Capítulo 1 -El circo-

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Cuando vio que se dejó caer del aro sujetándose solamente con las piernas había sentido que se le iba la respiración por completo, su esbelto cuerpo se extendía por todo el aire moviendo las manos con esa gracia y elegancia que solo ella podía poseer... Esta vez su cabello café estaba sujetado en un moño alto perfectamente hecho, su rostro tenía poco maquillaje a su vista, y esta vez traía un leotardo negro con una pequeña falda blanca y varias líneas onduladas.

La acróbata al instante se soltó de las piernas, pero esta vez se sujetó con la mano derecha y comenzó a dar vueltas y más vueltas mientras bajaba lentamente el aro, muchos espectadores ya estaban mareados, pero no podían quitarle la vista de encima, te hipnotizaba, al tocar el suelo dio una vuelta en punta y después una reverencia. En seguida todo el mundo se levantó de las gradas y comenzó a aplaudirle, incluyéndolo a él.

Segundos después desapareció tras el telón para que de ahí mismo saliera el maestro de ceremonias, un hombre delgado y alto, que la verdad a él no le importaba para nada, le gustaría dejarle plomo en la cabeza para que se apurará y volviera a mostrarle a la acróbata.

—Muchas gracias, Lucille. Me da tanto pésame decirles, en este viernes de noche, que en dos días nosotros, deberemos partir de aquí, de esta ciudad tan bella —Todo el mundo comenzó a aplaudir y a chiflar, solo pudo escuchar toda la barulla mientras estaba sentado con un dedo sobre sus labios. —Cuando llegamos aquí jamás pensamos que nos recibirían de esta forma tan cálida y hogareña, el circo de los hermanos Noble les da las gracias a todos. Y en agradecimiento, el domingo, Lucille hará un homenaje especial para todos ustedes. Que tengan muy buenas noches y disfruten de su maravilloso viernes. —Todos aplaudieron en cuanto los focos se apagaron y se iluminaron las salidas de emergencia.

Se levantó de su asiento siendo uno de los últimos en salir por el pasillo, en la entrada estaban todos los acróbatas, payasos y bailarinas despidiéndolos y tomándose fotos con ellos, cuando paso al lado de Lucille la miro de reojo, sus ojos pardos lo observaron mientras una sonrisa se formaba en ese angelical rostro y en esos labios rojos, se fue directo a la salida sin mirar atrás para después sacar su teléfono, 6 llamadas perdidas de su padre y sus hermanos. Lo matarían cuándo llegará a casa. Vio la hora, las 10 de la noche.

Fue directo al estacionamiento para después subirse en su Mustang Cobra Shelby 2015 blanco con dos franjas negras que iban desde el capo hasta la cajuela pasando por el techo, encenderlo con un rugido y salir de ahí tomando la calle del centro comercial Fórum para subirse por el puente del obregón, la calle de un solo sentido. Se fue derecho pasando por la enorme y bellísima Catedral, al pasar la Lomita tan bien iluminada subió por un lado de la Plaza Galerías San Miguel, entrando directamente a Montebello. El lugar con las casas más de lujo que podía haber en la ciudad.

Doblo a la izquierda, dos a la derecha y gracias a los sensores que tenían su auto, se abrió el gran portón de reja.

Entró y a sus espaldas se cerró el portón de forma silenciosa. Dejó el auto en el garaje y bajó del Mustang pasando por el jardín principal por el camino de piedras bien iluminado junto con la casa.

Abrió la puerta lentamente pero el televisor y los focos de la sala estaban encendidos, suspiró cerrando la puerta tras sí, fue directo a la sala, mejor recibir el enojo ya, que cuando durmiera se le pasaría y mañana haría como si nada.

—¿Dónde estabas? —Su padre, su bendito padre, pero bueno, debía acatar sus reglas, vivía bajo su techo.

—En unos asuntos personales. —miro la nuca de su progenitor, su padre se levantó de sillón apagando la tele, tenían la misma altura, solo que él tenía los ojos marrones, contra él sol se le veían miel claros, y él tenía el cabello café oscuro.

Un Mafioso Y un Corazón de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora