¿Preparada?

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  A veces me gustaría entender qué es estar preparada.
Tal vez la preparación no es algo tangible, o tal vez sí lo sea.
Para mí, la preparación para un evento solo puede conseguir aminorar el golpe. Suavizarlo. Porque no, no evitará que llegue.
Creer que los problemas son trenes a toda velocidad y que aún así puedes detenerlos con un dedo, es creer que los peces podrían tener alas y que existirían jirafas violetas solo porque tú así lo quieres. Como si al mundo le importara un pepino lo que pienses.
No, no te puedes preparar para todo.
Nadie te da un libro con instrucciones, ni mucho menos un índice con todas las situaciones y sus respuestas, escritas en páginas quebradizas y rotas. No elegimos nuestras circunstancias, por más que queramos, por más que lo deseemos.

Nunca estaremos preparados del todo. No sabemos lo que pasará, ni podremos saberlo. No tenemos una esfera de cristal que nos muestre el futuro.
Jamás nos podremos preparar correctamente para la avalancha de cosas que se nos vienen encima.
Como si se pudiera evitar que un meteorito te aplaste.
Porque para mí fue sencillo tatuarme esas puntadas en la espalda que dicen que estoy preparada, aunque hubiera sido cuando menos lo estaba. En alguna parte leí que tienes que repetírtelo tanto que hasta tu mismo te lo creas, hasta que sea tu única certeza de hierro en este planeta de papeles y retazos.

Y te juro que si me preguntas, con el corazón en la mano, ¿preparada?
Te responderé que sí, que claro, sujetándome las costuras con ambas manos para evitar romperme en miles de pedazos. Porque claro, tengo en las manos decenas de capas de barniz, por tener que repararme los dedos después de cada enfrentamiento contra tus miedos. Tengo las uñas más quebradizas que mi propio corazón por haberlas usado tantas y tantas veces para rasgar las costuras de los corazones que luego tuve que volver a zurcir. Y sí, tengo el alma llena de pedazos de la suya, de fotografías de él sonriéndome desde el alféizar de la ventana del segundo piso, y hasta trozos de la camiseta con la que me abrazó el día de su santo.

Porque no, no estaba preparada para que llegaras. Nadie me avisó que compraste un boleto que no era de viaje redondo, como solían hacer los demás. Nadie me dijo que te quedarías, aunque hace mucho te hubieras ido arrastrando barro entre tus zapatos. No apareció en los titulares de los periódicos, ni en el feed de noticias de mi celular.
Te aseguro que era la única noticia que en realidad me importaba.

No, no estaba preparada.
Pero, ¿sabes qué?
Ahora sí.  

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⏰ Última actualización: Jun 20, 2020 ⏰

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