Olaya's POV:
No fui consciente del tremendo error que había cometido hasta que me vi rodeada por un grupo de niños que no dejaban de gritar. Quería huir, salir de ahí lo más rápido que pudiera pero ninguna de mis amigas me dejaban, bloqueando las únicas salidas visibles como dos rocas.
Empezaba a ponerme nerviosa ¿Cómo cojones me había dejado convencer?
Miré a mi derecha, Eri estaba poniéndoles pegatinas de colores en la frente a todos los niños que entraban, desvié la vista a la izquierda, Aina estaba de rodillas, muy sonriente, hablando con un par de niños de no más de diez años, eran gemelos.
Mi mirada se centró casi instantáneamente en otra figura, bastante más alta, algo apartada de los dos gemelos. Era un chico moreno, alto, mirando algo en su móvil con mucho interés, pero lanzándoles miradas a los dos niños de vez en cuando.
Deduje que sería su hermano mayor por el parecido casi aterrador.-Sabes que estamos ayudando a Aina con las prácticas, no dando clases de natación, ¿no?
Di un brinco y miré a Eri confusa.
-Deja de babear, el suelo empieza a parecer una piscina.
-Que maja eres. -contesté entornando los ojos.
-Es un don. -respondió sonriente y se acercó al chico moreno, el cual le pegó un repaso de arriba a abajo.
Me entraron más ganas de pegarle de lo habitual.
Aunque, por desgracia, tuve que contenerme.
Me tocaba explicarle a los niños el primer juego que íbamos a realizar.Me puse muy nerviosa y terminé hablando demasiado rápido, comiéndome las palabras, pero Aina vino a rescatarme y nadie pareció darse cuenta.
Cuando terminé vi que el chico moreno de antes me miraba fijamente, tenía la mano derecha levantada.
-¿Tienes alguna pregunta? -pregunté extrañada.
-Si. -parecia tan seguro de sí mismo cuando hablaba que me volví aún más pequeñita. -¿Que tengo que hacer para que me des tu número?
Me quedé en shock. Debía de haber escuchado mal.
-Eh... -era muy consciente del ridículo que estaba haciendo, pero mi cerebro estaba demasiado conmocionado como para pensar en una respuesta coherente.
-Puedes empezar por invitarle a...
-Agua. -corté a Eri a media frase. -Me gusta el agua.
¿Pero qué narices estaba haciendo?
Al chico pareció hacerle gracia mi respuesta porque sonrió ampliamente y yo sentí que me fallaban las piernas.
-¿Que haces el viernes? -preguntó.
Eri me dio una patada y entonces reaccioné.
-Quedar contigo.
Aina's POV:
-OLAYA HA LIGADO. -grité dando saltos cuando salimos del colegio.
-¿PUEDES DEJAR DE GRITAR? -respondió ella cruzándose de brazos.
-ERES TU LA QUE ESTÁ GRITANDO. -dije.
-Callaros las dos. Me da vergüenza ir por la calle con vosotras.
-Que borde eres. -respondí girandome hacia Eri, que caminaba varios pasos por detrás.
-Me due... MIERDA. JODER. ME CAGO EN TODO.
-¿AHORA QUIEN ESTÁ GRITANDO? -dijimos Olaya y yo a coro.
-Bueno, relájate. -dijo una voz grave. Olaya y yo nos volvimos. Había un chico castaño, agachado en frente de mi amiga.
-Estaría relajada si no te hubieras cargado mi cena. -dijo Eri, mirando al suelo, en el que hacían un refresco y una hamburguesa medio desecha.
-Bueno, a ver... -el chico se daba golpes en la rodilla pensativo. -¿Te invito a cenar?
-¿Me lo estás preguntando?
-¿No? -el chico parecía cada vez más confuso.
-¿Tienes algún problema? -iba a ir junto a Eri, a decirle que se estaba pasando, pero se me adelantaron.
-El chaval lo siente, déjale en paz. -ahora había un chico rubio mirando a mi amiga desde arriba.
-Lo mejor me es qué nos calmemos todos. -dije intentando poner orden.
-Alguien que piensa como yo, gracias. -el chico rubio me sonrió y extendió la mano. -Soy Brooklyn.
Lo miré extrañada, pero se la estreché.
-Aina.
-Que bonito... -empezó.
-¿Sabéis lo que no es bonito? -le cortó Eri. -Que mi hamburguesa está...
-Cállate ya. -el castaño había vuelto a hablar y mi amiga lo miró cabreada. -Vas a venir conmigo, a cenar, ahora.
-Tengo cosas que hacer. -replicó ella.
-El viernes, sin excusas. -dijo el tajante.
A Eri no le quedó más remedio que aceptar, no estaba acostumbrada a que le llevaran la contraria.
...
-¿Cómo es posible que las dos tengáis planes para el viernes y yo no? -pregunté de camino a mi casa.
-Gracias. -dijo Olaya.
-¡Te los cambio! -gritó Eri.
-No, tu te callas y vas, por pesada. -le respondió Olaya.
-¿Ahora me mandas? -se quejó ella.
-Parad las dos. -dije abriendo la puerta de mi casa. -¿Teneis dos años, o que?
Vi que las dos abrían la boca para responder pero no las dejé.
-Buenas noches, intentar no mataros por el camino.
Las dos se fueron discutiendo por algo y un rato después decidí ducharme y meterme en la cama.
Mi mente no podía de dejar de pensar en los dos chicos con los que tropezamos por la calle.
El nombre de Brooklyn se repetía una y otra vez en mi cabeza, acompañado de su sonrisa.