3.9 ~ ¿Estás intimidada?

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//Rose//

"Me niego a ir.'' 

Miré a papá con los ojos entornados, y luego de vuelta al gran edificio en el que voy a 'terapia grupal'. No importa cuánto trate de escaparme de esto, lo cual intenté después de estar de acuerdo porque maldita sea que no soy buena con las personas, y aún así no funcionó. Aparentemente mi 'lo haré' al principio fue una respuesta final o algo así. 

"Basta." Papá estacionó el auto. "¿Ahora tengo que acompañarte o podes hacerlo vos sola?" 

Fruncí los labios, mirando a papá. 

Salí del hospital hace una semana, pero estoy literalmente en guardia. Ya sea papá, padre, alguien que esté hablando por teléfono conmigo o alguien en FaceTime, siempre están pendientes de mi. 

Hayley y yo aún no hablamos, y estoy empezando a extrañarla cada vez más. Lo máximo que hicimos fue llamarnos y simplemente sentarnos sin hablarnos. Ocasionalmente habría un pequeño 'Rose', y yo diría '¿sí?' Solo para que ella sepa que estoy allí. 

"Puedo ir por mi cuenta". Me desabroché el cinturón de seguridad y abrí la puerta del automóvil lentamente. Le envié una mirada suplicante a papá cuando estaba a punto de cerrar la puerta, un patético 'ayudame por favor, no me dejes ir, voy a lavar los platos durante una semana'. 

"Es hora." Señaló con el dedo hacia la puerta principal. 

Solté un suspiro fuerte y dramático, golpeé la puerta del coche como una nena pequeña y pisé fuerte hacia la entrada principal, envolviendo mis brazos alrededor de mi pecho, esperando que mi padre lo mirara para que él pudiera ver lo enojada que estoy. 

Hoy no es uno de mis días particularmente malos. Tengo días buenos, a veces, y tengo días malos a veces. Los días malos significan que ni siquiera quiero salir de la cama, y los buenos días significan que puedo conseguir mi propia comida y tal vez escribir. 

Me gustan los días buenos, ¿acaso no le gustan a todo el mundo? Sé que no son tan frecuentes como me gustaría que sean, pero al menos están allí. Y al menos hoy es un buen día, o de lo contrario probablemente habría arremetido peor contra papá o habría empezado a llorar. 

Abrí las puertas del edificio, una ráfaga de aire acondicionado me golpeó tan pronto como lo hizo. Me estremecí, como lamentándome por estar usando pantalones rasgados y una camiseta sin mangas hoy.

Estoy usando un montón de pulseras porque, sí, la gente sabe por qué llevo estas pulseras. No es como si estuviera usando 6 en cada brazo sin ninguna razón.

Tiré de un collar que está alrededor de mi cuello. Es uno que Hayley me regaló hace un tiempo. No el de mejores amigos, solo un collar de medallón normal sin una imagen. No estoy segura de qué foto quiero poner allí todavía.

"Um..." susurré tan pronto como llegué a la recepción.

Sentí una patética ansiedad subir a mi pecho. Todo lo que tengo que hacer es preguntar dónde está la sala para la sesión de terapia grupal que está en marcha en este momento. No es tan dificil. Una parte de mí desea que le pidiera a papá que venga.

"S-sabes- quiero decir, ¿dónde está la sesión de terapia grupal? ¿La que está sucediendo ahora mismo?" Tartamudeé, un ligero rubor cubriendo mis mejillas, mi corazón latiendo. Nunca he sido buena con gente nueva, y ahora que he tenido una recaída tan mala... mierda.

Afortunadamente, la recepcionista sonrió cálidamente. "Habitación 3, querida. Está justo al final del pasillo, lo verás. Llegás a tiempo".

Asentí con la cabeza agradecida, girando para caminar hacia la habitación que ella me dijo. Leí las puertas en voz alta.

Hasta que demuestres lo contrario | Finn WolfhardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora