4.

416 48 14
                                    

Cuando llegué a nuestro viejo departamento, aquel en el que habíamos vivido tantas cosas...mi corazón se encogió y me detuve en seco.Era imposible que alguien viviera allí aún, lo sabía: el lugar estaba casi inhabitable.Sin embargo, ver las ventanas repletas de periódico hizo que mi última esperanza infantil se evaporara.

Empujé la puerta, dejando que el olor a viejo y humedad me inundara la nariz.Sí, al menos olía igual que antes.Eso me arrancó una sonrisa, a pesar de que lo único que quedara en ese lugar de nosotros fuera la marca de los muebles en el suelo y los recuerdos.Recorrí cada una de las habitaciones, deslizando mis dedos por las paredes.¿Cuánto podrían contar éstas paredes si pudieran? Probablemente la mayoría de nuestra historia o al menos casi toda.

Dejé la habitación para lo último.Al ingresar a ella, lo único que encontré fue un viejo y maltratado colchón en el centro de la habitación.Al elevar mi mirada, sin embargo, también me encontré con el dichoso espejo.No pude evitar que una risa se me escapara, a pesar de el dolor que se acrecentaba en mi pecho con cada minuto.Casi podía oírlo decir "quiero que veas lo que hacemos, quiero que veas cuanto te amo y cómo lo hago" como si hubiera sido ayer.

–No puedo creerlo...–Susurré, sin dejar de reír–Pensándolo mejor, eras un pervertido, Hyo Jong.

–No sé si tomarlo como un insulto o como un halago.

Mi corazón se paralizó frente a aquella reconocible voz.

Antes de que pudiera siquiera voltearme, escuché un par de pasos y lo encontré justo delante de mí, observando el colchón con las manos en sus bolsillos.

Yo no pude más que observarlo como una tonta.

Desde su cabello rubio, el cual mantenía del mismo color, hasta sus altos pómulos y sus brillantes ojos rasgados.Absolutamente nada en él había cambiado.Excepto que, incluso contra todo pronóstico, él se había vuelto aún más atractivo y maduro que antes.El tiempo había echo que su espalda se volviera más ancha y sus facciones, aunque seguían siendo casi las mismas, ahora eran más duras.Sus finos y atractivos labios estaban inclinados hacia un lado cuando, señalando el colchón con la cabeza, me dijo:

–Muchos recuerdos, ¿verdad, Lucía?

Había olvidado que bello se escuchaba mi nombre en sus labios.Mi verdadero nombre.

Cuando no respondí, enmudecida debido a la sorpresa y la emoción que me provocaba volver a verlo, él se giró hacia mí.Tenía puesto un par de jeans y una camiseta negra con una abertura en V, la cual dejaba ver claramente su blanco pecho.

–¿Te comieron la lengua los ratones?–Cuestionó, llevando sus manos hacia sus pantalones y sacando un paquete de cigarrillos.

Estaba tan atractivo que ni siquiera podía hacer que mi corazón desacelerara su marcha.Me sentí como una niña de nuevo, no como la mujer madura que creía ser antes de entrar a éste lugar.Era como si el tiempo nunca hubiera pasado.

Cuando sacó el encendedor y encendió su cigarrillo, dejando que el humo se deslice desde sus labios hacia el exterior, mi estomago se encogió.La visión de sus dedos, repletos de anillos plateados, convertía aquel desagradable vicio en algo agradable a la vista.

–¿Ahora fumas?

Pude haber dicho algo más inteligente, pero ninguna de mis neuronas estaban funcionando, honestamente.No podía creer lo que sucedía.

–Ahora hago muchas cosas que antes no hacía.Supongo que ambos cambiamos, ¿cierto?–Mete la caja de cigarrillos en su pantalón con una mano y se quita el cigarrillo de la otra, exhalando más humo, con los ojos entrecerrados–Tú no invadías propiedad ajena antes.¿Debería llamar a la policía por qué allanaste mi propiedad?

Rush » HyojongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora