Capítulo 2

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Lucille

En cuanto sonó la alarma a las 10 de la mañana, me levanté como resorte de la cama, pero el dolor en mi espalda seguía presente como brazas de fuego con cada rocé de mi camisa de pijama. Me quité toda la ropa, pero sobre toda la camisa con lentitud, tome la ropa de licra de entrenamiento, me coloque vendas en las muñecas, tobillos y en mis rodillas, no las necesitaba, pero era mejor prevenir. Até mi cabello en una coleta y me coloqué las sandalias para después salir corriendo a la explanada a practicar.

Y debía saber que era lo que quería el maestro de ceremonias con exactitud o me podría volver a golpear... Tome aire con fuerza cuando llegué detrás del telón, lo traspase mirando desde las luces que apuntaban al centro hasta las primeras filas y las gradas donde la gente se sentaba.

—Llegaste a tiempo. Bien —el solo oír su voz me causaba estremecimientos tan intensos que todo mi cuerpo me gritaba "corre" por miedo a que me volviera a maltratar.

—S-si —tartamudeé. Maldición.

—Quiero que hagas lo que hemos estado entrenando en estos tiempos y que no hemos hecho ver por tu incompetencia —trague duro sorprendida. Ese acto era muy peligroso.

Tome fuerzas— P-pero ese acto es muy peligroso —escuche el látigo golpear cerca de mis pies e instintivamente me aleje un poco.

— ¡No me importa! ¡Debes hacerlo! Por tu incompetencia no hemos tenido nada nuevo, más te vale que esto lo hagas el domingo o te irá peor que ayer. —Asentí lentamente.

El aro bajo lentamente y la música comenzó a sonar, yo simplemente comencé con el baile sintiendo como mis músculos se extendían y calentaban poco a poco, la canción entraba por todos y cada uno de mis poros llenándome por dentro como nada más lo hacía... a excepción del aro, claro.

Cuando llegué al centro bailando el aro bajo rápidamente, no necesitaba calentar, el baile hacia ello. Me senté en él y subió hasta arriba, me deje caer hacia atrás soltándome de las manos y de mi pierna izquierda quedando sujeta al aro con la derecha.

Sentí la sangre subir a mi cabeza, pero estaba acostumbrada a ello. Moví mis manos lentamente hasta que volví a subir apretando mi abdomen con fuerza, di muchas vueltas, acrobacias y actos casi mortales para una persona. Era la coreografía que el Maestro de Ceremonias me había puesto para el domingo, debido a que era el cierre del circo. Y siendo la "estrella" de este circo, debía dar todo de mí.

Cuando sentí la venda alrededor de mi nuca y mi cabeza comencé a dar vueltas en el aire sin parar, me encontraba a 6 metros del suelo, sujeta nada más con mi cabeza y una venda del aro. Esto era una locura, cerré los ojos sintiendo el aire dar en mi cara hasta que poco a poco me bajaron deje de dar vueltas.

Cuando toque el suelo sentí un alivio inmenso en mi pecho, literalmente, si me había dado terror este ensayo. El Maestro de Ceremonias me miraba con los brazos cruzados, sus ojos negros como abismos me escudriñaban intentando buscar alguna imperfección.

No recuerdo cuantas veces hice la coreografía en esta mañana. Quizá 5 veces.

El cuello y la nuca me dolían de sobremanera debido a que anteriormente solo dos veces había cargado mi peso con ellos. La cabeza estaba que me explotaba y los mareos ya me estaban dando. No había nada en mi estómago y ensayar sin comer era lo peor que se pudiera hacer.

Más debido a que yo hacía muchos giros, vueltas, lanzamientos y baile, no podía comer hasta después de mi entrenamiento o posiblemente vomitaría todo lo que contuviera mí estómago. Mi respiración estaba agitada pero la intente disimular bastante bien. Mi corazón en lugar de estar en mi pecho, lo tenía en la garganta a la espera de que el Maestro dijera algo.

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⏰ Última actualización: Sep 30, 2020 ⏰

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Un Mafioso Y un Corazón de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora