Insomnio y Pesadillas.

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Negro. Todo era negro. Incluso sus ojos parecian ahora mas negros y oscuos que nunca.

Apuntaba su arma de doble cañon hacia mi pecho, sin el menor resto de emocion en sus frios ojos negros.

Disparó.

Fue ese el momento que eligió mi subconsciente para hacer que me despertara gritando en mitad de la oscuridad de mi habitacion. «Una pesadilla» Pensé mientras mi respiracion se calmaba.

No necesité mirar el reloj para saber que hora era, eran las cuatro de la madrugada, la hora de las pesadillas. No sabia por que razon estas siempre decidian acudir a mis sueños a esa hora.

Oscuridad.

Ojos negros.

Y el disparo de un arma.

Sali de la cama y baje a la cocina arrastrando los pies por la suave madera desgastada del suelo, de camino me detube a peinarme un poco con las manos mi pelo castaño claro, los malditos rizos se volvian locos por las noches. Por ultimo me fije en las ojeras oscuras que se distinguian bajo mis ojos oscuros.

Deberia dormir mas.

O intentarlo al menos.

Al llegar a la cocina encontre a mi compañero de piso sentado sobre la encimera. Le sonrei. Sabia que estaria ahi, con un vaso de leche caliente con algo de tomillo... o romero... o alguna clase de planta aromatica y una cucharadita de miel.

Exactamente como a mi me gusta.

-Eres un cielo... -Susurre sosteniendo el vaso entre mis manos frias para calentarlas. El no tenia ni idea de mis pesadillas, pero cada noche cuando me despierto esta ahi. Siempre.

No es exactamente mi compañero de piso ya que ni paga alquiler ni gasta de nada. Tecnicamente lleva varios años muerto, pero se le ve tan lleno de vida que a veces es dificil de creer.

Aun conserva ese brillo de vida en sus ojos verdes y aunque su ropa y su pelo, oscuro en comparacion con sus ojos y en tonos cobrizos, siempre luciera un poco anticuado no habia mas razones para sospechar de que estaba muerto.

A sido mi mejor amigo y mi apollo durante ya tanto tiempo que ni recuerdo, de pequeña me cantaba nanas, cuando crecí incluso me prestaba el coche a veces. Entonces el accidente le mató.

Pero el nunca se fue.

Acaricio mi mejilla cn sus frios y largos dedos, quitandome una lagrima de la que ni siquiera me habia percatado. Vi moverse sus labios para formar palabras cuyo timbre no estaba echo para el oido humano, por lo que yo no fui capaz de escuchar nada de lo que me decia.

Aun asi, cuando se quedo en silencio de nuevo le abrace. La sonrisa triste que esbozó despues me quebro el alma, haciendome esconder la cabeza en su camiseta para poder desahogarme sin que me mirara directo a los ojos.

-Lo se, calla, no te preocupes....

Relatos a las puertas del sueño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora