Mamá ha hecho panqueques hoy para el desayuno, y el abuelo hizo la mejor avena de fresa que existe. Siento como si Styx y yo fuéramos ratas de hammelin atraídas por la música del flautista.
- Buenos días cariño. – Mi madre me da un beso en mi mejilla y escucho como rasca la oreja de Styx.
- Buenos días mamá y abuelo. ¿Maya y Damián no bajarán?
- Damián tenía un poco de fiebre por la madrugada, así que tu hermana lo llevó al hospital.
- ¿Es grave? – Pregunté rápidamente.
- No, tranquila. – Me dice mi abuelo. – Es común en los niños pequeños desarrollar esa clase de enfermedades. ¡Les ayuda a crecer grandes y fuertes! – Amo la manera en que el abuelo maneja ésta clase de situaciones.
- No te preocupes cariño. – Me frota el brazo mamá. – Deben volver en un minuto.
Asiento con la cabeza, y camino lentamente hacia la puerta en donde se guarda el alimento de Styx. Lo tomo y camino hacia el porche, que es donde él come.
Escucho el batir feliz de su cola tras de mí, y escucho una marcha constante con sus patas, casi como si solo rozara el suelo.
Me encuentro llenando su tazón, cuando presiento un objeto pesado aproximándose hacia a mí. La pata delantera de Styx empuja mi cabeza hacia el tazón el tiempo suficiente para que ese objeto impactara con la ventana del porche y no en mi cráneo.
Sigo aturdida cuando escucho el auto llegar y a Maya gritar.
- ¡Pero que idiota! – Escucho como sube las escaleras. - ¿Estas bien Wendy? – No me deja responder cuando ya está gritando por mamá y el abuelo.
- ¿Qué pasó? ¿Wendy te hiciste daño? – Escucho la preocupación en la voz de mi mamá, ella cree que yo misma que hice daño.
- Un idiota lanzó una piedra directo a su cabeza mamá, llamaré a la policía, se fue corriendo por el bosque. Abuelo ayúdame a sacar a Damián del auto por favor.
Escucho todo en un borrón. Mi mamá me levanta y me lleva hacia la sala de la casa. Me siento mareada, desorientada, y eso no me había pasado en años. Mi abuelo entra con un muy enojado y lloroso Damián, mi hermana camina y habla furiosa con la policía, mamá me revisa por posibles daños y parlotea sobre el daño al cristal de la ventana, sobre lo caro que será arreglarlo, y cuando al fin encuentro mi voz, le pregunto:
- ¿En dónde está Styx?
Mi madre se posiciona cerca de mí, y tranquilamente me dice:
- Debió correr asustado hija, ya vendrá cuando tenga hambre.
- ¿No es peligroso con el chico en el bosque?
- Él sabe defenderse, estará bien. – Hace una pausa y suelta – Ésta es el arma... ¡Aahh!
- ¿Mamá? – Le pregunto cuando suelta un grito de dolor. Ella no me responde de inmediato, así que me levanté para ayudarla, pero no contaba con el verdadero desastre que era la ventana y me tropecé directamente en los vidrios. Fui a dar de cara al piso.
- ¡Gwendolyn! – Escuché el pánico en la voz de mamá. – Si no te pido ayuda, no vengas.
Sabía que era el enojo hablando, tener una hija ciega ya era una costumbre para mamá, pero por dentro sabía que le molestaba que no pudiera cuidarme por mí misma, como los demás chicos de mi edad.
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Reencarnación
FantasyWendy puede saber cuando va a caer la lluvia, pero no puede verla cayendo. Wendy puede sentir los rayos del sol acariciar su piel, pero no puede ver la salida ni la puesta del astro. Pero Wendy está a punto de descubrir el por qué de su destino, a...