The Nightmare World

El escape. Parte 1

Ha pasado una semana, tu padre no te ha hablado, presionado o al menos acercado, te preguntas si estará enojado por lo que paso días atrás.

¡John Egbert no es ningún idiota! proclamas sabiendo que está planeando algo. Ha faltado al trabajo, lo escuchas murmurar en su habitación cosas que no pueden llegar a tus oídos y cierra las puertas de las ventanas más de lo normal.

Estas jodido y  también tienes miedo. Pero eso de ninguna forma evitara que tu también preparares algo.

Escaparas, no hay dudas, lo has planeado meticulosamente desde hace varios meses ya que sabias que el día llegaría. No querías recurrir a ello pero no queda de otra, tiempo atrás tenías la vaga ilusión de que tu padre no te obligaría pero, como siempre, no acertaste.

Rose tiene una hermana,  se llama su nombre es Roxy, ella es algunos años mayor que ella.

Roxy es como tú, se negó a ser un monstruo, huyo días antes de su cumpleaños número catorce, cuando Rose apenas tenía once. La policía la estuvo buscando sin parar por varias semanas hasta que su cuerpo por fin apareció sin vida en una alcantarilla o bueno, eso es lo que decían los periódicos ya que en realidad no se llegaron a ver fotos, las autoridades aclararon que preferirán censurar a la chica ya que la encontraron hecha un desastre, entrañas y partes desmembradas por aquí y allá. Eso es lo que cuentan los medios.

Pero Rose sabe la verdad.

La Lalonde está segura que su hermana sigue viva, oculta. Lo ha deducido entre pequeñas cosas que se encuentra o pequeños actos represivos en su monótona vida.

Como encontrar la bufanda favorita de Roxy doblada perfectamente en la puerta de su casa, la desaparición del peluche de gato favorito  o las misteriosas botellas del Vodka favorito de Roxy en la casa aun cuando su mamá ha dejado de beberlo después de su presunta muerte. También el misterioso correo electrónico que recibió meses atrás, sin remitente y con un mensaje breve que dictaba "La salvación" junto una dirección de un lugar a las afueras de la ciudad.

Rose le hubiera gustado ir, al menos arriesgarse y ver si la tan ansiada libertad que tanto anelaba se encontraba ahi. Pero su madre tenía otros planes.

"Mom" Lalonde no estaba dispuesta a llorar más perdidas así que días antes de su cumpleaños, para procurar que no haría algún movimiento, la encerró en su habitación sin ningún medio que para comunicarse en el exterior.

Al recordar la historia te sorprende el hecho de que tu padre no hizo lo mismo.

Rose te dio la dirección. Listo tal vez para una muerte segura pero irías esa noche, sin esperar más.

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Era  de madrugada, tu padre esta ¿durmiendo? no estás seguro los monstruos lo hacen.

Tomas tu pequeño martillo con determinación. No llevas nada más en una mochila mediana que contiene un par de prendas de ropa y agua, la comida de tu casa es apenas comestible así que no te arriesgaras a llevar algo venenoso.

Bajas los escalones con cautela para que el oído super desarrollado de tu padre no te escuche. Paso a paso estas más cerca, extiendes tu brazo, entre la oscuridad sientes el metal del pomo de la puerta y lo giras con cuidado.

Y se abre la puerta mostrando el velo oscuro de la noche por toda la calle, con el mismo cuidado que antes sales y cierras con cuidado.

...

No puedes creerlo, estas afuera, quieres gritar de emoción y llorar de orgullo pero no puedes por el miedo de que tu padre este al asecho, esperando a que entres en confianza para capturarte.

Antes de que ocurra esto aprietas el martillo en tu mano y comienzas a caminar con pasos rápidos, siguiendo la dirección que te habías grabado en tu mente. Hacia la libertad.

Estas a cuadras de tu casa, sientes que con cada paso que das el peso de tus hombros disminuye.

Pero escuchas un rugir, el de una bestia que estremece cada uno de tus músculos y hace ladrar a más de un perro.

Tu padre.

Quieres llorar del miedo, porque sabes que si te atrapa el mismo te convertirá en un monstruo irreconocible.

 Corres, como si tu vida dependiera de ello y probablemente lo hace.

Corres hasta que los pies te duelen y no sabes ni siquiera donde estas.

Y aunque tus pulmones exigen cada vez más oxígeno y no dejaras hacerlo hasta que tus problemas estén lo suficientemente lejos para que no puedan alcanzarte.

Al menos un tiempo.