"¿Rendirme? Nunca"

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“Esfuérzate por no necesitar la aprobación de nadie, y serás libre de ser quien realmente eres.”

Rabí Najman de Breslev.




Naruto llego a aquella colina que marcaba el limite de la civilización y el bosque, aparco su auto justo detrás de ella junto con los demás. Se bajó y camino hacia el bosque, internándose en la maleza.

Dejo que sus orejas aparecieran, atajando la pequeña hoja que las disfrazaba, hizo lo mismo con su cola y tomo la segunda hoja que utilizo para camuflarse. Los Kitsune eran maestros del disfraz, del engaño y de la ilusión, solo necesitaban unas simples plantitas para engañar a los humanos.

Camino a través de los arboles bajo la oscuridad de la noche y la observación de las estrellas. A paso tranquilo miraba las luciérnagas volar a su alrededor guiándolo a casa, se pregunto que cara haría ese doncel cazador si viera el paisaje nocturno que el bosque de youkais les regalaba, lleno de luces y magia. Sonrió inconscientemente al imaginarlo sonreír con la luz de los insectos reflejada en sus ojos ónix.

A lo lejos vio una cabaña abandonada, hecha pedazos y hundida en la miseria. Miro la construcción con lastima, los gustos de su madre para disfrazar su casa eran extraños. Subió los escalones de madera del porche, los cuales crujieron quejándose del peso repentino. Abrió la puerta y la luz de su cálido hogar le dio la bienvenida.

A pesar de las apariencias, la casa era completamente normal por dentro. Había un sofá, una televisión plasma, una cocina espaciosa, una barra, tenia todas las comodidades de cualquier casa humana. Pero la diferencia era que esta casa no era habitada por humanos.

Una mujer pelirroja lo recibió con un coscorrón en la cabeza, sus orejas de Kitsune estaban rectas y su cola erizada -¿Dónde diablos estabas? Sabes que no debes sobreesforsarte ttebane.

-Tranquila mamá, estoy bien ttebayo – Naruto se sobo la cabeza y se encamino a su habitación.
Pero antes de que pudiera dar otro paso, fue interceptado por su madre – Espera, déjame ver tu herida. Ve al sofá.

-Mamá te dije que…

-¡¡Ve al sofá!!

Y sin protestar, obedeció a su madre y fue a sentarse al sofá. Se quito la camiseta con cuidado, dejando ver una marca morada y roja, resultado del golpe que recibió hace unos días, el cual sano bastante rápido gracias a su metabolismo sobrenatural. Su madre se sentó junto a el y toco suavemente la lesión en su costilla izquierda.

-¿Duele?

Negó – Ya no – se puso nuevamente la camiseta y le sonrió a su madre para tranquilizarla – solo quedo la marca. Estaré bien.

-¡Ese maldito cazador! ¡¿Cómo pudo hacerle esto a mi bebé?! – estaba a punto de golpear la mesa de madera frente a ellos con el puño, pero Naruto la atajo a tiempo.

-No rompas la casa ttebayo – tomo su mano entre las suyas – y no fue su culpa, fue mía. Yo me interpuse en su camino, supongo que me lo gane.

Naruto había discutido con su padre una noche, el quería comprometerlo con una mujer youkai de otra especie, pero el se rehusó. No porque tuviera algo en contra con las uniones mixtas, sino porque sabia perfectamente lo que estaba haciendo su padre. El quería que su hijo fuera una cruza entre dos especies distintas para usarlo como arma y así proteger a su familia de los cazadores, de la guerra. Pero había dos cosas que Naruto Uzumaki jamás permitiría: que usen a su hijo como un arma, y que intenten controlar su vida.

Fue gracias a esa pelea que salió corriendo hacia el bosque, molesto, y sin poder evitarlo, sus emociones lo llevaron a transformarse en un pequeño zorro, o como el le llamaba, su “forma pasiva”…porque había una “activa” y no era muy bonita que digamos.

Cazando tu amor [NaruSasu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora