Había pasado una mala noche, no había podido dormir bien y no entendía lo que me pasaba. Ese día interrumpí el juego en medio del recreo para correr al baño porque sentía cólicos. Creí que era un malestar estomacal, que algo me había hecho mal.
Cuando llegué al baño noté la mancha de sangre. - No, no, no, nooo...- Susurré justo al momento que sonó el timbre que indicaba el final del recreo. Pensé en no salir del baño, pero lo hice.
Sabía muy bien lo que estaba pasando. Le había preguntado a mi mamá qué era eso de las toallas higiénicas y ella me había hablado sobre lo que ocurría cuando una mujer estaba "indispuesta". Me habló de los dolores, de la sangre, de la falta de energía, para mí no parecía otra cosa que un castigo, por eso, había reaccionado tan aterrada en el baño del colegio.
A los 9 años estaba en cuarto básico, vivía con mi abuela. Por aquel tiempo, no había visto una toalla higiénica por años y mucho menos había escuchado de la palabra menopausia. No sabía como empezar, como explicarlo, así es que opté por ocultar mi situación la mayor parte del día, pero desperté en medio de la noche con pesadillas y cólicos en aumento. Cuando mi abuela se dio cuenta reaccionó con naturalidad, me preparó una "aguita" que prometía detener el dolor y así fue. Todo parecía algo muy natural, pero al día siguiente las cosas cambiaron.
No me despertaron para ir al colegio y yo, podía escuchar como todos andaban en puntillas dentro de la casa. Mi abuela cuchicheaba al otro lado de la puerta y pude escucharla cuando le contó a mi tío lo que había sucedido. Sentí vergüenza.
Más tarde llegó mi papá, me llevó al Mc donalds. Recuerdo que me irritaba la suavidad con la que me trataba y me irritó aún más cuando me dijo "te traje a un lugar de niños, pero tú ya no eres una niña". Luego intentó explicarme la implicancia de la menstruación sobre la sexualidad, pero fracasó.
Debo haber sido la primera del curso en menstruar. Miraba a mis compañeras, ellas aún no tenían que preocuparse por portar toallitas. Sentía vergüenza de hablar con alguien sobre el tema y lo evitaba, cambiaba la televisión ante cada comercial de toallitas. Odiaba aquellos días, así que me sentaba perfecto que mi abuela me considerara enferma y decidiera no mandarme al colegio. También me sentaba perfecto que fuese ella quien siempre compraba las toallitas, yo no tenía que preocuparme mucho. Al menos hasta el primer verano que pasé con mis primos, cuando luego de acabarse un envase, tuve que enfrentarme al vendedor y mientras me enrojecía pedirle que me diera las primera que encontrara. Me las pasó en una bolsa negra, siempre me las pasan en una bolsa negra.
Los años que siguieron el tema se hizo más común, mis amigas comenzaron a comentarlo. No pasó mucho tiempo antes que notásemos que nuestros ciclos se sincronizaban con el de nuestras amigas, nuestras madres o las mujeres con las que pasáramos mayor tiempo. Este fue el primer hecho que llamó mi atención, de alguna u otra forma podíamos sincronizar este hecho tan "biológico" con las mujeres con las que compartíamos, ¿había ocurrido también en las tribus, durante la prehistoria? eso solo podía significar algo.
Así empezó a mejorar mi relación con la "regla" así empecé a cuestionarme algunos sucesos: ¿Por que el liquido que representa la sangre en los comerciales de toallas higiénicas es azul?, ¿Por que los hombres siempre bromean acerca de las variedades de toallas higiénicas? ¿Por que se habla de la menstruación como algo que produce asco? ¿Por que debería sentir vergüenza al hablar de menstruación si es un proceso biológico y natural?
A los 15 años, en la clase de biología, me explicaron el ciclo menstrual. A mi siempre me ha gustado la biología y algo había leído antes, pero tenía compañeros que acababan de descubrirlo. El ciclo no solo se componía de los días de sangrado, que podían ser 3, 5 ó 7. El ciclo duraba algo así como 28 días, similar al ciclo de la luna. La sangre del sangrado no significaba una "herida", una "ruptura", una "lesión", era el desprendimiento de un tejido y simbolizaba el inicio de un nuevo ciclo, algo así como que "el útero se limpiaba". El útero era una especie de "bolsita muscular" y sus contracciones se asociaban a los dolores, estaba mal decir "me duelen los ovarios"... Mi profesora era una enfermera apasionada por la pedagogía. Describió el proceso y puso cada nombre como tal, no se guardó ningún detalle.
Tenía algo así como años, cuando mi pareja, algunos años mayor que yo, me preguntó avergonzado acerca del ciclo menstrual. Me pidió si podía explicarle, me dijo que nadie le había comentado a él. Le hice un dibujo, un círculo dividido en 28 casillas, la fase pre ovulatoria, ovulatoria y menstrual. "Es como las fases de la luna". Me dijo. Al día siguiente los comparé, unas semanas después llegó a mis manos un libro que se titulaba: "las cuatro fases de la luna" y seguí sorprendiéndome.
"Durante la fase menstrual, el útero se contrae naturalmente para desprender el endometrio, el tejido que genera el sangrado. Como "órgano muscular" el útero puede ser entrenado, lo que a su vez, se asocia a la disminución de los dolores menstruales y el favorecimiento del proceso del parto".
Vi por años a mi mamá y a mis amigas sufrir por los dolores menstruales, para mi suerte a mi me habían tocado un par de veces. ¿¡Por que nadie nos dijo esto!? ¿¡Cómo podemos entrenarlo!?
"El útero se puede entrenar manteniendo contracciones durante todo el ciclo uterino. De tal manera, que al momento de la menstruación esté "activado". El útero se contrae principalmente en tres situaciones. Al hacer ciertos ejercicios, durante el parto, el orgasmo y durante la menstruación".
Ahí estaba. ¡Por eso no nos habían dicho!
Nos vendieron el "parirás con dolor", "los días impuros durante la menstruación", "los días en los que estás enferma y donde tienes que esconder tu menstruación" "las pastillas para disminuir los dolores". Pocas posibilidades teníamos de revertirlo, pocas posibilidades teníamos de informarnos, sobre todo si además consideramos la "actitud de la iglesia" ante temas como la masturbación y el sexo como una actividad placentera y no de procreación.
Yo no era la única. Gracias a este libro también descubrí que habían mujeres que al igual que yo, sentían cierta felicidad o una actitud célebre durante su sangrado e incluso habían un par que habían utilizado esta sangre para representar arte, baile, para liberarse. Es decir, no era la única que se sentía mucho más limpia "física, energética y emocionalmente" iniciado el ciclo y a su vez, que se le denominara "ciclo" no era casualidad, que habían ciertos comportamientos, emociones, sensaciones que se repetían.
Había sido bastante desordenada con mi ciclo. No tenía claridad de la duración, ni del día en que comenzaba. Tras el libro me hice la idea y ayudada de la aplicación "lunar" comencé a llevar una especie de diario. Fue aquella una excelente manera de conectar conmigo y con otras mujeres. Fue uno de los pasos más importantes en el camino de entender- me, amar-me y ser autocompasiva conmigo y con otras.
A lo largo de este camino y por cada uno de estos descubrimientos, he vuelto a sentir, una y otra vez, que en algún momento se nos restringió información valiosa respecto a nuestro ciclo, nuestra sexualidad y con ello, se perjudicó la relación que tenemos hacia nosotras mismas, hacia otras mujeres.
¿ Han sentido esto también ustedes? ¿Se lo han planteado así?
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Por mi y por todas mis compañeras
Non-FictionHace un par de años, el feminismo sonó por primera vez en mi cabeza como otra expresión violenta y extremista de fomentar el odio en este mundo violento, frío y competitivo. Yo estaba cansada del odio, cansada y enferma. Para mi suerte, por aquel e...