Ella y él. (Viclea)

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Ella y él
no se conocían en realidad,
creían que solo sería competir por una corona que no querían,
un trofeo y nada más.

Ambos lo creían.
Era la certeza más grande que tenían.
Parecía que simplemente
sería un trofeo,
una tiara,
y un mar de aplausos hipócritas.

Qué equivocados.
Creyeron que solo
serían un par de bromitas.
De carcajadas interminables,
y de alegrías envueltas
en cajas sin la etiqueta de frágil.

Porque entre amigos
las etiquetas de frágil
no van por fuera,
ni con negrita,
ni con letras mayúsculas.
En realidad, las etiquetas
van por dentro.

Y aunque dicen las almas rotas,
entre murmuros y sollozos,
que entre broma y broma,
uno de los dos se enamora.

Y que en algún momento Cupido,
sin aviso alguno,
llamará a una puerta,
para pegar el cartel de frágil
fuera de la caja.
Como, tal vez, suelen hacer
los pololos cuando van a París.

Pero vaya, que a todos nos gusta jugar.
Y Cupido no es la excepción,
porque sí,
le gusta jugar.

A veces, como con ella y él,
solo toca un timbre,
y nada más.
Solo uno, y no a los dos.

Porque le gusta ver
que alguien más muere de amor
sin ser nunca correspondido.

Y es por ello que Cupido
Llamó a una sola puerta,
sin vergüenza,
sin dolor,
sin preocuparse por a quien le doliera.

Y solo les aviso.
que no tocó a ambas puertas.
Tocó a una.
Y simplemente,
no era la puerta de él.

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