IV

11 0 0
                                    


Era una mañana soleada en la ciudad de Barranquilla. Hacía mucho calor, así que la familia Ascárate decidió irse a las playas de Puerto Colombia para disfrutar del mar y de la costa. Entre ellos se decían que necesitaban liberar el estrés que les generaba estar en casa todo el día o en sus lugares de estudio o de trabajo.

Se fueron a eso de las dos de la tarde. El sol quemaba demasiado, el calor que desprendía era mucho, parecía que se estuviera quejando de lo que día a día veía que pasaba en la ciudad. Cada rayo de sol era un grito de desagrado de su parte.

Pronto llegaron al mar. El señor Ascárate parqueó su carro cerca de la cabaña en donde se ubicaron. Laura estaba vestida con un hermoso vestido de baño que dejaba ver su lindo e inocente cuerpo al descubierto. A Iván le hubiera encantado estar ahí para contemplar su belleza americana –como decía él-.

Pero esta niña, en lugar de disfrutar de las olas del mar al bañarse, se puso en la tarea de escribir un poema para Ivanoncho. Las brisas del mar habían hecho que se llenara de inspiración.

Las brisas por tí

El océano de esta tierra me es grato

Me es grato pero no porque conozca sus aguas

Sí, las he tocado pero en este día no

En este día no

Sé que no sabes por qué

Porque no te lo he dicho

Sé que no sabes muchas cosas

Pero muchas cosas de mí

Pero porque no he dejado que las veas

aunque ya las has querido conocer

No sé qué he hecho para ganarme tu cariño

No sé qué he hecho para que llegues a amarme como lo haces

No sé qué he hecho para que te fijes en mí

Yo no soy nada

Solo soy una chica

Solo soy una chica muy terca

Solo soy una terca como una roca que no se mueve

de un lugar...

-¡Ascárate! –Le gritaron

Juan y Pedro estaban cerca de la playa y comenzaron a gritar para que Laura lograra verlos. La chica estaba tan concentrada en su poema que no se percató que la llamaban muy fuerte.

-¡Hey, tú! –Gritó Juan.

-¡Hi Laura! –Gritó Pedro. –A ver si en gringo entiende...

-¡Tú! ¡Oye! –Gritaron los dos al tiempo.

-Vamos a ver qué es lo que está haciendo. –Comentó Juan.

Juntos llegaron a la mesa en donde estaba ella. Vieron que estaba escribiendo algo.

-¿Haciendo tareas un día como hoy teniendo la playa al frente? –Preguntó Juan. Se sentó en la silla que estaba junto a ella y le quitó la hoja sobre la que ella estaba escribiendo.

-¡Corre Juan! –Gritó Pedro.

Los chicos empezaron a correr. Juan con la hoja donde estaba el poema que le escribió a Iván. Más atrás Laura gritaba sus nombres.

-¡Denme eso! ¡Oyeeee! –Gritaba con fuerza.

En el mar, los señores Ascárate se percataron de lo que sucedía. La madre de Laura salió de ahí salió corriendo hasta donde estaba su hija gritando, pero ya los amigos de Iván se habían ido con el poema creado por la chica.

-¿Qué pasó Laura?

-No nada, estaba diciéndoles que botaran ese papel en la basura y no en la arena de la playa. –Contestó Laura.

-¿Quiénes son esos vagos? –Preguntó la señora.

-Son unos compañeros del Santa María De Las Calles. –Contestó Laura.

-Ven a bañarte, rápido.

Laura se vio obligada a meterse al mar con sus padres. Mientras lo hacía pensaba en la vergüenza que iba a sentir cuando Juan y Pedro leyeran eso que le estaba dedicando a Iván y a su vez se imaginaba la pena que sentiría después que este le dijera que leyó ese poema que era solo para él.

Pasaron todo el día en la playa, pero ya era de noche, ya se iban de regreso hacia su casa. Laura se sentía aburrida, ya quería acostarse en su cama y dormir profundamente esperando el próximo día de clases

Así fue. En contados segundos después de llegar a su casa, quedó rendida pensando en todo lo sucedido en ese día soleado.

Pronto le tocó levantarse y hacer lo que hacía antes de ir al Santa María De Las Calles. Se bañó, se puso el uniforme, se peinó, desayunó y esperó la llegada de su transporte. Su transporte llegó. Ella se montó en él. En diez minutos llegó al colegio y se despidió de su chofer. Caminó hasta la entrada, saludó al vigilante y se dirigió hacia al corredor. Caminó hacia su salón de clases hasta que algo la interrumpió.

-Shhhhhh –Le dijeron en su oído.

Unas manos le taparon su vista y otras la arrastraban hacia un cuarto. Le volvieron a susurrar con un ademán de silencio. Pronto la pegaron contra una pared y la sostuvieron ahí, le siguieron tapando la vista, sintió que cerraban la puerta. La muchacha tenía mucho miedo, sentía que le iba a pasar algo malo.

A los segundos la dejaron ver. Su asombro fue espeluznante. Lo que veía la hacía sonreír mucho.

Iván estaba enfrente de ella con una bomba en forma de corazón que decía: ¿quieres ser mi novia?

Ella comenzó a reír.

-Estás roja. –Dijo el muchacho.

-Qué pena. –Laura se tapó los ojos con sus manos. Pronto estas fueron quitadas de tu rostro.

Iván se acercó a ella, le dio un beso en la frente, luego bajó hasta su mejilla, rosó con sus labios los de ella y le dijo justo ahí:

Lo eres todo

No eres solo una chica

Eres la chica más linda que he conocido

Eres la chica que le da luz a mi vida

Eres mi todo

Te quiero no porque sí, sino porque en tu cuerpo y

en tu ser hay partículas que me piden que

te ame y es lo que estoy haciendo

y no me quejo

Espero estar haciéndolo bien

Laura le dijo que sí. Le sonrió. El chico le robó un tierno beso y le dio el más fuerte de los abrazos. Afuera del salón estaban Juan y Pedro esperándolos.

-¿Usaron condón? Fíjate si está despeinada Juan. –Comentó Pedro cuando los vio salir.

-Definitivamente tú no cambias Pedro... -Comentó Iván. –Chicos... ¡Me dijo que sí!

-¡Ehhhhhhhh! –Gritaron todos al unísono. Laura se tapó los oídos al oír el bullicio.

-Yo quiero saber cómo hicieron para que nos dejaran estar dentro de ese cuarto solos y cómo hacen ahora para gritar emocionados sin que los regañen. –Comentó Laura riéndose.

-Influencias bebé. –Dijo Juan mirándola y haciendo un ademán de superioridad. 

Explosión (Editando)Where stories live. Discover now