ⅩⅦ

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Quizás no era la mejor habitación del mundo, pero estaba cómodo.

Solamente me aterraba que se escuchaban pasos, aunque seguramente sólo eran Zabdiel y Christopher en el piso de arriba.

Un escalofrío recorre mi cuerpo y aumenta mis ganas de ir al baño, me levanto sin nada en los pies, el frío del concreto invadía mi piel.

Abrí con cuidado la puerta que conectaba con la escalera, cuando pisé el primer escalón la puerta de detrás mío se cerró, tragué en seco con un nudo en la garganta, subí dos escalones más y la puerta de atrás se abrió.

No puede más y subí rápido las escaleras hasta llegar a las otras que conectaban al segundo piso.

Subí tan rápido que en el último escalón resbalé cayendo al piso.

— ¿Qué demonios? — Dicen mientras estoy en el suelo.

Levanto la mirada y era Erick.

— ¿Por qué no estás muerto? — Le digo con bastante desprecio desde el suelo.

— ¿Debería? — Cruza sus brazos —. ¿Me estás deseando la muerte?

Me quedo callado y observo su ropa, está en pijama.

— Gracias a mí estás aquí ahora mismo.

— ¿Por qué no estás muerto? — Le volví a repetir con rabia.

Se acerca a mí en vez de responderme y me alza su mano.

El la agarro y hago que caiga al suelo.

Me dirige su mirada indignado, me levanto con velocidad, pero logra agarrar mi pie y me hace caer otra vez.

Abalanzo mi cuerpo hacía el suyo con fuerza intentando de golpearlo, él usa sus manos para separarme, no lo logra. Me pongo encima de él para agarrar su cuello y empezarlo a estrangular, no duro cinco segundos y una cachetada llega a mi mejilla desestabilizándome, Erick me empuja a un lado y se acerca rápidamente para golpear mi cara.

— ¿Erick? — La voz de Zabdiel llega a mis oídos, pero sigue golpeándome.

— ¿Joel? — Logro girar mi rostro y veo a Chris.

Quitan a Erick de encima mío y me levanto limpiando mi ropa.

Él está del lado de Chris y yo en el de Zabdiel.

Nadie habla solo nos quedamos mirando.

Zabdiel me empuja hacía dentro de su habitación y puedo ver su rostro de confusión.

— ¿Qué carajos paso ahí? — Pone una mano en mi hombro derecho.

— No lo sé yo solo quería orinar y ese estúpido se me acerco — Digo bien alto esperando a que me escuchen.

— Tranquilo — Levanta sus dos manos —. Ven entra a mi baño.

Él abre la puerta y entro con rabia, me acomodo en frente del retrete, bajo mi pantalón y me descargo.

— ¿Puedo dormir contigo? — Acomodo bien mi pantalón —. Me aterra ahí abajo.

Puedo escuchar su risa.

— Esta bien.

Lavo mis manos y salgo del baño.

Ya puedo escuchar los ronquidos de Zabdiel.

Busco un lado en donde yo pueda entrar ya que está ocupando toda la cama, me pongo encima de él y lo empujo con mi cuerpo.

Iba a ser una semana difícil.

Secuestro | JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora