2. Mujer Erotica

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Allí estaba en mi cuarto quitando cada prenda, mientras yo observaba cada gesto y cada borde de su piel. Ella era toda una diosa, exactamente como me la imaginé; senos redondos flotando en la gravedad, así como cuando encuentras el paraíso y en ellas naufragas todo el universo, abdomen lunático y piernas aventureras. Nos miramos con deseo y lentamente se iba acercando a mí. Besé hasta las puntas de sus dedos...me miraba con ojos de deseos. Ella quería tener el control absoluto de cada movimiento, pero yo también. Quería demostrarle la velocidad que traía por dentro, que la deseaba con pasión. En esos momentos, le enseñé las millas que recorría y que todo era por ella, mientras que su mirar lo decía todo. Cuando ella controlaba, era totalmente indescriptible explicar cómo una mujer puede ser tan salvaje y a la misma vez apasionada en la cama. No paraba...seguía, mientras el sudor bajaba por su piel mojada; aguantando para no explotar por sus encantos. Tomé la decisión de ponerla en posición abajo, besar su cuerpo y ella se dejó. Poco a poco bajé y erizó su piel con mi respiración. Besé su parte más vulnerable; donde sus piernas temblaban de placer. Allí perdió sus fuerzas, vacío todas sus energías en minutos.

—Para... —dijo en voz seductora suavemente.

Me detuve y lentamente subí despacio hasta su hermoso rostro.
—¿Lo disfrutaste? —le comenté—. Te dejé sin fuerzas, pero por dentro llena de deseo de querer seguir.

Me miró fijamente y se encaramó encima de mí con una sonrisa atrevida.

—Ahora es mi turno de demostrar el por qué me dicen la diosa.

Comenzó a hacer movimientos eróticos mientras las gotas de sudor caían en mi ombligo. Sus gemidos la excitaban más. Estaba a punto de explotar todas esas sensaciones que me causo toda la noche. Así la pasamos teniendo sexo hasta el amanecer. Afortunado de tenerla a mi lado...

Mi obsesión por Débora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora