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— ¿Wade? ¿Eres tú?
Pregunto Peter al aire al escuchar movimiento en la sala, estando él en la cocina preparando unos bocadillos para el almuerzo. Se quedó quieto en la espera de una respuesta, la cual consiguió al sentir unos familiares brazos rodearle con fuerza.
—Hola, babyboy.
El castaño sonrió.
—Creí que llegarías más tarde. —dijo Peter, dándose la vuelta para quedar de frente a su novio. —Apenas estoy preparando el almuerzo.
Wade deposito un beso en la frente del menor, sonriendo de por medio para luego soltarlo y colocarse a su lado. Abrió la llave del grifo y lavo sus manos.
—Déjame ayudarte. —le dijo mientras secaba sus manos.
El castaño no replico y solo deslizo la tabla de madera donde descansaban los vegetales que utilizaría a donde se encontraba su novio. Mientras tanto, él siguió untando mayonesa en los panes que había dejado sobre la mesa hace apenas unos momentos.
Habían pasado alrededor de seis meses desde aquella noche donde Wade y Peter habían roto la frontera que eran las inseguridades del rubio respecto a su aspecto, y debe decirse que su relación avanzo para bien.
Wilson ya no utilizaba nada para cubrir su rostro, ni siquiera para salir a la calle y eso era algo de lo que Peter estaba orgulloso, haciéndoselo saber a cada oportunidad que tenía. Después de todo, Wade encontró confianza y seguridad al lado de Peter, importándole un carajo su aspecto y lo que dijeran de él.
Y Peter no se quedaba atrás, él también estaba avanzando. Ya podía hacer más cosas por su cuenta, siguiendo su vida con normalidad a pesar de carecer del sentido de la vista. Además, se había vuelto un fanático de la lectura; en tan solo esos seis meses había llenado dos estanterías completas con libros de braille, siendo algunos regalos de Wade o sus padres.
—Entonces... ¿A dónde fuiste? —el castaño decidió romper el silencio, recargándose sobre el taburete de la cocina. —Saliste muy temprano hoy, ni siquiera desayunaste.
Wade rio ante la curiosidad de su novio. Dejo el cuchillo de lado y lo miro con una ceja alzada, divertido ante la situación.
—En realidad no hice mucho. —dijo, encogiéndose de hombros —Salí a correr, compre unas cuantas cosas en el centro comercial y fui a visitar a tus padres.
¿Qué? ¿Había escuchado bien?
— ¿Fuiste a visitar a mis padres? ¿Cómo para qué?
El mayor soltó una carcajada. Se acercó a su novio y lo acorralo contra el taburete, tomo sus suaves manos y las guio hasta su rugoso rostro, dejándolas ahí. Sonrió al sentir los dedos juguetones de Peter haciéndole cosquillas al moverse de aquí para allá.
