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Tres años habían pasado desde entonces.

Yo había seguido con mi vida...o al menos lo había intentado.Me gradué como enfermera en Japón casi a tiempo récord, pude rentar mi propio departamento y luego de mucho esfuerzo conseguí un trabajo en un hospital.Es increíble pensar como me volví tan rutinaria con el tiempo, como mis días pasaban todos iguales: ir a trabajar durante la mañana, volver a casa para comer y regresar al hospital.La vertiginosidad con la que vivía antes quedó muy en el pasado.Ni siquiera podía tener un gato o alguna mascota porque temía que se me murieran de angustia ya que nunca estaba en casa, por lo que mi departamento siempre estaba sumido en un profundo silencio.Supongo que por ello no me gustaba quedarme allí, ya que el silencio solo traía pensamientos melancólicos a mi mente, todos relacionados con cierto chico al que nunca conseguí olvidar.Y ciertamente...no creía poder olvidar a alguien como él jamás, por más patética que sonara con ello.Las personas que dejan una marca en tu vida nunca terminan de irse.

Con todo ello, imaginarse mi sorpresa cuando me vi obligada a regresar a Corea debido a que mi hermana iba a tener a mi sobrina y, caminando una tarde por aquellas calles que tantos recuerdos me traían, me encontré con el anuncio de una exposición en la galería más famosa de la ciudad.Metí mi largo cabello detrás de mi oreja y las manos en mi gabardina marrón, titubeante.El corazón se me aceleró y me quedé sin aliento al leer su nombre en ella.

Primero me debatí si ir o no.Me dije que yo no cuadraba allí, que no tenía por qué ir.Habían pasado tantos años...quizás ni siquiera me recordaría.Podría ser una situación muy incomoda y probablemente ni siquiera se encontrara allí.Además, en el remoto caso de que estuviera allí, ¿qué si me abordaba? ¿Qué es lo que iba a decirle? No, no podía ir.Me lo prohibí rotundamente y seguí con mi camino, aunque mi pecho doliera.Tantos años me había preguntado qué sería de su vida, sí había encontrado lo que tanto había estado buscando, si habría alguien más en su vida...y ahora me enteraba de que estaba allí, exponiendo su arte.

Aunque me llené de orgullo, no voltee hacia la galería.Continué con mi camino, pensando que sería lo mejor para ambos: habíamos seguido con nuestras vidas después de todo, ninguno de los dos cuadraba en la del otro.

Mientras pedía un café en la cafetería más cercana, me observé en el reflejo del vidrio detrás de la empleada.Mi cabello negro y liso se encontraba algo despeinado por el viento, los pendientes de diamante de mi madre brillaban en mis orejas, mis rellenos labios resecos como siempre.Nunca había sido muy atractiva, sumándole a aquello que al ser extranjera mi piel morena contrarrestaba bastante con los presentes.Pero mi madre, una hermosa mujer proveniente del sur de América me había legado los mejores genes sin dudar.Yo estaba orgullosa de mis raíces latinas así como también lo estaba de mi lado coreano, el cual venía de parte de mi padre.

En cuanto tuve mi bebida caliente entre mis manos, le agradecí a la mujer y le desee un buen día, sentándome en la mesa más cercana al vidrio.Entonces saqué mi teléfono y revisé si tenía algún mensaje del hospital con respecto a alguno de mis pacientes o compañeras de trabajo.Estaba contestando a uno de ellos cuando la campanilla del lugar sonó y escuché una voz familiar.

–Dos cafés, por favor.

Giré mi rostro hacia la caja, reconociendo a la perfección la pequeña contextura de Jinho.Adorable y atractivo como siempre, no había cambiado en nada.Cuando se balanceó sobre sus pies e infló sus mejillas como lo hacía años atrás, mi corazón se enterneció.Entonces debió de sentir mi mirada, porque sus ojos chocaron contra los míos.

Primero se congeló y yo temí ver la ira en sus rasgos.Después de todo, era amigo de mi ex novio, al cual dejé sin aviso alguno.Sin embargo, Jinho me sorprendió como siempre con su dulzura: una sonrisa tiró de sus labios.

Rush » HyojongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora