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El sol ni siquiera había salido cuando Wade Wilson ya se encontraba silenciando su alarma y poniéndose de pie cuidadosamente para evitar despertar a su novio. Tomo una ducha rápida, pero cuidando muy bien cada detalle para quedar reluciente y se vistió lo mejor que pudo pero sin quitar el toque casual.
Camino hasta la puerta y salió hasta las frías calles de la ciudad a causa del invierno que comenzaba a aproximarse. Unas calles más adelante se encontró con su amigo canela pasión y compañero de aventuras, Dopinder, quien lo condujo hasta su destino, hablando con él para evitar que se terminara sacando dientes y pelos de los nervios.
Y al bajar del coche, ahí estaba; la casa de sus suegros.
—Buena suerte, Mr. Pool —exclamo Dopinder antes de irse, animando a Wade al escuchar aquel apodo que recibió en la universidad.
Suspiro con fuerza e hizo tronar sus nudillos y cuello.
—Es hora de hacer las putas chimichangas.
Con pasos firmes y una seguridad que no tenía ni Obama camino hasta la gran puerta de madera blanca y toco el timbre. Estaba listo, no, estaba más que listo para pedir la bendición de sus suegros para poder casarse con Peter.
Aunque su plan inicial era fugarse con él y casarse en las Vegas en una capilla con temática de Voltron o Star Wars. Sin embargo, Coloso le dijo que eso estaba mal y que lo correcto era una boda tradicional con el permiso de los padres.
Y como estamos hablando de su bro y esposo espiritual, no le discutió nada.
—Wade, hola, ¿Qué se te ofrece aquí tan temprano?
Aquella masculina pero aterciopelada voz lo saco de sus pensamientos, trayéndolo de nueva a la realidad. Alzo la vista y frente a él se encontraba su suegro Steve, un veterano que era más dulce que la miel, claro, si no lo sacabas de sus casillas.
—Señor Rogers, buenos días. —saludo Wade, lo más cortes que pudo.
El rubio lo miro detenidamente por unos segundos, atrapado entre la diversión y la extrañeza.
— ¿Desde cuando eres tan formal? —cuestiono el veterano mientras se recargaba en el marco de la puerta. —Creí que ya habíamos superado la etapa del "Señor Rogers" —hizo comillas con los dedos.
Wilson soltó una pequeña risa nerviosa y rasco nerviosamente su cuello.
—Lo siento... Steve.
El nombrado sonrió de oreja a oreja y se hizo a un lado, indicándole al contrario que pasara.
Al entrar, el exrubio sintió toda valentía escaparse por su trasero.
Su suegro lo tomo por los hombros y lo guio hasta la sala. En solo esos escasos metros, Wade sentía todo su cuerpo temblar y partes de su cuerpo sudar que ni siquiera sabía que sudaban.
