Venganza de un friki.
Pasamos el día en el Zoo, Justin había insistido en ir a ver los pingüinos, los pandas, las serpientes y muchos más animales, podría decir que estaba literalmente cansada.
-¿Tienes hambre? -pregunto mientras caminábamos hacía una banca.
-Muchísima. -respondí mientras agarraba mi panza.
Él sonrió y se alejó. Por un momento me asuste pensando que iba a dejarme sola pero me relaje cuando lo vi hablar con el vendedor de papitas y gaseosas.
Saque mi teléfono y vi dos llamadas perdidas de Lauren, mi prima. Le marque.
-Explícame porque no estás en casa -dijo al momento que contesto.
-Hola Lauren, si estoy bien, gracias por preguntar -respondí con sarcasmo.
-Es obvio que estas bien, si no, no hubieras marcado -dijo obvia.
Me gire y comencé a dar pequeños pasos, lo típico que haces cuando hablas con alguien.
-Si -respondí. -Estoy con Justin.
-Eso también lo sé, ninguno de los dos está en casa -reprocho.-Tenía planes contigo.
-Eso no lo sabía yo -dije. -A demás Justin llego y me despertó con la excusa de vamos al zoo -dije a mi favor.
-Lo voy a matar -dijo Lauren. Reí.
-Relájate -dije mientras veía a Justin caminar hacía mi con una bolsa de papitas y una gaseosa en lata. -Debo colgar, pronto estaré en casa.
-No lo ha...
Colgué y le sonreí a Justin cuando me entrego la comida.
-Gracias -dije.
-No hay porque -robo una papita. -¿Con quién hablabas?
-Con Lauren, esta histérica porque dañaste un día de primas -dije mientras metía una papa a mi boca.
-Oh, mierda -se asustó.
-¿Qué?
-A ella tengo que tenerle miedo, ha dañado miles de mis videojuegos cuando se enoja -dijo mientras se levantaba de la banquita.
-No lo hará de nuevo -comente. -ahora es grande.
-Oh no, créeme que lo hará, la semana pasada rompió Call of Duty, mi favorito.
-Uh, pobre de ti -dije. -Es mi juego favorito, solo que ahora está en Denver.
-Debemos irnos, ahora -dijo mientras me jalaba de improvisto y hacía regar mi gaseosa.
-Hey, la regaste -proteste.
-Te compraré otra, ahora vámonos -dijo señalando la salida.
Camine resignada y tratando de no mirar atrás y ver mi deliciosa gaseosa regándose en el suelo. Al salir tomamos un taxi y Justin le indico nuestro destino.
-Tienes que relajarte -comente mientras observaba por la ventana del auto.
-Y tú tienes que dejar de llorar por una gaseosa -me ataco.
-No jodas, estaba deliciosa -dije lloriqueando como una bebe.
-Te regalaré dos más -dijo mientras tomaba mi mano. -¿Vale?
-Vale -sonreí victoriosa.
Al llegar el pago el recorrido y bajo como una bala del taxi. Entro a casa y corrió hasta el cuarto de Ryan.