—Nos vemos mañana para indicarte dónde es —habló aquella mujer. Su cabello era crespo, abundante y de color negro, una pequeña parte la recogía a un lado con una pinza. Sus ojos llevaban el color de la miel, reflejaban la dulzura y la extraordinaria profundidad de su alma, eran como dos medallas de oro que adornaban su bello rostro. Su figura corporal era bastante alta y esbelta.
Manuel salió de aquel bar con una amplia sonrisa en el rostro. Al parecer había sido su mejor día en San Luis hasta el momento. Sólo faltaba algo: ver la increíble luna llena.
Caminó unas cuadras hacia el hostal dirigiendo su mirada al cielo, hasta que la vio, vio aquel pálido satélite teñido de un tono amarillo claro, estaba tan deslumbrado como si fuese la primera vez que la veía, fue algo mágico y magnífico para él.
—Oh, Dios mío, estás bellísima —logró susurrar casi hipnotizado por la luna, llevando sus manos a la cara en forma de asombro. Su corazón en su pecho emocionado, daba saltos bien marcados como si de bailar ballet se tratase.
Con esa misma emoción, al llegar a su cuarto, comenzó a escribir:
Noviembre 4, Luna llena.
Mi querida luna:
No tengo palabras para plasmar en mi libreta la hermosura que posees, esa hermosura que en esta bella noche me permites ver.
Tocar en el bar fue espectacular. Al subirme al escenario todos estaban callados y expectantes, pero una vez que empecé a hacer música, la gente sonrió. Parecía que lo disfrutaban, pero más que ellos, lo disfruté yo, y entre el tocar de las cuerdas, pensé en ti, pensé en lo lindo que sería verte ahí abajo, brillando entre la multitud y escuchándome cantar.
Tenía razón, Ágata es de Brasil, nada más y nada menos que de Río de Janeiro. Logré entablar una muy buena conversación con ella, pues es bastante jovial y extrovertida, una mujer interesante, ¿sabes? Trabaja en aquel bar hace casi tres años y le ha ido muy bien con ese negocio, sin embargo, dice que no es dada a embriagarse con licor. Le conté un poco sobre mi viaje, le dije que planeo ir después a la ciudad de Córdoba, dijo que le gustaba conocer a gente como yo.
Te tengo dos noticias, la buena y la mejor. La buena noticia es que me pagó muy bien y me pidió volver a tocar el próximo sábado, lo que me obliga a quedarme una semana más, pero no creo que importe mucho, al fin y al cabo, tengo toda mi vida. La mejor noticia es que a partir de mañana, tengo dónde alojarme sin pagar, Ágata tiene un amigo que vive por acá cerca y aloja viajeros mochileros. ¡Adiós a pagar hospedaje! Lo que me gasto normalmente en eso, lo ahorraré para el bus hasta la ciudad de Córdoba.
Desearía que el dinero no me importara en lo absoluto, pues aún tengo la idea de que detesto tener que vivir sólo para conseguir un poco de esos papeles con valor, pero lamentablemente es necesario para poder sobrevivir en este planeta dominado por un sistema que nos induce cada vez más al consumismo.
Esta noche no sólo es especial por lo del bar, sino porque es luna llena. Tal vez estés cansada de observar mis cursilerías y lo obsesionado que estoy con esta fase tuya, pero es mi favorita, y es que esta noche te pasaste de hermosa, simplemente me encantas.
Por siempre tu mayor admirador,
Manuel.
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Cartas a la luna
Short Story¿Qué es el amor? Nadie parece saberlo con certeza y Manuel no es la excepción. Él, un joven colombiano con la mochila al hombro y la guitarra en la mano, solo está seguro de dos cosas: viajará por el mundo hasta que muera y adora como nadie a la lun...