Tesoros.

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Ese día, llovía.
Llovía como si el cielo
hubiera recibido una mala noticia.
Como si le hubieran dicho a la Luna,
que el Sol la engañaba
con una estrella.

Llovía.
Las lágrimas de las nubes,
O tal vez de algunas estrellas que estaban de luto,
Caían repiqueteando contra la ventana.

Muchas veces,
Dejaban gotas impregnadas al cristal,
Como un vivido y triste recuerdo
De un viaje que nunca se concluyó.

Me sentía como un souvenir olvidado
En una tienda de regalos cerrada.
Como esa botella de vino
Rota y triste,
Al fondo de la estantería.

Abandonada.

En ese momento,
El sol se deshizo en disculpas con la Luna
Y el cielo dejó de llorar,
Al verte a ti.

Tenías la sonrisa más preciosa
Que hubieran apreciado jamás,
Como hecha con pedazos
De espejos rotos,
Como si estuviera hecha
De corazones vendados.

Te tildaron de despiadado,
de cruel.
No habían leído el prólogo,
no habían visto
cuántos corazones,
y cuántas sonrisas
habías salvado entre un incendio
de amarguras y dolores.

Entre ellas,
entre todas esas esperanzas rotas
unidas con cinta e hilo,
estaban las mías.

Al verte me aseguré
de que te entregaría sin dudar
cada pieza de mi alma
para que con tus manos,
aquellas manos que pintan
los arcoirís más bellos del cielo,
las guardaras.
Así como un pirata cuida un cofre
Y así como una princesa
guarda su tiara.

Porque para nosotros,
mi vida,
todo es un tesoro.
Y ¿sabes?
Ahora mismo,
el único tesoro que me importa,
eres tú.

Letras de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora