Capítulo 2.

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Hay tres puntos que lucen de maravilla en una familia: la sentimentalidad, la cordura y la familia en sí.

Pues bien, la mía no tenía nada de eso. Está bien; mi madre se sobra de "cordialidad"... pero nada más. Cuando tienes una hija que hace escapadas nocturnas, un hijo que se encierra en su dormitorio a escuchar rock a toda hostia y una pareja vacacional, todo marcha sobre ruedas, pero cuesta abajo. Y con cuesta abajo no me refiero a... me refiero a la velocidad que adquiere un problema cuando va cuesta abajo. Da igual. Esa es mi vida; se lidia con ella, se coquetea con los problemas, etcétera. Pero nunca, nunca, se finge cordura. O la tienes, o no la tienes.

Esta mañana he venido a casa temprano, he hecho mis deberes de verano y me he tumbado en el césped de mi parcela a leer mi libro de verano: El Perfume. Trato de encontrarle sentido a los párrafos que ojeo por encima cuando me sobresalta una voz que proviene de afuera, de detrás de los setos que rodean mi casa. Seguro que el gilipollas de mi hermano se ha dejado otra vez las llaves dentro. Bien, yo no pienso levantarme a abrir.

— ¿Grace?¡Grace! — me sorprende que mi amiga Beth ande merodeando por aquí. Creo que hace unos días juró no acercarse a este barrio hasta que su novio volviese con ella. Su novio está muerto; y el motivo, quiero decir, el motivo por el cual ella no quiere ni ver mi calle fue una estampida de gatos negros callejeros hambrientos. Supersticiosa.

Maldigo la tumba de su novio y me levanto, depositando sin cuidado El perfume sobre una maceta de tulipanes holandeses.

— ¿Qué diantres haces aquí, se puede saber? Como te vea Jason te tirará los tejos.

— ¿Jason quiere tirarme los tejos?

— Creo que sí.

Me mira como si la estuviese vacilando. Odio que me miren como a una cría que dice sandeces.—Pues dile que se vaya a la mierda— replica — quiero decir... estoy bien — da unas vueltas sobre sí misma, se pone de puntillas y se mira los zapatos —, pero no para él.

— ¡¡JASON!! — chillo — Vete a la mierda, ¿vale? — Nos miramos implícitamente y estallamos en sonoras carcajadas sin control ninguno.

— He venido a recogerte. ¿Quieres ir a la piscina o...?

— Voy a por mi toalla. Quédate aquí dentro, ¿quieres? — le propongo, abriendo la cancela e invitándola a pasar al jardín — No vaya a ser que te coma el gato.

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Aprendí que el viento sopla y el agua te ahoga. Que en el río del diminuto pueblo de Beth hay viento y bueno, agua. Sientes esa sensación de despeje cuando hundes la cabeza por primera vez en el agua y la sacas rápidamente. Tendré que volver a casa andando, la cual está a unos dos kilómetros, ya que Beth le prestó el coche a su madre. Si tuviera una madre menos cuerda, yo también estaría al alcance de comprarme uno de los buenos.

Me atuso el cabello castaño con la mano, escrupulosamente, mientras Beth escruta a lo lejos con el ceño fruncido. Una mueca horrible le asoma poco a poco en el rostro.

— ¿Qué narices te pasa? — le grito; ya que parece demasiado concentrada.

— Liv, Franchesca y Annie... voy a tirar a esas zorras por la pestilente alcantarilla de mi calle.

— ¿Qué? — me río.

— No te rías, idiota. Ya verás, se acercan.

Me sigo riendo, no puedo evitarlo. Me salen risas a borbotones, lo que atrae aún más a Liv y a las otras.

— Oh, cállate, Grace. — les pregunta, aunque aún están a una distancia considerable — ¿Qué hay?

Les lanza un beso a través del círculo que ha hecho con los dedos índice y pulgar. Yo, por mi parte, me sigo riendo hasta que la más alta de las tres me lanza una mirada fulminante.

— No sabíamos que Annabeth paseaba con chicas padecientes de retardo mental. Aunque visto lo visto, más o menos está a tu altura.

Se me congela la sonrisa de la boca.

— Oh, Grace, cariño, ahora no — y me sujeta antes de que cargue contra ella.

Nadie me tacha de loca. Nadie. Nadie me compara con nadie, y menos con mi amiga malcriada Beth. Me quedo unos segundos meditando sobre ello hasta que me escurro hacia abajo entre sus brazos y me sumerjo en el agua por completo. Buceo hasta la interpelada con avidez, la agarro de una pierna con fuerza y la derribo al agua mientras ella suelta un chillido y yo gruño de frustración.

Un lateral de su rostro impacta contra algo y ella se queda inmóvil. Lo último que pienso antes de que todas se vuelvan locas es

yo

no

quería.

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Próximamente tercer capítulo. No tengo mucho tiempo ya que me dedico a escribir una novela fuera de Wattpad, una más "importante" según yo, así que a ratos escribo un poco de esta.

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⏰ Última actualización: Jun 30, 2014 ⏰

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