Monstruo Carmín.

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Sentía una suave brisa acariciarle el rostro, al menos eso sentía con lo mareado que estaba. En estos instantes no recordaba donde estaba o que estaban haciendo antes de dormir, menos lo que debía hacer al despertar ni el peligro que acechaba en ese lugar. Sus fuerzas aún se sentían algo lejos como para despertarse y se refugiaba en la calidez que le proporcionaba el cuerpo a su lado...


Esperen, ¿calidez? Eijirou nunca ha estado calido en todos los dias que llevaban durmiendo juntos, es un golem de piedra... Demonios.


Terminó de despertar encontrando energía en la adrenalina que invadió su cuerpo y abrió sus ojos con algo de pánico, no era como si lo que vio se lo hubiera quitado más bien lo empeoro. Vamos que no era normal despertar recostado a una emplumada bestia en un lugar diferente al que recordabas... Era preocupante.

Y más preocupante era que no había rastro alguno de su querido compañero.

-¿Eiji? ¿Donde estás? ¿Donde estoy? ¿¡Que demonios está pasando?!- Siendo presa del pánico comenzó a levantar su voz de a poco y buscó levantarse lo más rápido que podía para escapar, cosa que se vio interrumpida cuando el hipogrifo a su lado dio un alarido que lo asustó y lo hizo callar. No se movió un centímetro antes de que el animal se hubiera levantado, midiendo poco menos que el en altura, y acercó su pico al suelo señalando una daga que el rubio no ha visto, era de Eijirou- Eiji... ¿Sabes que es lo qué pasó?-

El hipogrifo asintió en respuesta y acercó su cabeza esta vez al rubio, buscando que la acariciara y este lo hizo apenas captó la indirecta. Analizó entonces al rato espécimen frente si, plumas de tonalidad café claro llegando al rubio, patas de caballo de color blanco con manchas grises, no debía tener más de 2 años y unos ojos azules con reflejos violetas hermosos. Sonrío cuando este pió cual bebé mientras se acercaba buscando el calor del cuerpo de Denki.

-Eres una lindura... ¿Tienes nombre, pequeño?- La respuesta negativa no tardó mucho en llegar y se quedó pensando en si debía darle un nombre puesto que era una criatura salvaje y no sabía si se podría quedar con el, ignoró esos pensamientos- Qué tal... ¿Chibi?-

Irónico, si y mucho. Pero a cierto hipogrifo le gustó así que se quedara así.

-Muy bien Chibi, ¿viste lo qué pasó?- Otro asentimiento le provocó una risa- ¿Me dejarías ver tus recuerdos para saber que sucedió?-

Aunque confundido Chibi asintió y entonces Denki se sentó de nueva cuenta en el suelo, una mano sobre la cabeza emplumada y la otra sobre un pequeño charco de agua a su lado. Se preparó mentalmente y fijó su dorada mirada sobre el cuerpo de agua.

-Aqua... Refleja lo que busco, aclara lo que necesito y riega lo que espero... Memories- A pesar del cansancio que aún sentía era capaz de realizar magia tan simple como esa por lo cual el hechizo funcionó perfectamente sin esfuerzo. El agua comenzó a resplandecer desvaneciendo el reflejo del cielo y transformándose en una imagen clara, un recuerdo del sorprendido híbrido emplumado.

Era una visión del campamento improvisado que habían montado anoche, visto desde los arbustos, y se apreciaban a ambos durmiendo plácidamente. Los sonidos del recuerdo solo los escuchaban ellos dos, aunque era lo que importaba, y oían la respiración de Chibi y poco después unas ramas rompiéndose, alarmando al dueño del recuerdo, una enorme figura apareció y velozmente atravesó una corta distancia para atrapar al pelirrojo y levantarlo a unos diez metros del suelo, estaba a punto de atrapar también al rubio durmiente pero la imagen se movió bastante y lo que llegó a ver fue a si mismo sujeto por las garras delanteras de Chibi y alejándose velozmente, el recuerdo terminó y el charco volvió a su estado natural.

Relatos de dos viajeros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora