caer al suelo de rodillas e, instantes después, quitaron la venda que cubría mis ojos y pude contemplar aquella escena que me dejó completamente paralizado.

-¡X-Xavier!-grité al verlo al otro lado de la sala, arrodillado junto a un enorme trono y encadenado por el cuello.

En ese momento, dirigió su mirada hacia mí, que parecía fría y carente de vida.

Me levanté como si tuviese un resorte bajo mis rodillas y corrí hacia él, agachándome a su lado sin dejar de decir su nombre.

-Vaya, vaya, vaya. Mirad a quién se ha dejado caer por aquí, dichosos sean los ojos, Allen.-dijo una voz que me resultaba muy familiar y que de solo oírla hacía que un escalofrío recorriese todo mi cuerpo.-Me alegra mucho que hayas venido a visitarnos de nuevo.

Giré mi cabeza, dirigiendo mi mirada hacia el dueño de aquella voz, sintiendo como todo mi cuerpo se paralizaba por el terror.

El Rey de corazones se hallaba ante mí, con su sonrisa de medio lado lasciva y sus penetrantes ojos lujuriosos que me miraban con fijación. Me di cuenta de algo entonces, extrañamente, tenía un gran parecido entre ambos, incluso podrían ser gemelos si no fuese aquello imposible...A fin de cuentas, todo esto no era más que un... ¿sueño?

-¿Y bien?-dijo sentándose sobre su trono dorado y con terciopelo rojizo haciendo figuras de corazones con motivo decorativo.- ¿A qué se debe esta grata visita? No es muy común que alguien vuelva a visitarnos una vez que se ha ido de aquí.

-H-He venido a por Xavier.-dije intentando mantener la calma.

-¿Te refieres a tu amiguito?-preguntó mientras le sujetaba por la barbilla y le obligaba a mirar hacia mí.

-¡Suéltale!-grité enfadado.

-Modera tu lenguaje, no es así como debes hablarle a un rey.-dijo mirándome seriamente.-Todavía recuerdo nuestro último encuentro, ya sabes, después de aquel juicio por el cual te condené a ser violado por todos y cada uno de los habitantes de nuestro mundo.

Solo recordar lo que me decían sus palabras hacían que mi estómago se revolviera y mi cuerpo temblase por el terror que llegué a pasar en aquel momento.

-¿Y cómo pretendes llevártelo? Ahora mismo es mi prisionero y, la verdad, prefiero divertirme un tiempo con él antes que entregártelo a ti tan fácilmente.

-¿Q-Qué es lo que debo hacer para que me lo devuelvas?-pregunté temeroso de saber su respuesta.

No dijo nada, simplemente mostró una enorme sonrisa de suficiencia y chaqueó los dedos para que todos los presentes en la sala se marchasen. Segundos después hizo llamar al rey Rojo y al rey Blanco para que entrasen en la sala con nosotros.

-¿Nos has hecho llamar, padre?-preguntó el rey Rojo mientras hacía una elegante reverencia junto con el rey Blanco.

-Decidme, ¿quién de vosotros tuvo la idea de secuestrar a este pobre muchacho y traérmelo a mí?-preguntó mientras señalaba hacia Xavier.

-Fui yo, padre.-respondió el rey Blanco.

-¿Y quién de vosotros fue el ingenioso que tuvo la semejante idea de dejar que él eligiese a uno de vosotros como el Rey que me destronaría?-volvió a preguntar mientras los señalaba acusatoriamente con la mirada.

-F-Fui yo...Padre.-respondió esta vez el rey Rojo.

-Supongo que imponerte un duro castigo no sería lo adecuado puesto que eres mi hijo, así que está decidido. Allen será quien cumpla vuestro castigo que vosotros mismos le impondréis.

El Rey de Corazones no dijo nada más y se marchó de la habitación, llevándose con él a Xavier mientras nos dejaba a los dos reyes y a mí allí encerrados.

No podía estar pasando aquello, no de nuevo. Aquel lugar era de lo más extraño que me había encontrado nunca.

Mientras pensaba en eso, ambos reyes se acercaron a mí y comenzaron a susurrar en mi oído acorralándome contra la pared. Entonces en mi mente, una voz se hizo presente y comenzó a repetir una y otra vez la misma frase que hacía que tanto mi cuerpo como mi mente entrasen en un trance hipnótico.

"Ríndete. Entrégate a tus deseos más ocultos, no puedes escapar de tu propio mundo."

En ese instante, comencé a sentir como el calor aumentaba y me envolvía desde mi entrepierna, como los latidos de mi corazón se aceleraban y mi respiración se agitaba produciéndome un intenso jadeo. Ya no podía pensar con claridad, ya no podía hacer que mi cuerpo me respondiese, solo podía obedecer a mi perturbado subconsciente.

-M-Más...

A través del espejo (yaoi hard) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora