Milán, Italia.

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Actualmente.

Volvió a mirar sus anotaciones y se acomodó para iniciar la terapia de pareja con el matrimonio Vongola.

―Bueno, creo que empezaré yo ―habló la voz masculina de Xanxus.

Irina, la terapeuta, se fijo en lo apuesto que era ese hombre. Xanxus era de carácter bastante voluble, fácilmente se enojaba y golpeaba a los inútiles a su alrededor. Muy leal a su familia, a pesar de que no se llevaba muy bien con el actual jefe.

Con el pelo negro en punta con una pluma detrás de la nuca que le daban una apariencia rebelde, esos ojos rojos de mirada agresiva y altiva con todo el mundo y vestido de la forma típica en que lo haría un jefe de la mafia a quien no soportaba a muchas personas débiles. Excepto con su esposa, Annie. Una mujer joven, realmente guapa y totalmente opuesta a su apariencia de mujer pacífica. De cabello largo y castaño, ojos brillantes y verdosos eran la única cosa que podían con el carácter imposible de Xanxus.

La pareja ya llevaba cinco años casados, y gracias a la sugerencia de una amiga muy cercana a ellos habían accedido a ir a terapia de pareja. Algo que les iba de maravilla.

―Sí, creo que sería lo mejor ―dijo Annie, de acuerdo mientras se reía y miraba a Xanxus sentado en el sillón de cuero que había al lado suyo.

―Aunque... no necesitamos hacer esto ―volvió a hablar él, con voz pausada y algo amenazante―. Llevamos cinco años casados.

―Seis ―corrigió Annie mientras cruzaba sus piernas, sonriendo en todo momento.

Xanxus evitó poner los ojos en blanco y siguió las palabras de su esposa.

―Cinco o seis... y esto es... una apuesta de cara o cruz. ―Xanxus tomó la copa de cristal con vino y bebió un sorbo antes de seguir el relato―. Bueno, ya sabes. El coche se averió, el aceite del motor se salía y echaba humo.

Irina apuntó una cosas en su libreta de cuero negro y miró a la pareja para iniciar sus preguntas rutinarias.

―Muy bien, habrá que abrir el capo y echar un vistazo ―dijo con cierto tonito alegre―. Del uno al diez, ¿cuán felices son?

Annie ni siquiera se lo pensó para responder muy convencida.

―Un ocho.

Xanxus la miró de lado un segundo y después volvió la vista a Irina.

―¿Cuándo dices del uno al diez es completamente felices los dos o sólo uno de nosotros feliz y el otro desdichado?

―Contesta de forma instintiva ―le alentó Irina, quería escuchar a los dos hablar libremente.

La joven pareja asintió con la cabeza y ambos respondieron a la vez:

―Ocho.

Irina volvió a sonreír y miró su siguiente pregunta, una de sus favoritas y una de las preguntas clave en toda relación.

―¿Con qué frecuencia hacen el amor?

Tanto Annie como Xanxus se pusieron colorados, esa pregunta incomodaba a ambos por igual. ¿Por qué hablar de una cosa intima con una desconocida? Era verdad que era una profesional en su trabajo pero...

―No entiendo la pregunta ―dijo Annie completamente sincera.

―Yo tampoco ―Xanxus la vio entrecerrando los ojos confundido―. ¿También va del uno al diez?

―Bueno, no sé si uno es muy poco o si es nada porque ¿ya sabe? ―contestó Annie― en términos técnicos el cero equivale a nada.

Irina se quedó un poco sorprendida por la respuesta. Y la curiosidad pudo más con ella.

―¿Y esta semana?

Un largo silencio incomodo fue la respuesta por parte de ambos. Annie estaba demasiado concentrada mirando sus manos mientras Xanxus calculaba el espacio de la sala.

―¿Fin de semana incluido?

Irina asintió a la pregunta de Xanxus.

Al no recibir respuesta decidió proceder con la terapia.

―Describan su primer encuentro.

―Oh, fue en Japón ―respondió Annie rápidamente.

―Namimori, hace cinco años.

―Seis ―corrigió ella a su esposo.

―Eso, cinco o seis años ―habló Xanxus sin darle importancia.


N/A: Sí, señoritas. Yo, la kami del trío monstruoso les contara la verdad tras el shipeo de Annie y Xanxus. Si quieren saber cómo pasó esto dejen su comentario y laik :v

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⏰ Última actualización: May 20, 2018 ⏰

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