nada

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Todo era nada, nadie se reconocía; Una mañana que pronto empezó a ser noche. Desde su ventana, thalia observaba las gotas caer sobre todo lo que decoraba el paisaje; Coches, edificios, gentes que deambulaban sin aparente dirección, nada lograba apartar sus recuerdos de aquella mañana en la que su amor decidió vaciarle el corazón, para llenarlo de esa soledad que impregna el alma hasta el fin de los días. Habían pasado seis años y aún sentía como su piel seguía conservando el olor de ese último abrazo



AUTR: no seamos una nada 





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