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Pedí un latte y no lo quería tomar, estaba más concentrado en mis problemas que en comer.

— Vida de mierda — Dije en voz baja.

Observé los papeles que tenía en la mesa, la tarea de geografía, la odiaba con toda mi vida, abrí mi mochila para meter los papeles dentro, no tenía la intención de hacerla.

Mientras miré la cafetería que tenía pocas personas, alejada lo más posible del centro de la ciudad y de mi escuela.

Tenía tres llamadas no atendidas de mi mamá, siempre me pregunto si llegara el día en el que se dé cuenta que le tengo un poco de desprecio.

Siempre recibo el sermón de que no puedes tenerle desprecio a tu madre, es difícil si soy el único que nota su claro comportamiento hipócrita; las denuncias falsas de maltrato contra mi padre, su racismo, su homofobia y clasismo, ella es el pack completo de estupideces del mundo.

En mi mente pasa el recuerdo de aquel día en el despidió a todas las personas homosexuales de su empresa.

Yo con 8 años fui a su despacho a decirle que había visto a dos personas muy enamoradas, amablemente me pregunto quiénes eran, le respondí que eran Nadia y Antonieta, un minuto después yo me encontraba afuera de su despacho, sin entender el por qué las había citado a las dos, mi mente inocente de 8 años pensó que estaba felicitándoles por su linda relación, pero no fue así.

Ella todavía tiene todo el derecho sobre mí, quisiera simplemente desaparecer.

Levanto mí mano para que me traigan la cuenta, pagó y me retiro de ahí, sin tomar el latte.

De reojo ve como hay un chico apoyado en el vidrio del lugar, que gente tan extraña.

Siento como mi celular empieza a vibrar de nuevo y otra vez lo dejo pasar, debería estar hace dos horas en el edificio de la compañía, pero mi rebeldía gana.

Empecé a caminar, pensé por un momento en no ir y escaparme con Yoandri y Johann, mis únicos y verdaderos amigos.

Caminaba con mi celular en mano con los contactos abiertos, el nombre de mi ex mejor amigo se destaca mágicamente.

No puedo creer que esté haciendo esto.

Marqué y no contestó, desvío la llamada, llamé otra vez, y de nuevo cortó.

Christopher te puedes ir a la mierda.

Atento a mi celular empiezo a jugar Candy Crush, me frustro al no tener más movimientos y vuelvo a empezar la partida, vuelvo a perder y quedo sin vidas.

Juego del demonio.

Aprieto el icono de la aplicación y la desinstale.

Ay que bien.

Miro hacia atrás al sentirme observado, pero no encuentro nada, solo un auto totalmente negro con los vidrios polarizados.

Secuestro | JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora