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Peter Stark y Wade Wilson no podían estar más felices.
Hace más de tres años que estos dos jóvenes habían dado luz verde a su relación después de una extraña y vergonzosa confesión por parte de Wade. Al principio tuvieron problemas, como era de esperarse, por la actitud inmadura de Wade y la indiferencia que a veces mostraba Peter, pero conforme el tiempo avanzaba estos dos solo lograban complementarse cada vez más, como dos tuercas, girando con parsimonia en un reloj.
Pero eso siempre fue lo que les dio problemas; el reloj.
El tiempo corría sin esperar a nadie y más encima dejaba obstáculos tirados en el camino, ayudando a la inútil de la vida a complicarnos la existencia. Y vaya que lo había logrado. Varias veces estuvieron a punto de mandar todo a la mierda por aquellos baches que los hacían tropezar.
Sin embargo, al final del día siempre volvían a sus brazos, estrechando el cuerpo ajeno con tanta fuerza que casi podías jurar escuchar sus costillas fracturarse. Porque para Wade, estar con Peter era como estar en casa; un lugar acogedor al que siempre podía volver sin miedo a nada. Y la cosa no era diferente para Peter.
Así que podían gritar a los cuatro vientos con orgullo que habían logrado superar todos los obstáculos que la vida les había dejado en el camino. Como diría el gran Wade Wilson; si la vida te da la espalda... dale por detrás.
Pero nadie te dice que la vida es versátil, ¿o sí?
Todo pintaba a ser un día normal como cualquier otro en el calendario. La pareja se había levantado cuando los primeros rayos del sol asomaban por su ventana, llenando la habitación de un color amarillento. Peter fue el primero en levantarse de la cama, arrastrando los pies hasta el baño, donde tomo una corta ducha y cepillo sus dientes.
El castaño había entrado a la cocina una vez se había vestido y se sentía espabilado por completo. Tomo los ingredientes necesarios para preparar panqueques y se dispuso a su tarea después de colocar un poco de música de fondo.
Se encontraba batiendo la mezcla al ritmo de la canción, inconscientemente, al igual que murmurar por lo bajo algunas partes de la letra. Una sonrisa interrumpió sus murmuros cuando sintió unos fornidos brazos cerrarse sobre su cadera.
—Buenos días, dormilón. —murmuro mirando sobre su hombro, encontrándose con su novio ocultando el rostro en su hombro.
—Mmm... —balbuceo en respuesta. Peter lo tomo como un "buenos días".
Peter resoplo divertido y se giró lentamente, sosteniendo al rubio por el torso hasta poder quedar de frente. Tuvo que morder su labio para evitar chillar por lo tierno que le resultaba ver a Wade adormilado.
—Estoy preparando panqueques, así que ¿por qué no vas a darte una ducha y regresas cuando estén listos? —prácticamente lo arrastro hasta el cuarto de baño, cerrando la puerta una vez Wade estaba dentro.
