Capítulo 3

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Mi hermana quería ir a la feria para despejarse un poco. El extraño comportamiento de su hijo, junto a las extrañas cosas que estaban pasando en casa, la tenía muy estresada. Es extraño como no puedo ver las expresiones de la gente, cómo no puedo ver si están preocupados o si algo los mantiene intranquilos, pero puedo sentir con más fuerza sus emociones.

Maya me ocultaba algo, y no solo a mí, sino también a mamá y al abuelo. Es por eso que me invitó a venir sólo a mí, durante años hemos venido como familia, aun cuando Damián era un recién nacido nunca tuvo problemas para traerlo, pero hoy, sólo quiere estar conmigo.

Me lleva por todo el lugar, que no es muy grande. Ella me dice que ésta vez no vinieron muchos de los usuales juegos mecánicos, y que tampoco mucha gente del pueblo asistió. Supongo que los tiempos cambian, muchos de los niños que crecieron con nosotras ya se han mudado a otro lugar, y los pocos que tienen familia, no traen a sus niños porque dicen que "a los niños de hoy no les gusta ésta clase de diversión". Tonterías, si yo pudiera tener hijos, los obligaría a venir a éstos sitios y a no estar pegados a un aparato todo el día. Ese es el plan que quiero seguir con mi sobrino, ser la tía que consiente y educa.

Le pido a Maya el algodón de azúcar que me prometió, y ella amablemente va por él mientras yo me quedo parada cerca de lo que pienso, es un brincolín inflable.

Sabía que me estaban observando, y llámenme loca, pero también sabía quién lo estaba haciendo.

Casi 12 años de total obscuridad me han dado la habilidad de reconocer la energía de las personas. Algunos lo toman como lectura de aura, pero no me puedo imaginar eso, simplemente es algo que siento, como las intenciones de esa persona, puedo sentir el amor de mi abuelo, la confianza de mi hermana, la preocupación de mi mamá, y la dulce inocencia de mi pequeño sobrino.

Y justo ahora, siento paz. Es una tranquilidad inmensa que nadie puede perturbar, como si volara y descansara en las nubes.

- ¡Elliot! – Saludo con toda la alegría que siento, porque a pesar de no verlo, pienso en la felicidad cuando lo tengo cerca.

- Siempre voy a sorprenderme de que sepas exactamente quién soy. – Siento su proximidad justo en frente de mí. Huele como a bosque e invierno, aunque ni siquiera se le debería de dar un olor a una estación.

- Una habilidad más, supongo. – Le digo.

- No has ido a clases ¿Todo está bien?

Asiento solamente, no le quiero decir que sé que mi mamá ya no puede pagar las clases de música, después de todo, mi familia piensa que no lo sé.

Siento su mano rozar mi cara, justo en el lado en donde tengo la evidencia de mi torpeza luego del ataque a mi casa. Casualmente no duele cuando decide apoyar su mano completa en la herida. Espero por lo más sagrado de éste mundo que mi cara no refleje la emoción que siento en éstos momentos.

- ¿Se más cuidadosa si? No te pongas a ti misma en peligro.

Con lo aturdida que estoy, sólo puedo volver a asentir y a sonreír como una tonta cuando él retira su mano y se marcha. Siento que quiero llorar cuando la paz se aleja.

- ¡Tú algodón! – Escucho como Maya grita y pone el esponjoso y delicioso algodón justo en mi cara. - ¿Por qué parece que te quieres desmayar? ¿Tienes fiebre?

Creo que sí tengo fiebre.

¬¬" ¬¬"

Pude sentir la sedosidad de las telas de su tienda, y el olor tan penetrante del incienso y especias. No era del todo desagradable, pero sin duda la mujer debe estar fuera de sí oliendo esto todo el día.

- Creo que ésta es una verdadera gitana Gwen, - me susurra Maya, bastante emocionada, puedo escuchar la excitación en su voz. – Tal vez sea una pariente de nosotras...bueno, de mí, tú estás muy paliducha.

- Que te broncees casi todos los días no quiere decir que seas gitana, quiere decir que tienes grandes probabilidades de cáncer de piel.

- Yo soy el sol y tú eres la luna hermanita, así son las cosas.

Solo sonrío con el eufemismo de Maya, pues tiene razón, ella tiene una personalidad tan radiante y cálida, pero peligrosa, imponente como el sol. Yo soy mucho más tranquila y más discreta, como supongo que es la luna.

- Siéntanse como en su casa seres de luz – Escucho decir a la mujer y pienso en nosotras mismas como luciérnagas. - ¿Qué las ha traído hasta a mí? ¿Qué pregunta sobre su destino tienen?

- Quiero saber sobre el hombre de mi vida señora...

- Soy Madame Estrella querida mía – Súper original pensé yo. - ¿Tú eres?

- Mi nombre es Maya, y ella es mi Hermana Wendy.

- ¿Y en qué puedo servirles mis solecitos?

Ya me quiero ir.

- Quisiera saber sobre un chico. – Maya hace una larga pausa, esperando a que yo hable, pero por lo gestosa que dice que soy, imagino que sabe lo que pienso. ¿Un chico? ¿Quién? ¿Desde cuándo? ¿Por qué? Sabía que me trajo por otras razones que por ser buenas hermanas. – Conocí a alguien en el trabajo, y tengo un bebé, así que no quiero desperdiciar el tiempo. – Coloca una de sus manos en mi pierna, sé que quiere que la comprenda, y que por nada del mundo le diga esto a mamá.- Estoy cansada de esperar a que el correcto aparezca, no me voy a hacer más joven.

- Dame tu mano izquierda cariño. – Le dice Madame bola de cristal.

No puedo evitar no molestarme. Cuando Maya se embarazó, mamá le dijo que debía empezar una nueva vida con el papá de su hijo, y así iba a ser. Seis meses después, apareció ella en el porche diciendo que el tipo se había ido, y que había resultado igual a papá. Mamá no pudo resistirse a ayudarla, y por supuesto que el abuelo y yo tampoco, pero desde el nacimiento de Damián, parece que se ha empeñado en buscarle un padre sustituto a su hijo a como dé lugar.

Aún recuerdo la acalorada discusión que tuvo con mamá hace unos 4 meses, en dónde ésta terminó diciéndole que podía irse y llevarse a su bebé si quería hacer lo que quisiera. Mamá puede dar mucho miedo.

No quiero que mi hermana se quede sola por siempre, claro que no, pero quiero que el hombre correcto para ella y para Damián llegue a su tiempo.

- Mira nada más. – Escucho que habla la gitana. – Veo una porción de bosque reluciente de verde, un lago del más puro azul que existe. Veo a una chica de blanco, y a un alto y guapo hombre junto a ella. Veo el cielo rodeado de estrellas, y a la luna iluminando el camino de la pareja. – Toma un suspiro airado. – Es la boda más hermosa que he visto en toda mi vida, querida mía.

Casi puedo oler la emoción emanando de los poros de Maya tanto como puedo oler la mentira de ésta mujer.

- Veo un futuro feliz pero...- Hace una pausa, y la mesa comienza a temblar. Ella toma mi mano izquierda fuertemente, y después toma la otra de igual manera. – No hay nada. – Susurró ella.

- ¿Cómo dice? – Le pregunta mi hermana, pues yo estoy demasiado sorprendida por el toque tan grosero.

- Tienen que irse, por favor. – Siento como camina, pero vuelve y me toma fuertemente de los hombros. - ¿Qué te hicieron? ¿Por qué lo hicieron contigo?

- No sé de qué habla. – Le respondo en un susurro, no quiero decirlo, pero me estoy asustando, mis manos están sudando.

- No hay nada. – Repite. – No hay vida dentro de ti.

- Nos vamos. – Dice Maya en tono de mamá, y me saca casi arrastrando de ese lugar. La mujer gitana comienza a decir cosas extrañas, como si rezara, escucho como dice antes e alejarnos lo suficiente: "Pobre niña, su tiempo se acabó". 



ReencarnaciónWhere stories live. Discover now