–¿A quién se le ocurre mandarnos a hacer una tarta a nosotros? Se quejó Nam mientras miraba la mesa de la cocina llena de los condimentos necesarios para hacer la tarta.
–A tus amigos Nam... A tus amigos. –De no ser por que es el cumple de Jin, él lo haría. Pero, ¿no sería mejor comprar una? –Joonie, la tarta favorita de Jin la teníamos que haber pedido hace una semana y el cumple es dentro de tres horas.
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–Jungkook es bueno en todo, ¿no la podría haber hecho él? –Jungkook se encarga de la decoración. –¿Y Hoseok? –De la bebida.
–¡Saben que soy un desastre en la cocina! Nam se giró hacia ti.
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–¿Tan mal líder soy? He compuesto en estos años buena música, ¿verdad? ¡Seguro que es por que te tengo como novia!
Mientras Nam seguía hablando buscaste la receta. –A ver, ya que la que le gusta es súper complicada de hacer vamos a elaborar un simple bizcocho y luego lo decoraremos con una capa de chocolate. ¿Tan difícil no parece verdad?
Nam suspiró. –Voy a intentar no romper nada. –¡Ese es mi novio!
A pesar de parecer que eras la que llevaba el control estabas súper asustada. Tanto a Nam como a ti no se os daba bien la cocina y eso dificultaba el asunto. En realidad a Nam se le podría dar bien pero era muy torpe y podría quemar la cocina con abrir el frigorífico. Y tú... Bueno tú no eras buena y ya.
–Traeme los huevos.
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–¿Cual de ellos? –Los de la caja. –¿Y con los otros que hago? –Si terminamos rápido te demuestro que se hacen con ellos.
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–Hecho. Reíste ante lo feliz que se había puesto. Y con una sonrisa te pasó tres huevos.
–Toma precio- Antes de que terminase la frase uno de los huevos había caído, estampándose en el suelo. –L-Lo siento... Le miraste apenada y con delicadeza besaste sus labios. –¿Qué tal si te encargas de la batidora? –Si, va a ser mejor.
Empezaste a leer la receta siguiendo los pasos y lo fuiste depositando todo en el cuenco con gran determinación. Esto tenía que salir bien sí o sí.
–Hae, ¿voy cubriendo esto de mantequilla para que después no se pegue el bizcocho al hornearlo? –Si...
No te diste cuenta de tu respuesta hasta que empezaste a escuchar a Nam maldecir. –¿Qué pasa Kim? –¿Hay otra espátula? –¿El qu-? PUAJAJAJAJA. La imagen de tu novio con una espátula doblada como si de un regaliz se tratase no pudo hacerte dejar de reír durante un rato.
(. . .)
–Pues creo que ya está. Pusiste el bizcocho lentamente intentando no quemarte y cerraste el horno mostrándole una gran sonrisa a Nam.
–¡Misión cumplida! Gritaste eufórica. –Somos el equipo perfecto nena.
Nam y tu os abrazasteis sin importaros que estabais manchados de más de la mitad de los productos que habíais utilizado. Erais un desastre. Pero el mejor desastre del universo haciendo bizcochos.
–¿Cuánto tiempo tiene que estar ahí? –Treinta minutos. –Perfecto para nuestro asunto pendiente. Nam te cogió como a un saco de patatas y te sacó de la cocina.
–¡Nam! ¡Suelta!
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–Habías dicho que me ibas a demostrar que se hace con- No le dejaste terminar. Te escapaste justo cuando te posó sobre el sillón. –¡Tenemos que derretir todavía el chocolate!
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–¡Qué le den al chocolate! Prefiero derretirme en uno contigo. –¡Kim! Tus mejillas enrojecieron. Este hombre sabía demasiado cómo sacarte los colores. A pesar de dirigirle una mirada asesina él sonrió y se acercó a ti.
–Tienes 25 minutos Nam. Susurraste derrotada. –Me sobran. Contestó antes de besarte.
