AMORES DE TRENES

9 1 0
                                    


En algún momento del camino esto terminaría del mismo modo que inicio, sin decir nada, sin explicaciones y sobre todo sin un adiós doloroso. Decir que nuestra historia fue un cuento de hadas es mentirme a mí misma, nunca fuimos nada y al mismo tiempo lo éramos todo, y digo todo porque en aquel tiempo pensábamos que la felicidad era plena. Nos dedicamos a disfrutar de lo que el uno le brindaba al otro, nos sorprendíamos a nosotros mismo lo mucho que deseábamos estar junto, no separarnos y que el tiempo fuera nuestro cómplice y más fiel amigo.

Era y no era mi necesidad, lo se suena extraño decirlo del tal modo que ni yo misma comprendo, lo cierto es que cuando le tenía a mi lado me era imposible soltarle, pero cuando nos separábamos su recuerdo me era vago y sobre todo no sentía esa urgencia de estar cerca de él. En mis noches oscura llegue a reflexionar sobre mis sentimientos, me estaba aferrando a un imposible que fue marcado desde el primer momento que nos vimos en aquella estación de tren, entre el bullicio pero que al ver su mirada profunda, triste y desolada todo en mi tuvo un nuevo rumbo ese que no se puede explicar tan solo sentir con el corazón y el alma, ese que da temor experimentar y, sobre todo, sufrir. Los trenes pasaban como si nada al igual que las personas, pero él y yo seguíamos allí mirándonos sin prisa, con calma. El destino nos decía que no era el momento para aquella relación que florecían de una forma hermosa, pero que se marchito del mismo modo. Fue mi culpa todo aquello, le mentí desde el principio, una mentira que me carcomía por dentro pero que me era difícil decir, y es que durante todo este proceso fui yo la destrucción de lo más hermosa y real que hasta el momento me he permitido tener. 

Escribiéndote a ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora